Muerte del perro, cinco dudas habituales

Hablar y llorar ayudan a superar la muerte del perro, mientras que no suelen ser recomendables los cambios bruscos de rutina o salir de viaje
Por Carolina Pinedo 6 de septiembre de 2013
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Imagen: normanack

El trauma que supone la muerte de un perro suscita dudas como las siguientes: ¿hablo de ello o intento olvidarlo?, ¿es normal llorar a todas horas?, ¿es recomendable irse de vacaciones durante el duelo?, ¿evito ver el cadáver? En este artículo se ofrecen respuestas y consejos para estas cuestiones.

1. La muerte del perro, ¿hablo de ella o intento olvidarla?

La muerte del perro se afronta mejor cuando uno es capaz de hablar y compartir su dolor con otras personas

Los sentimientos de tristeza, duda e incluso culpabilidad afloran frente a la pérdida de un perro querido. Y es recomendable dejarlos fluir y compartirlos con los personas de confianza. Aquellos que han pasado por la experiencia de perder a un perro serán estupendos interlocutores que comprenderán bien el estado de ánimo. Ellos mejor que nadie sabrán asesorarnos en esos duros momentos.

En definitiva, hablar sobre el tema, compartirlo con otras personas y no agobiarse, porque sea un pensamiento recurrente durante las primeras semanas tras la muerte del animal, ayuda superar el duelo.

2. Lloro a todas horas por la muerte del perro, ¿es normal?

«El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras», dijo Concepción Arenal, escritora y socióloga española. «Las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se derraman«, dice un proverbio irlandés.

Estos refranes y dichos populares son aplicables a las lágrimas por un ser querido, en este caso un perro. Y es que, derramarlas es más sano que retenerlas. «Es normal que en las primeras semanas la tristeza esté a flor de piel», asegura Begoña Gállego, psicóloga clínica, quien explica que «no hay un plazo para superar la tristeza por la muerte del perro, cada persona lo asume de una manera, porque depende del carácter y de las circunstancias personales».

Por ejemplo, una persona anciana que vive sola con su perro como única compañía experimentará de manera más traumática la pérdida de su compañero canino, que otra que viva con más personas y tenga una actividad laboral.

«El llanto es sano, pero tampoco puede ser eterno», añade Gállego. El duelo por la muerte del perro no puede enquistarse o quedar paralizado. Hay que superar las fases de dolor para normalizar la situación. Lo idóneo es conseguir guardar el recuerdo del perro, sin que ello suponga un trauma eterno o una obsesión.

3. Mi perro ha fallecido, ¿son recomendables unas vacaciones?

Los cambios en la rutina tras la muerte del perro no suelen ser recomendables

Los cambios en la rutina cuando se está inmerso en un proceso de duelo por la muerte del perro no son recomendables, en principio. Es más aconsejable enfrentarse a la situación y no huir de ella.

Planificar un viaje fuera de casa puede suponer un estrés que dé la sensación irreal de que nos hace olvidar la muerte del perro. En realidad es una forma de maquillar la tristeza y posponer el hecho de enfrentarnos a la pena por la pérdida del animal.

Las decisiones importantes o fuera de lo habitual es mejor dejarlas para más adelante. Es decir, una vez que han transcurrido unos días para poder enfrentarse a la situación con más serenidad. Por otro lado, al regreso de las vacaciones hay riesgo de atravesar un bache de carácter emocional al enfrentarse de nuevo al escenario de la pérdida del animal, al final de las vacaciones y al regreso a la rutina diaria.

4. ¿Evito ver el cadáver?

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Imagen: bekphotoAgregar

La sensibilidad de cada persona es distinta frente a la situación de la muerte de un perro querido. Hay casos en los que la persona no tiene fuerza para enfrentarse al hecho de ver el cadáver de su can, prefieren recordarle vivo y feliz. En otros casos, sin embargo, existe la necesidad de acariciar por último vez el cuerpo sin vida del animal y decirle adiós.

Cada dueño tiene unas necesidades emocionales distintas. En casos como la práctica de la eutanasia en perros, hay quien elige estar con su can en los últimos minutos, lo cual es recomendable, y quien no encuentra el valor de enfrentarse a esta situación, una decisión también respetable.

Enfrentarse a ver el cadáver del animal ayuda a asumir la dura realidad y a no paralizar la evolución del duelo. Lo cual es necesario para que se consiga llegar a la asunción de la pérdida del perro.

5. ¿Diseco a mi perro?

La disecación no es recomendable, en principio, para superar la muerte del perro. El hecho de tener siempre presente la figura del animal tal y como era no es una ayuda para superar el duelo. Todo lo contrario, puede causar un duelo patológico, con el que no se avance en el camino que lleve a asumir la muerte del can.

En cuanto a los objetos personales del perro (juguetes, cama, collar), no es aconsejable tenerlos a la vista, aunque tampoco tirarlos, porque puede generar un sentimiento de culpabilidad y desarraigo. Se pueden guardar en una caja dentro de un armario, como recuerdo del amigo que se fue. Pero conviene verlos cuando haya pasado el tiempo suficiente como para no derrumbarse al hacerlo.

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