Cada año se generan más toneladas de basura electrónica, principalmente ordenadores y teléfonos móviles. Estos residuos, altamente contaminantes, deben recibir un tratamiento especial para no perjudicar al medio ambiente y a la salud de las personas. El informe «Signos Vitales», que cada año elabora la organización ecologista Worldwatch, indica que sólo un monitor tiene entre 1,8 y 3,6 kilos de plomo, un metal nocivo para el sistema nervioso y el desarrollo de las células de la sangre.
Las baterías de los ordenadores contienen cadmio, que aumenta el riesgo de cáncer, provoca daños en el feto y el sistema reproductor de los seres humanos. Y las nuevas pantallas planas llevan mercurio, que también afecta al desarrollo del sistema nervioso, señala el informe. El 90% de los residuos tecnológicos, dicen los ecologistas, suelen acabar en los vertederos de basura doméstica o abandonados en cualquier lugar. La filtración de estos metales en el subsuelo podría contaminar los flujos de agua subterráneos, por lo que su eliminación se advierte fundamental.
El fabricante, responsable
El 4% de la basura total que se produce en Europa corresponde a residuos eléctricos y electrónicos, de los cuales la mayoría pertenecen a ordenadores y móviles, según un estudio del Grupo de Trabajo para los Residuos Eléctricos y Electrónicos de la Unión Europea (UE). La Oficina Ambiental Europea estima que los residuos electrónicos llegarán a 7,4 millones de toneladas en 2004. Dadas la cifras, el Parlamento Europeo está preparando una normativa que obligará a las empresas a responsabilizarse de sus productos desde su fabricación hasta que termine su vida útil, promoviendo así su reciclaje. Aunque prevén que esta normativa encarecerá un 5% los ordenadores. De momento, a partir de 2006 se prohibirá fabricar ordenadores y electrodomésticos con plomo, mercurio, cadmio, cromo hexavalente y bifeniles polibrominados o éter difenil.
Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, entre el cincuenta y el ochenta por ciento del material electrónico destinado al reciclaje se envía por barco a países en vías de desarrollo, principalmente a India, China y Pakistán.
Las estrictas medidas medioambientales estadounidenses hacen que todo tipo de chatarra tecnológica se exporte a estos países, pasando el problema a los menos favorecidos, donde «los hombres, mujeres y niños pobres que procesan esta basura trabajan en condiciones primitivas y utilizan tecnología del siglo XIX para tratar los residuos del siglo XXI», señala el estudio «Exportando daño: la basura de alta tecnología en Asia», elaborado por cinco organizaciones ecologistas. «Los trabajadores no cuentan con equipos respiratorios de protección o ropas especiales y muchas veces abren los cartuchos con destornilladores y utilizan pinceles o las manos para arrojar el tóner en baldes», prosigue el informe. Asimismo, estas organizaciones denuncian que las tareas de reciclaje están degradando el medio ambiente porque en esos países las medidas que lo protegen son inadecuadas.
Hace dos semanas, se presentó en Estados Unidos un proyecto de ley para facilitar el reciclaje de los ordenadores y monitores, que consiste en la imposición de un impuesto que, en caso de aprobarse, incrementaría el precio de los equipos informáticos y monitores en diez dólares, respectivamente. Este dinero iría a parar a las arcas de la Agencia de Protección Ambiental, que lo destinaría a las empresas de reciclaje.