La forma de alimentarse, desplazarse y consumir la energía o los productos tiene un impacto mayor del que parece en la calidad de vida y en el entorno natural. Por eso, este artículo propone diez ideas, en orden alfabético, para cambiar los hábitos de consumo y así contribuir cada día a mejorar nuestra vida, ahorrar dinero y reducir nuestro impacto ambiental.
1. Comer productos locales
Los alimentos producidos cerca del consumidor, también conocidos como de «kilómetro cero», tienen diversas ventajas: son más frescos, sabrosos y duraderos, favorecen a la economía local, las especies autóctonas y el uso de tierras para producir alimentos, además de reducir el transporte internacional de productos y su impacto ambiental. Para convertirse en un «localtariano», el consumidor puede fijarse en las etiquetas que marcan el origen de los productos, solicitar en su lugar de compra estos productos e incluso autoabastecerse en un huerto urbano.
2. Consumir menos plástico
Cada vez más iniciativas están surgiendo para comercializar energía renovableEl excesivo uso del plástico está produciendo un grave impacto en el medio ambiente, la salud y la economía del planeta. Los ciudadanos pueden reducir su empleo con varias acciones: evitar los más nocivos (los marcados en las etiquetas como PVC # 3, PS # 6 y Otros # 7), rechazar las bolsas de usar y tirar, no tomar agua embotellada, utilizar otros materiales, comprar a granel y huir del embalaje superfluo, o emplear envases reutilizables.
3. Darse de alta en una comercializadora de energía renovable
Cada vez más iniciativas, en su mayoría cooperativas, están surgiendo para comercializar energía 100% renovable. Sus impulsores aseguran que los consumidores pueden contratar tarifas similares, e incluso más baratas que las convencionales, y apoyar otro modelo que abandona los combustibles fósiles.
4. Dejar de fumar
Las cajetillas de tabaco podrían indicar que, además de dañar gravemente la salud, lo hace también al medio ambiente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que ningún otro producto de consumo masivo causa tanto daño desde su cultivo, producción, uso y desecho como el tabaco: aumento del cambio climático, contaminación, deforestación, pérdida de biodiversidad, etc.
5. Hacer deporte en un espacio natural
Hacer ejercicio es saludable y ayuda a mantenerse en forma. Si además se realiza en un espacio natural, ya sea un Parque Nacional o la zona verde más cercana a casa, se añade un extra de beneficios físicos y psicológicos. En estas áreas naturales se respira mejor que en las ciudades, donde la contaminación de los coches empeora la calidad del aire.
6. Intercambiar y compartir los productos
En vez de poseer, comprar, almacenar y desperdiciar los productos, con el consiguiente gasto económico e impacto ambiental, los consumidores pueden intercambiarlos y compartirlos. Además de los clásicos productos de segunda mano y el trueque, la denominada economía colaborativa, apoyada en las nuevas tecnologías, ha abierto un enorme abanico de posibilidades, como compartir coche, intercambiar comida o casa, reutilizar regalos, etc.
7. Invertir en eficiencia energética
Gracias a la eficiencia energética, los ciudadanos gastan menos, mantienen o incluso mejoran su calidad de vida, contaminan menos y prolongan la vida de los recursos. Las formas de conseguirlo son variadas: consumir productos etiquetados con la mayor eficiencia energética posible (A+, A++ y A+++), utilizar bombillas de bajo consumo, apagar el «stand by» de los electrodomésticos, mejorar el aislamiento del edificio para mantener la temperatura o instalar sistemas de control energético. Al aplicar estas medidas se pueden conseguir ahorros de entre un 20% y un 50% del consumo.
8. Ir en bici a trabajar
Ir a trabajar en bicicleta es bueno para el medio ambiente, la salud y la economía: reduce los atascos de tráfico y la contaminación urbana, ahorra tiempo y dinero y, además, mejora la calidad de vida de sus usuarios y su rendimiento laboral. Si la distancia de casa al trabajo es muy larga, se puede combinar con algún tipo de transporte público o usar una bicicleta eléctrica que ayude al pedaleo.
9. Llevar a los hijos andando al colegio
El desplazamiento a los centros educativos en coche privado trae como consecuencia más atascos, más contaminación y una peor salud. Frente a ello está el pedibús, una iniciativa cada vez más utilizada en todo el mundo que organiza grupos escolares para llegar a pie al colegio acompañados de uno o más adultos.
10. Reparar las cosas
Frente al «usar y tirar» o a los productos que se quedan obsoletos enseguida, cada vez más personas optan por el «repáralo» o el «hazlo tú mismo». Arreglar los productos para alargar su vida, o fabricar uno mismo los propios objetos, además de hacernos sentir bien, permite ahorrar dinero y, de paso, beneficiar al medio ambiente. Algunos consumidores incluso se organizan en movimientos como los «Makers» (fabricadores) o los «Fixers» (reparadores), para aprovechar todas sus ventajas económicas y ambientales.