La Word Wildlife Found (en España WWF/Adena), una de las principales organizaciones dedicadas a luchar contra la extinción de especies animales en nuestro planeta, ha lanzado el siguiente mensaje: «¿Va usted a celebrar con champaña la feliz salida y entrada? Pues si desea que la Península ibérica siga siendo el único lugar del mundo donde sobrevive ese gato de vista agudísima llamado lince, hará bien en exigir que sus botellas vengan cerradas con auténtico corcho, no con plástico u otro tipo de materiales sucedáneos». WWF explica cómo los linces viven ya únicamente en los bosques de alcornoques de Portugal y España y cómo estos bosques se encuentran amenazados «porque la industria vitivinícola ha decidido que le resulta más barato utilizar tapones de plástico o de rosca en el embotellado de sus caldos».
La razón por la que WWF ha decidido salir a la palestra es que «las empresas de vinos implicadas llevan tiempo basando su campaña en pro del corcho de plástico con argumentos medioambientales». En opinión de los ecologistas, «como los consumidores no parecen muy dispuestos a aceptar los tapones sintéticos, esas bodegas se han lanzado a afirmar que ese tipo de tapones es mucho más ecológico que los tradicionales de corcho. Además de más sanos y más fáciles de manejar».
Según WWF, se trata de pura desinformación, «porque en la fabricación de los 17.000 millones de tapones de corcho que se hacen anualmente, no cae un solo árbol». Esto puede resultar casi un lugar común para quienes han visto un alcornocal y saben que el procedimiento consiste básicamente en despojar al árbol de su corteza externa, que después vuelve a crecer, explica.
Según las últimas cifras, la población de lince ibérico se ha reducido a unos 150 animales, de los cuales solo unos 30 son hembras reproductoras. En 1999 el censo era de unos 600 ejemplares. «La gravedad de la situación es evidente y puede decirse sin exagerar que el lince está en gravísimo peligro de extinción», alerta WWF. «Sería el primer felino en desaparecer desde el tigre de dientes de sable, allá por la edad de piedra», agrega.
Para la organización ecologista el problema es evidente: «si la industria deja de necesitar los tapones de corcho, los alcornocales desaparecerán para ser sustituidos por otros cultivos o simplemente serán abandonados. Y si desaparece su medio ambiente, el lince acabará por desaparecer también. No sólo sería una lástima, sino también una vergüenza».