El agujero en la capa de ozono no sólo tendría efectos nocivos en cuanto a las radiaciones ultravioleta, sino que también habría protegido a la Antártida durante los últimos 30 años del deshielo producido por el cambio climático. Esa es al menos la teoría que se defiende en el último estudio del Comité Científico de la Investigación Antártica (SCAR), titulado «Medio ambiente y cambio climático en la Antártida». Este trabajo recoge los datos recabados por un centenar de científicos especializados en el continente blanco y en el que destaca la participación del British Antarctic Survey (BAS). Hace 25 años el mundo fijaba su atención en el recién descubierto agujero en la capa de ozono y los líderes de las grandes potencias se reunían en Montreal (Canadá) para frenar su expansión. Los científicos revelan ahora cómo este fenómeno ha sido capaz de crear un escudo que amortigua el impacto del calentamiento global en la Antártida. Ello se debe a que el agujero ha intensificado la incidencia de los vientos fríos en torno al continente helado, en especial los procedentes del polo sur (denominados «vórtex») y los de poniente, lo que contribuye al mantenimiento de las temperaturas habituales de la zona, explica el BAS. Es «una prueba asombrosa de cómo un fenómeno medioambiental creado por el hombre ha sido capaz de aislar a la Antártida del calentamiento global, indica el profesor John Turner, miembro del BAS. «A pesar de ello, no todas las regiones se han beneficiado por igual, ya que la Antártida Occidental (la más afectada por el deshielo) y la costa más oriental de la Península Antártica sí han registrado un aumento «leve» de las temperaturas, sobre todo en los meses de verano. No obstante, el estudio recuerda que a lo largo del presente siglo el agujero en la capa de ozono se reducirá, con lo que el efecto invernadero podría comenzar a acechar a la Antártida en las próximas décadas y provocaría un aumento de las temperaturas de la zona de tres grados centígrados. Los científicos aseguran, al referirse al deshielo del continente, que el grueso de la capa de hielo antártica no ha mostrado grandes cambios en los últimos años. Sin embargo, advierten de que en zonas puntuales, como la costa más oriental de la Península Antártica o la más occidental del continente, sí se percibe el adelgazamiento de la superficie helada.