Extremadura, Galicia y Madrid, las comunidades con más riesgo de incendios forestales

Casi la mitad de los fuegos que se registran cada año en el país son intencionados
Por EROSKI Consumer 28 de junio de 2006

Las altas temperaturas estivales, la falta de humedad y el viento favorecen los incendios forestales. Pero las llamas no sólo dependen de factores naturales. De las estadísticas que elabora el Ministerio de Medio Ambiente se desprende que detrás del 90% de los fuegos está la mano del hombre, ya sean intencionados o por negligencia.

La diferencia entre un pequeño conato o un gran incendio (mayor de 500 hectáreas) está normalmente en la existencia de más y mejores medios de extinción y un plan de gestión forestal, según dijo ayer Félix Romero, responsable del programa forestal de WWF/Adena, en la presentación del «Incendiómetro 2006», una herramienta que determina el porcentaje de riesgo de las comunidades autónomas de sufrir incendios forestales.

Nivel de peligro

El Incendiómetro tiene en cuenta, además de los medios de extinción y los planes de gestión, la reducción del número medio de incendios por cada 10.000 hectáreas, de la superficie incendiada, del número de grandes incendios y su superficie media, así como el conocimiento de las causas de estos fuegos.

Así, Extremadura (72%), Galicia (62%) y Madrid (61%) son las comunidades que más riesgo presentan de sufrir incendios en sus bosques. En el otro extremo se sitúan Baleares y Murcia (22%) y La Rioja (27%).

La página de la organización ecologista en Internet (http://www.wwf.es/) ofrece amplia información sobre su «Incendiómetro 2006», con un mapa español coloreado según el nivel de peligro y una ficha detallada para cada comunidad autónoma a la que se puede acceder desde esta web.

20.000 siniestros anuales

Según los datos del informe de WWF/Adena «Grandes incendios forestales: causas y efectos de una ineficaz gestión del territorio», el 43% de la superficie forestal entre 1991 y 2004 se quemó en el 0,18% de los incendios. Esto es, 30 incendios sobre 20.000 siniestros anuales, causan una auténtica devastación. Y el 47% de ellos son intencionados. Si a éstos se suma el 15% de desconocidos, la intencionalidad se eleva hasta el 62% de los incendios. Además, existen varias comunidades donde la superficie quemada por este tipo de fuegos supera el 60% del total, con casos destacados en Murcia y Cataluña, donde llega a afectar al 78% de la superficie quemada.

Cada año 30 de los más de 20.000 incendios que se producen arrasan el 43% de la superficie forestal quemada en España (150.000 hectáreas)

Y la tendencia es al alza. Desde 1991, se queman de media cada año 150.000 hectáreas en nuestro país, que cuestan 1.124 millones de euros. Este es el valor de la pérdida económica por los incendios en España, a lo que hay que sumar los 650 millones en concepto de extinción, prevención activa y restauración de zonas quemadas.

Félix Romero, responsable del Programa Forestal de WWF-Adena, subrayó hoy la tendencia al alza de los grandes incendios forestales, que consideró una consecuencia lógica del creciente número de siniestros: los 18.140 anuales de los 90 han subido a 21.600 entre 2000 y 2005, con 26.500 en ese último año.

Propuestas de solución

La solución a los grandes incendios pasa, a juicio de WWF-Adena, por resolver los problemas de fondo: un «monte más vulnerable» por el abandono rural (la superficie con un plan de gestión forestal no llega al 12%) y un «caos territorial» derivado de su creciente urbanización. Este escenario agrava los peligros de una «climatología severa y cambiante» que favorece el fuego y, además, tiende a empeorar.

Frente a ello, la organización ecologista plantea cuatro propuestas por boca de su director de Conservación, Enrique Segovia: volver a «poner en valor los espacios forestales» (incluida la planificación sostenible del uso de biomasa); un «nuevo contrato entre lo urbano y lo rural» en el que la ciudad «pague por los servicios ambientales» (como el agua del grifo) que le presta el bosque; una «prevención social» con sus mapas de riesgo, y una investigación rigurosa de las motivaciones de quien quema el bosque para poder perseguir mejor el delito.

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