Sólo el 17% de la superficie terrestre permanece a salvo del impacto humano, según un informe

El continente helado, la Antártida, es el último gran espacio virgen de la Tierra
Por EROSKI Consumer 29 de octubre de 2002

Sólo un 17% de las tierras emergidas del planeta están prácticamente libres del impacto directo de la actividad del hombre, según un informe de la Sociedad para la Conservación de la Vida Salvaje y la Universidad de Columbia (EE.UU.). Explotaciones agrícolas, mineras y pesqueras, asentamientos humanos e infraestructuras constituyen el resto de la Tierra.

Únicamente la Antártida se ha salvado, hasta el momento, de la influencia de nuestra especie. La presencia humana en el continente helado se limita a un reducido número de bases científicas. Es el último gran espacio virgen en un mundo en el que el hombre consume el 40% de la materia verde -bien directamente, bien a través de la ganadería-, el 35% de la biomasa de las plataformas oceánicas y el 60% de la de ríos y lagos. Los responsables del trabajo destacan un cálculo del biólogo Edward O. Wilson según el cual, si cada habitante del planeta consumiera al mismo nivel que un estadounidense medio, «harían falta cuatro Tierras para cubrir las necesidades de la población mundial».

Mapas mundiales

A la hora de cuantificar el impacto de la actividad humana sobre el entorno, los investigadores han tenido en cuenta la densidad de población, la accesibilidad por carreteras y cauces fluviales, las infraestructuras eléctricas y la transformación del suelo en urbano y agrícola. Con esos datos, han dibujado dos mapas mundiales: uno que refleja los efectos de la actividad de nuestra especie en el medio ambiente y otro en el que se resaltan las últimas regiones salvajes, aquéllas donde la impronta humana resulta casi imperceptible.

En el primero de los mapas -que muestra la huella del hombre-, todas las grandes ciudades reciben la peor nota -la más alta-, y Europa Occidental y el subcontinente indio aparecen como las regiones más castigadas. Sin embargo, los autores advierten de que, incluso en donde la naturaleza ha sido sistemáticamente arrinconada por nuestra especie, hay posibilidades de recuperación del entorno, como se ha demostrado en el caso del río Hudson, que baña los muelles de Nueva York, y en el del tigre, un gran felino que comparte espacio en India con más de 1.000 millones de personas.

Los últimos refugios

El 98% de los suelos en los que puede crecer el arroz, el maíz y el trigo están bajo presión humana; pero, al mismo tiempo, quedan grandes espacios cuasi vírgenes: los bosques del norte de Alaska, Canadá y Rusia; las altiplanicies del Tíbet y Mongolia, y la mayor parte de la cuenca del Amazonas. En total, los investigadores han identificado 568 zonas en las que están representados todos los ecosistemas terrestres. Ese 17% de tierras emergidas aún libre de la influencia humana es, a juicio de los expertos, donde se encuentran las mejores oportunidades para iniciativas conservacionistas.

«Las dos lecciones (del mapa) de la huella humana son éstas: necesitamos conservar lo último de la vida salvaje, ya que hay lugares donde la naturaleza permanece casi inalterada y el impacto de las infraestructuras humanas es mínimo; y tenemos que transformar la huella humana para que la naturaleza pueda surgir en todos lados, incluidas las zonas más afectadas», ha explicado Eric Anderson, director del estudio. El trabajo sólo ha dejado de lado la Antártida y algunas zonas árticas por falta de datos y constancia de que apenas están pobladas.

Montañas amenazadas

Por otro lado, un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) advierte de que el hombre es una amenaza continua para el conjunto de las regiones montañosas del planeta. La actividad agrícola, la construcción de carreteras, el fuego y los conflictos bélicos han puesto en peligro estos ecosistemas, que ocupan el 24% de la tierra firme y de los que depende gran parte de la Humanidad. «Las montañas son las torres de agua del mundo, desde donde fluyen los ríos más caudalosos del mundo», explica Klaus Toepfer, director del UNEP.

Una de cada dos personas depende de las montañas para el suministro de agua dulce. Y el informe del UNEP, que se va a presentar en la Cumbre Mundial sobre la Montaña, que se celebra en Bishkek (Kirguistán), indica que la conversión de terrenos de montaña en suelo cultivable y pastos está llevando a una pérdida de la masa forestal y la cubierta vegetal que acelerará la erosión, además de afectar a la vida salvaje y a la distribución de agua dulce.

El mapa realizado por los investigadores del Centro Mundial para la Monitorización de la Conservación, dependiente del UNEP, presenta gráficamente las causas de los cambios en los ecosistemas montañosos: desastres naturales, incendios, cambios climáticos, guerras, conversión de terrenos para uso humano, etcétera. «Tenemos por primera vez una foto global de las amenazas y la vulnerabilidad de estas regiones», dice Mark Collins, director del centro.

Los expertos saben ahora que un 34% de las tierras de montaña africanas se ha convertido ya en pastos y otro 10%, en zonas de cultivo. En el otro lado de la balanza, sin contar Groenlandia, las montañas mejor conservadas están en América Central y del Norte, donde sólo el 14% del suelo ha sido transformado.

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