Una red de sensores controlará todo tipo de indicadores ambientales en el tramo final del Ebro

Permitirá el control "online" de la calidad del agua, el régimen hídrico, la salinidad y la regresión
Por EROSKI Consumer 20 de enero de 2003

El borrador del Plan Integral del Delta del Ebro, a cuya elaboración se instaba en la ley del Plan Hidrológico Nacional (PHN), ya está terminado, si bien ahora quedan otros dos meses para que vuelva a ser debatido y sea aprobado por el Consorcio encargado de elaborarlo y de ejecutar y coordinar las actuaciones que de él se deriven, para en el mes de abril presentarlo al Gobierno. Sin embargo, algunas de las medidas recogidas en él están ya más que consensuadas y aprobadas, dada su importancia. Es el caso de la puesta en marcha de una red de sensores que controlará todo tipo de indicadores ambientales en el tramo final del río Ebro, y que ya aparece recogido en los presupuestos del Consorcio aprobados para 2003.

Concretamente, estos sensores estarán colocados en los últimos 90 kilómetros del río y en todo el perímetro del Delta. Según el director ejecutivo del Consorcio, Joaquín Fabra, se trata de «una red pionera a nivel mundial», que permitirá que el Delta del Ebro se convierta en «el territorio más controlado del mundo». «Ya habíamos avanzado -dice Fabra- que la prioridad del Consorcio es dar todas las herramientas de control, y ésta es una de ellas». Joaquín Fabra espera que este proyecto comience a materializarse en los últimos meses del año, pues ahora empieza la fase de licitación y concurso.

Así, estos sensores transmitirán todos los datos que recojan vía cable, satélite u ondas de radio, dependiendo de cada caso, y permitirán el control «online» de factores como la calidad del agua, el régimen hídrico, la salinidad y la regresión. Fabra explica que el objetivo es saber exactamente en qué situación están las variables de las que se compone cada uno de los indicadores ambientales y si las actuaciones que se realizan son efectivas para en caso contrario corregirlas.

En total, son seis los tipos de redes de indicadores. La red de variables del régimen hídrico controlará el caudal de agua, la velocidad, los vertidos incontrolados, las batimetrías (qué forma tiene el lecho del río), los componentes orgánicos del agua, la cantidad de sedimentos, y de qué tipo, que bajan por el río, la presencia de algas y el estado de las riberas del río.

La red de variables de regresión y subsidencia (hundimiento del delta) recogerá por medio de los sensores a través de satélite la evolución física del Delta, tanto de altura como de superficie, y evaluará los efectos que la agricultura y las propiedades presentes en el Delta puedan tener en esta evolución. En tercer lugar, la red de variables de mejora del hábitat físico de los ecosistemas tomará datos sobre las características de cada especie que habita en el Delta; realizará censos periódicos y controlará los ritmos biológicos, con el fin de contar con los parámetros que influyen en el comportamiento de esos ecosistemas. Por su parte, conocer qué tipo de materiales están presentes en el agua será la función de la red de variables de calidad del agua que, entre otras cosas, permitirá saber cómo distribuir a una laguna o bahía.

Además de estos indicadores que podríamos considerar como puramente ambientales, existen otros dos muy importantes, sobre todo si se tiene en cuenta que en la plana deltaica viven 15.000 personas. El Delta ya no es hoy un espacio natural, sino un medio muy intervenido por el hombre, donde los cultivos -principalmente arrozales- y las zonas urbanas llegan a ocupar el 80% de su superficie. Por ello, dos redes de indicadores estudiarán las variables de la interrelación del hombre con los flujos del agua y las de un modelo agronómico sostenible.

La primera analizará cómo afecta al medio ambiente cualquier actividad humana -el delta tiene usos piscícolas marisqueros, pesqueros y agrícolas- y su evolución en el tiempo; mientras que la segunda pretende asegurar que la agricultura no genere salinización de los terrenos, mineralización de las aguas superficiales o intrusión de la cuña salina (entrada del mar por el eje del río), al tiempo que permitirá inventariar la superficie agrícola.

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