Despojos de los productos cárnicos se están tirando en vertederos sin que se les dé ningún tipo de tratamiento previo, lo que contraviene lo que dice la normativa medioambiental. La denuncia de estos hechos ha partido de varios fabricantes de harinas animales, encargados de transformar los desechos. Determinados empresarios han visto de esta manera, cómo su actividad se ha reducido en un 70% debido a los vertidos directos que efectúan algunos mataderos.
Los industriales tienen constancia de que al menos en los vertederos de Guillema (Sevilla), Vertresa (Pinto, en Madrid), Sadeco (Córdoba) y Proambiente (cerca de Orihuela, Alicante), se han vertido toda clase de restos de animales muertos. Los despojos van desde cadáveres de diversos animales, plumas, sangre y restos de pollos, hasta productos decomisados, lodos de depuradora y todo tipo de restos procedentes de matadero.
Con el fin de abaratar los costes, algunos mataderos se inclinan por llevar despojos de tripas y plumas de pollo a vertederos, que les cobran 0,03 euros por kilo, en vez de a las plantas transformadoras -las que están autorizadas para el tratamiento de este tipo de residuos-, las cuales piden un desembolso superior, 0,1 euros por kilo.
De momento, la Junta de Castilla-La Mancha es la única administración que ha atajado el problema y ha prohibido el depósito de los desechos en un vertedero de la provincia de Toledo. Fabricantes de harinas animales han comunicado las irregularidades al Ministerio de Agricultura, que a su vez ha exhortado a las comunidades autónomas a que extremen la vigilancia. Y es que son las administraciones territoriales las únicas competentes en el asunto.
«Vacas locas»
La causa de estos vertidos ilegales se origina con la crisis de las «vacas locas». Desde que empezaron a surgir los casos de reses afectadas por la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), el Estado aprobó ayudas para la retirada y destrucción de harinas animales, que ya no pueden ser utilizadas como piensos para la alimentación del ganado. Pero a partir del 1 de enero de este año las subvenciones destinadas para el tratamiento de subproductos cárnicos acabaron. El resultado es que desde entonces algunos mataderos, en vez de enviar los residuos a las empresas transformadoras de subproductos cárnicos para su posterior tratamiento y esterilización, los envían directamente a los vertederos. Esto es una ilegalidad, puesto que los despojos de animales son considerados por ley residuos biodegradables y, por lo tanto, suponen un riesgo ambiental y sanitario.
Entre los restos de los despojos, se encuentran sangre de matanza, carcasas, cadáveres y otras partes de animales que se inscriben en esta clasificación de residuos, dado que al descomponerse pueden llevar a contaminar el aire, el suelo y las aguas, tanto las superficiales como las subterráneas.