El hallazgo de nuevos restos de seres diminutos en Indonesia refuerza la teoría de que corresponden a una nueva especie humana

Algunos científicos consideraban que los únicos restos hallados hasta ahora pertenecían a un pigmeo o a un ser humano aquejado de microcefalia
Por EROSKI Consumer 13 de octubre de 2005

El hallazgo en una isla de Indonesia por parte de científicos australianos de nuevos restos de seres diminutos parece avalar la teoría de que pertenecen a una nueva especie humana. Estos restos se suman a los descubiertos de hace un año -parte de un esqueleto que incluía el cráneo-, que para algunos científicos correspondían a un pigmeo o un ser humano afectado de microcefalia, cuyos síntomas son un cerebro inusualmente pequeño y a menudo enanismo.

Los investigadores han encontrado en la isla de Flores una mandíbula y varios huesos de dedos y de extremidades, así como el brazo derecho del ejemplar original, una mujer que habría vivido hace 18.000 años, según publica esta semana la revista británica «Nature». Los nuevos descubrimientos sugieren la existencia de una especie nueva de ser humano, caracterizada por su pequeño tamaño de menos de un metro de altura y con unos rasgos comunes que difícilmente pueden atribuirse a una enfermedad.

Estos recientes descubrimientos que ahora se anuncian han tenido lugar en la cueva de Liang Bua, en la misma isla de Flores, e incluyen el antebrazo de un niño que habitó hace unos 12.000 años, así como otros huesos que parecen datar de hace 95.000 años. Según los datos recopilados hasta ahora, estos seres tenían la cabeza pequeña y sin barbilla, los brazos largos en relación al cuerpo, la pelvis en forma de campana y extremidades robustas, como las de los chimpancés.

Hace un año se hallaron también en una de las cuevas de la isla indicios de fuego y de fabricación de utensilios, lo que sugiere que los llamados «Homo floresiensis», pese a su cerebro de pequeño tamaño, tenían capacidad intelectual.

De confirmarse que se trata de una especie humana nueva, ello significaría que el humano moderno convivió con otros homínidos hace mucho menos tiempo de lo que se piensa. Los últimos indicios de tal convivencia se sitúan cuando los «Homo Sapiens» coexistieron en Europa y Asia con los «Neanderthales», hace ahora 35.000 años.

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