Cuidados de una tortuga de agua en casa

Las tortugas o quelonios (Testudines) son reptiles. Hay una gran diversidad de especies, tanto acuáticas (de agua dulce y salada) como terrestres. Algunas están en extinción, por lo que antes de adquirir o adoptar a este animal, asegúrate de que no está protegido. La mayoría de las especies marinas están clasificadas como muy vulnerables.

Como mascotas, las tortugas de agua dulce son buenas compañeras. Entre sus características físicas destacan las membranas que tienen entre los dedos de las patas, algo que les permite moverse con facilidad en el medio acuático. Son animales de sangre fría y siguen una dieta omnívora.

Entre todas las especies de tortugas de agua dulce, estas son las tres variedades más comunes para tener como mascota:

Es la especie más común como animal de compañía. Sus características manchas de color rojo en la parte posterior de sus ojos hacen que se las conozca popularmente como tortugas de orejas rojas.

Son una especie semiacuática: pasan la mayor parte del tiempo dentro del agua, pero disfrutan de largos periodos en el exterior tomando el sol sobre una piedra o un tronco. Miden entre 12 y 20 centímetros.

Su caparazón es de color negro o gris oscuro. Tienen unas franjas amarillas en cabeza, patas y cola. Además, la zona ventral (plastrón) es totalmente amarilla (de ahí su nombre). Son algo más grandes que las tortugas de Florida: alcanzan unos 40 centímetros en su etapa adulta. Se estresan con facilidad, por lo que deben manipularse con cuidado.

Destaca por su caparazón de color verde repleto de manchas de tonalidades claras, amarillas y negras. Su parte inferior es amarillenta, mientras que en su cabeza y cuello tiene rayas amarillas o un poco anaranjadas. Tienen un tamaño medio, de unos 20 centímetros. De carácter tranquilo, pasan largo tiempo debajo del agua cuando ésta recibe los rayos de sol.

Las tortugas son animales relativamente sencillos de cuidar. Para garantizar su bienestar, tan solo hay que seguir unas rutinas de higiene y tener en cuenta que precisan de la exposición solar a diario, así como de agua templada en la que sumergirse.

Estas son las pautas que se deben seguir de manera genérica. Dependiendo de la especie, tocará ajustar algún que otro parámetro, como la temperatura del agua o la alimentación.

Aunque estos animales no precisan de un gran espacio, es necesario proporcionarles una zona amplia para que puedan moverse con cierta soltura e, incluso, nadar. Puede ser un terrario o acuario. Ha de medir de largo el triple o el cuádruple que la tortuga. Además, tiene que contar con dos zonas diferenciadas: una de agua y otra seca.

Las tortugas pasan más tiempo a remojo que en el exterior, por lo que el espacio dedicado al baño ha de ser mayor. La tortuguera también tiene que incorporar una rampa para que el animal pase de un lugar a otro sin dificultad.

Las tortugas son animales de sangre fría, es decir, que necesitan regular su temperatura corporal. Y lo hacen en el agua, que debe estar a una temperatura estable de entre 26 ºC y 30 ºC. Instalar un termómetro para controlar que se cumplen estos parámetros puede resultar una buena idea.

Asimismo, estos animales deben recibir cada día los rayos del sol para secar su caparazón. Ayudarse de un calentador para el agua y de una lámpara radiante que simule la exposición solar son dos buenas opciones, si no podemos cumplir con estas dos condiciones indispensables.

Las tortugas son omnívoras. Su dieta se compone de larvas, insectos, vegetales y pescado crudo. Lo mejor es proporcionales un alimento preparado a la venta en una tienda especializada, que puede variar dependiendo de la especie y de la edad del animal. También podemos darle alguna verdura o fruta fresca, pero conviene no abusar.

Las tortugas son animales bastante resistentes. Así que su salud no tiene por qué verse comprometida, si ponemos atención a unos detalles muy simples.

Además de cuidar la temperatura del agua, garantizar su exposición solar y proporcionarle una dieta adecuada, la higiene de la tortuguera es vital. Producen muchos deshechos, por lo que debemos mantener el agua lo más limpia posible. Al menos una vez a la semana hay que vaciar y rellenar el acuario. Colocar un filtro o añadir algún producto que elimine el mal olor puede ayudar, pero no evitará la reposición de agua con frecuencia.

Entre las enfermedades más comunes que sufren as tortugas de agua dulce están:

• Ablandamiento del caparazón. Se produce por falta de calcio y luz. En estos casos hay que aumentar (o proporcionar) una mayor exposición solar. Si el caparazón se decolora, puede deberse a una falta de vitaminas.

• Ojos. La infección ocular es un problema relativamente frecuente. ¿La causa? Falta de vitamina A o una higiene deficiente. Se aprecia cuando el animal tiene los ojos cerrados durante mucho tiempo.

• Lesiones en la piel. A veces, las tortugas se producen pequeñas heridas, sobre todo en las patas. En estos casos la asistencia a un veterinario es obligada para tratar a la tortuga con el medicamento más adecuado.