Los bosques certificados aseguran una gestión forestal sostenible

España cuenta desde la semana pasada con las primeras plantaciones con el sello FSC
Por EROSKI Consumer 12 de mayo de 2003

La certificación forestal acredita que productos de origen forestal como madera, papel, tableros, carbón vegetal, etc., han sido extraídos de bosques gestionados desde un punto de vista sostenible. España cuenta, desde la semana pasada, con los primeros bosques certificados en su territorio. Dos están en la Península, en Gerona y Cáceres, gestionados por la empresa Bosques Naturales, y el tercero de ellos es un monte consorciado en la isla de Gran Canaria, cuya gestión recae en el Cabildo de esta isla.

Estos bosques han obtenido el sello perteneciente al Forest Stewardship Council (FSC), el único de ámbito mundial y que está apoyado por las principales organizaciones ecologistas internacionales. Precisamente, en España ha sido WWF/Adena la promotora de la certificación de bosques, tras «un arduo trabajo de más de cinco años», afirma su director de conservación, Enrique Segovia.

Para llegar a conseguir el sello de calidad, estos bosques han tenido que pasar diversos controles realizados por un equipo de auditores españoles, coordinados por la entidad certificadora Smartwood, una de las diez entidades de certificación independientes acreditadas por el FSC. «Esta entidad fue pionera en la certificación forestal de los bosques de Indonesia, después de años de tala ilegal y de contrabando de madera», explica el coordinador de Smartwood para Europa occidental, Jamie Lawrence.

Los criterios que rigen la auditoría van desde la protección del suelo, la calidad del agua, la conservación de la biodiversidad y los impactos paisajísticos, pasando por la existencia de un plan de ordenación del bosque, hasta la garantía de la seguridad de los trabajadores de la explotación y sus condiciones de contrato. Una vez superado este examen, se obtiene un certificado con una duración de cinco años, si bien anualmente se realizan controles de seguimiento.

Plantaciones artificiales

La singularidad de estos bosques es que, a pesar de lo que su nombre indica, son plantaciones artificiales. «No ordenamos bosques antiguos, sino que creamos bosques partiendo de cero», asegura el presidente de Bosques Naturales, Ángel Briones. «Nuestra filosofía -añade- es que si cualquier producto de consumo se puede producir, por qué no la madera». En este sentido, la actividad de esta empresa se orienta a la producción intensiva de especies forestales de crecimiento rápido y de alta producción maderable (cerezos, nogales, perales, fresnos, etc.). Más del 40% de la superficie de estas fincas, ahora certificadas, se dedica a la conservación de la vegetación natural y, por tanto, no se interviene en ellas.

Por su parte, la iniciativa de Gran Canaria supone la certificación para un grupo de 21 montes consorciados del Paisaje Protegido de las Cumbres, en el centro de la isla, y convierte al Cabildo de esta isla canaria, que ha asumido la gestión de los montes, en la primera administración pública española que consigue un certificado FSC de gestión forestal. Estos montes certificados constituyen una masa mixta de pino canario, pino piñonero, pino insigne y pino carrasco, estos tres últimos son especies exóticas en la isla, procedentes de repoblaciones forestales realizadas a mediados del siglo pasado. La superficie total certificada es de 686 hectáreas que se gestionarán para la recuperación del pinar autóctono de pino canario y para a medio plazo obtener productos como carbón vegetal.

«Cadena de custodia»

La certificación supondrá que los productos que salgan de estos montes -madera en el caso de Bosques Naturales, y carbón vegetal y almendras en las plantaciones canarias- lleven el sello FSC, que permitirá al consumidor saber que sus compras de productos forestales no contribuyen a la destrucción y degradación de los bosques.

Pero para garantizar esta procedencia es necesario un control desde que estos productos salen del bosque hasta que llegan al consumidor final. Por ello, el FSC tiene una segunda vertiente, que es la inspección de lo que se llama «cadena de custodia», esto es, la certificación de la cadena de transformación y suministro. En el caso de la madera, implica la verificación del flujo de la madera desde el bosque, a través de los procesos de transformación (aserrado y manufactura) y de comercialización, hasta llegar al consumidor final. En España no hay todavía ningún producto certificado nacional, pero sí se importan productos certificados del extranjero. De lo que se trata es de que en esta cadena todas las empresas que participen también sean respetuosas con los principios inspiradores del FSC.

En nuestro país ya hay trece empresas con certificado FSC para la cadena de custodia, que van desde compañías de maderas, hasta un fabricante de puertas, un fabricante de suelos, un importador y un almacenista. Para Greenpeace, la implantación de la certificación forestal FSC en España se ha visto favorecida en estos primeros años por la mayor exigencia de otros mercados más comprometidos con el denominado «consumo responsable». Así, tres de las cuatro primeras empresas españolas que obtuvieron esta acreditación tienen sus principales mercados en el Reino Unido y Estados Unidos. Y es que en España es posible comprar persianas, papel, muebles de teka, suelos, puertas, estanterías, mobiliario de jardín y diversos accesorios de baño y cocina con el sello FSC. Lo que falta ahora es que el consumidor se conciencie de la importancia de comprar productos certificados, para que así la demanda vaya creciendo y fuerce el cambio del sector.

En este sentido, un estudio realizado por la Fundación Entorno en el año 2000 revelaba que a los españoles empezaba a preocuparles lo que introducen en la cesta de la compra. Un 26% de los consumidores prima que lo que compra no dañe el medio ambiente, mientras que ocho de cada diez españoles no compraría un producto si se le informara de que el fabricante realiza prácticas que perjudican el medio ambiente. Asimismo, otro estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y Adena, referido al consumo de productos de origen forestal, mostraba que el consumidor español era favorable a los sellos que, como el FSC, identifican los productos forestales procedentes de la gestión sostenible, estando incluso dispuesto a pagar más por ellos.

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