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No es la única. Son muchas las personas gordas objetos de burlas, discriminación laboral y acceso desigual a los servicios de salud. Por suerte, el activismo del que muchas forman parte es su mayor aliado; nunca juzga, empodera y ayuda a compartir miedos, agravios y un rechazo más que manifiesto. Además, exigen no confundir el término obeso u obesa con gordo o gorda porque no son sinónimos. Dentro del activismo han encontrado un lugar seguro y un nuevo concepto al que abrazan con fuerza: la gordoridad, equivalente a la sororidad entre personas gordas.
De la invisibilización de las personas gordas a convertirse en el centro de atención a partir de que se hiciera público que Lalachus sería una de las protagonistas en dar las campanadas en RTVE. ¿La gordofobia está de moda?
Podría decirse que sí, pero es un concepto que no me gusta porque las modas pasan. Es cierto que ahora se habla más de gordofobia y cada vez hay más personas gordas que alzamos la voz para gritar lo que tanto tiempo llevamos callando: las burlas, el desprecio y el odio con el que nos tratan. En este sentido, hechos como el de Lalachus ponen la gordofobia en el foco, pero hay compañeras activistas que llevan muchos años trabajando en la difusión del mensaje antigordofóbico y hay que reconocérselo.
Se nos olvida que hace poco más de un año el fallecimiento de la actriz española Itziar Castro “encendió” o más bien “incendió” las redes sociales.
La muerte de Itziar Castro y lo que provocó no se nos olvida; sigue estando presente en nuestros discursos, pero no contabilizamos el tiempo. El tema del odio en redes sociales es algo que debería tratarse muy seriamente y regularse, no solo porque, en ese momento, hicieran daño al entorno de la actriz, sino porque el resto de personas gordas también sentimos que el mensaje es para nosotras. Yo, por ejemplo, tuve que desconectarme un par de días de las redes, porque no podía seguir leyendo y sintiendo tanto odio hacia una persona que estaba siendo brutalmente deshumanizada por su gordura. Era imposible no llevárselo a lo personal y costaba mucho no meterse en la polémica respondiendo a los haters.
He leído que las personas delgadas también sufren gordofobia, ¿es cierto?
No creo que eso sea cierto. La gordofobia la sufrimos las personas gordas, es una discriminación y una opresión que está dirigida exclusivamente hacia nosotras; las gordas. El resto de personas pueden sufrir otro tipo de opresiones, pero no esta. Cuando se insulta a alguien por algún otro rasgo corporal, como el tamaño de las orejas, de la nariz o porque se es más delgada, etc., lo que se sufre es violencia estética, pero no son la misma cosa, aunque ambas tengan consecuencias negativas psicológicas, emocionales y físicas. Sin embargo, es verdad que autoras como Virgie Tovar dicen que las personas delgadas también sufren gordofobia porque viven con miedo a engordar, pero creo que no es lo mismo.
Usted lo sabe porque lo ha vivido.
Sí. De hecho, no creo que exista una persona gorda que no haya sido víctima de gordofobia. Me han insultado por la calle, en el autobús, me han juzgado al comer, al ir de compras, me han mirado en tiendas de ropa haciéndome ver o diciéndome sin saber que no había ropa para mí en esa tienda, me han pegado, me han excluido, me han dicho que doy asco… Sí, la he sufrido en la calle, en tiendas, en la familia, en el médico, porque la gordofobia está en todos lados a cada segundo.
¿Incluso en el ámbito sanitario ante el término obeso, obesa?
Sí. Es una palabra que no me gusta, no siento que me defina, porque considero que me está diciendo que estoy enferma. De hecho, la palabra “obesidad” es patologizante por eso mismo; sin embargo, no es así. No es lo mismo una enfermedad que un factor de riesgo, como lo es la gordura, tener más probabilidades de enfermar de diabetes, tener problemas cardíacos…, pero también pasa lo mismo con el tabaquismo, con el alcohol, con el exceso de bebidas energéticas y nadie dice nada, porque está normalizado y no consideran a esas personas monstruos.
