Entrevista

Jacob Petrus, presentador de ‘Aquí la Tierra’

El lenguaje de los fenómenos meteorológicos se nos ha ido de las manos a los comunicadores del tiempo
Por Alex Fernández Muerza 21 de agosto de 2015
Img jacob petrus hd

Jacob Petrus es geógrafo especializado en climatología y conocido popularmente por su faceta como presentador del tiempo en televisión y, desde mayo del año pasado, de ‘Aquí la Tierra’ en Televisión Española. El magazine demuestra que se puede llegar a un gran público haciendo “ecologismo con una perspectiva positiva”, según Petrus, que estuvo en un curso de verano sobre educación y comunicación ambiental organizado por la Cátedra Ecoembes-Universidad Politécnica de Madrid (UPM). El presentador habla también en esta entrevista de las previsiones del tiempo y de cómo se abusa de conceptos como “ola de calor” o “ciclogénesis explosiva”. Además, aborda el cambio climático y comenta qué podemos hacer ante él.

¿Cómo se puede llegar al gran público con contenidos ambientales?

Con mucho cariño, y en nuestro caso, en un horario de ocho y media a nueve, básicamente familiar, con sonrisas, entretenimiento y buen rollo. Además de los temas con una perspectiva del territorio, intentamos explicar cómo el clima está detrás de todo lo que nos rodea. El programa es además como una ventana por la que viajar a muchos lugares y ver cosas que hacen pensar. Hacemos una especie de ecologismo con una perspectiva positiva, no queremos reñir a la gente ni enseñar cosas negativas, salvo las estrictamente necesarias.

¿Cómo está respondiendo la audiencia?

“Ahora una previsión del tiempo a 48 horas tiene una fiabilidad de más del 90%”
La respuesta del público es maravillosa. Incluso los directivos de Televisión Española presumen de que nadie habla mal de ‘Aquí la Tierra’. Y mantenerse más de un año en antena, sea cual sea el programa, ya es un gran logro. Además, no se ve de forma individual, sino en familia, desde abuelos a nietos, y todos están contentos al verlo. La gente comenta que está orgullosa de que un programa así se haga en una televisión pública.

¿Hasta qué punto son fiables las previsiones del tiempo?

Las previsiones llevan mejorando desde hace un montón de años, gracias a la introducción de los modelos numéricos. Ahora una previsión a 48 horas tiene una fiabilidad de más del 90%. Luego a medida de que se desplaza en el tiempo va decayendo, pero cada vez se mejora en este aspecto. También aumenta la fiabilidad del detalle en la previsión a corto plazo, muy importante sobre todo en fenómenos meteorológicos extremos que permiten medidas de protección civil y salvar vidas humanas.

¿La estación del tiempo también influye en la fiabilidad de las previsiones?

En nuestras latitudes, la primavera y el otoño son las peores estaciones para hacer previsiones, porque sus condiciones dificultan prever cómo se comportará la atmósfera. España es un país donde es muy difícil prever el tiempo por sus características geográficas, como tener el océano atlántico por un lado y el Mediterráneo por otro, que es un mar muy particular en su interacción con la atmósfera, o el relieve de la península ibérica (somos uno de los países más montañosos de Europa), que hace que el paso de las masas de aire sufra variaciones importantes.

¿No se está exagerando con los conceptos meteorológicos que se transmiten a la sociedad, como “ola de calor“, “ciclogénesis explosiva”, etc.?

“España es un país donde es muy difícil prever el tiempo”
El lenguaje de los fenómenos meteorológicos se nos ha ido de las manos a los comunicadores del tiempo. Hay una serie de términos que usados de forma masiva en los medios de comunicación han perdido su origen. Por ejemplo, la ola de calor. Este año sí tenemos una, pero en los medios de comunicación se habla todos los años de que hay una. Es una mala utilización que supone un problema, porque cuando hay una en realidad, ya no tenemos concepto para definirla. Al final, el perjudicado es el gran público. Con la ciclogénesis explosiva va a pasar lo mismo. Hace unos años fundamos la Asociación de Comunicadores de la Meteorología (ACOMET) en parte por ello.

Hace poco publicaba el libro ‘Aquí la Tierra. ¿Cómo nos afecta el clima?’. ¿Cómo lo hace en nuestra vida diaria?

En todo. El clima marca nuestra pauta de productos en la agricultura y en la ganadería, en la arquitectura cuando por ejemplo las casas de alta montaña usan pizarra de color negro para que se deslice mejor el hielo y absorba más la radiación solar, o los pueblos de Andalucía con sus casas de cal blanca por el sol. Ahora con la arquitectura sostenible se tienen en cuenta estos aspectos para no depender del aire condicionado o la calefacción. El clima también afecta a nuestra salud física y psíquica y, por supuesto, a la economía, un fenómeno extremo en Estados Unidos les repercute a ellos y al resto del mundo.

Este año se celebra en París la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático, la COP 21. ¿Será un intento fallido como las anteriores de llegar a acuerdos decisivos?

Cuesta ser optimista, pero vamos a ver si el cambio de mentalidad de Estados Unidos arrastra al resto de países. Pero no creo que los acuerdos vayan a ser suficientes como para frenar lo que es una realidad y con una tendencia independientemente de lo que hagamos ya. Sobre todo porque los países pobres, que son los más afectados, tienen menos poder de decisión. Está mal planteado.

¿Estamos a tiempo de hacer algo?

“El clima nos afecta en todo en nuestra vida diaria”
Los climatólogos nos avisan de que todavía no hemos llegado al nivel crítico, pero nos falta poco. Aunque hoy frenáramos todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la tendencia haría que siguiera el cambio climático. Estamos a tiempo de hacer cosas, pero hay que asumir las consecuencias y estar preparados. Hay que pensar en el cambio climático no como en algo que nos matará a todos calcinados, sino en pequeñas consecuencias que nos pueden alterar nuestra vida, como la intensidad y la frecuencia de las olas de calor, y que es a escala planetaria. Debemos ser conscientes de que nosotros tenemos capacidad de reacción, pero hay muchos países que no. Es un deber moral pensar en las consecuencias de nuestros actos.

¿Qué podemos hacer como ciudadanos y consumidores?

Ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos, como cuando dejamos abierto el grifo del agua o no reciclamos. Y pensar en los más pequeños, que los mensajes sean parte de su vida cotidiana y crezcan con esas medidas incorporadas.

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