Por eso defiende el término gorda en lugar de obesa.
Sí, pero con un matiz: no estoy gorda; soy gorda, y esto lo aprendí gracias a mi referente Magdalena Piñeyro que en sus libros, charlas y cursos dio a conocer el concepto “cuerpo tránsito”. Ese «estar» delgada da a entender que se está a dieta y que la gordura es algo que desaparecerá y que tu versión de ese momento no es la mejor. Y si dices, como yo, que eres gorda, es porque empiezas a abrazar tu cuerpo gordo y has dejado de hacer lo que la sociedad te impone: “arreglarlo”, porque nunca tuvimos un cuerpo roto, solo un cuerpo gordo que nos sostiene.
¿Gordofobia o gordafobia?
Siempre uso el término gordofobia porque lo aprendí así y cuesta cambiar las costumbres, pero entiendo a las activistas que trabajan por este cambio. Más allá de que hombres y mujeres seamos víctimas de la gordofobia, hay que ser sinceros y reconocer que afecta mucho más a las mujeres, de ahí lo de gordafobia, porque soportamos más y peores cosas.
¿Todos y todas somos gordófobos?
Sí. Es algo que tenemos aprendido, con lo que crecemos, como el machismo. Incluso las personas gordas somos en algún momento gordofóbicas. Es algo difícil de desaprender cuando algo es sistémico y estructural. Está en todos los sitios. No nacemos odiando nuestro cuerpo ni odiando el de los demás, pensando que son feos, es algo que viene con el tiempo, con lo que vemos, oímos y nos enseñan, ya sea directa o indirectamente.
Del niño gordo, gafotas, el de dientes de conejo, el de orejas de soplillo… después de tanta educación inclusiva, el niño y la niña gorda se sigue llevando la peor parte. No se habla de gordofobia infantil.
Se habla poco de gordofobia infantil, y cuando se habla de ello es para decir que tienen que adelgazar; y se habla menos del bullying por gordofobia, que es en lo primero que he pensado. Acoso escolar hay en todos los colegios y por distintos motivos, pero este tiene nombre propio y hay que trabajarlo en los centros educativos de una manera especial.
El activismo gordo lleva años trabajando empoderar a las mujeres gordas. Cada vez son más y se les escucha más. ¿Cuál es su principal mensaje?
Que no valgo menos que el resto por ser una persona gorda y que si soy una persona gorda no es obligatoriamente por lo que como, porque la gordura es multifactorial. Otros mensajes valiosos son que debemos abrazar nuestros cuerpos gordos porque son los que nos sostienen, nos hacen bailar, reír, saltar y abrazar. No tenemos que escondernos ni callarnos, porque somos personas y diosas. Y, sobre todo, porque es importante trabajar en colectivo, porque no es una lucha individual, y nadie va a apoyar y entender a una gorda como otra gorda.
¿Hay hombres en el activismo contra la gordofobia?
Los hay, pero no se muestran tanto ni alzan tanto la voz como lo hacemos las mujeres. No hacen podcast, no escriben ensayos, no dan testimonios, pero creo que es porque vivimos en una sociedad patriarcal y desde siempre se les ha dicho que no tienen que quejarse o lloriquear, que no deben mostrarse vulnerables porque eso es «cosa de chicas» y aún tienen miedo o vergüenza de hablar. Espero con ganas el día en que cuenten sus historias, sus complejos, porque también son necesarios, sobre todo, para aquellos niños gordos que están creciendo sin referentes masculinos dentro del activismo.
¿Cuáles son las herramientas para combatir la estigmatización por ser gordo?
Las principales son la educación, promover la empatía y desafiar los estándares de belleza. Hay que romper esos mitos sobre la gordura que hacen tanto daño, visibilizar y aceptar la diversidad corporal, que los medios de comunicación se hagan responsables y aprendan a dar la información desde un enfoque antigordofóbico, que haya publicidad inclusiva, así como trabajar en leyes que protejan contra la discriminación basada en el tamaño corporal, tanto en el ámbito laboral como en los servicios públicos.