Zonas de baño contaminadas: dónde están y qué riesgos entraña meterse en sus aguas

Aún es pronto para saber las secuelas a largo plazo que tiene en la salud la exposición frecuente a los contaminantes presentes en las aguas de baño, pero sí se conocen sus efectos casi inmediatos en el cuerpo
Por Beatriz Portinari 20 de julio de 2023
aguas contaminadas
Imagen: sergio souza
La mayoría de las aguas de baño en España (87,4 % en 2021) cumplen con los requisitos de calidad «excelente», que se mide con frecuentes análisis para saber si el baño es seguro. Y gracias al sistema Náyade, desde 2008 todos los ciudadanos tenemos la posibilidad de comprobarlo: en este censo del Ministerio de Sanidad podemos consultar la calidad del agua de nuestro destino de vacaciones, ya sea en interior o el litoral, y revisar las alertas sanitarias o cierres temporales por contaminación fecal en tiempo real. Porque bañarse en aguas contaminadas tiene efectos perjudiciales para la salud, como explicamos a continuación.

¿Qué pasa si nos bañamos en aguas contaminadas?

Entre las consecuencias más frecuentes para la salud que tiene bañarse en zonas contaminadas destacan las posibles diarreas —derivadas por la presencia de enterococo intestinal y Escherichia coli—, problemas digestivos, irritaciones de mucosas y de la piel o reacciones alérgicas. Todavía es pronto para saber las secuelas a largo plazo en la salud provocadas por una exposición frecuente a los contaminantes, que afectaría sobre todo a la población local que practica deporte, pasea, toma el sol o se baña durante todo el año en una playa que puede estar contaminada.

En 2021, la organización ecologista Surfrider Foundation Europe, que lleva 30 años analizando los residuos acuáticos, la calidad y salubridad del agua, el desarrollo costero y el impacto del cambio climático, lanzó un Manifiesto Europeo para las Aguas Saludables, en el que instaba a mejorar la vigilancia y tratamiento de los distintos tipos de contaminación, que actualmente no son controlados.

“Esta contaminación puede adoptar diferentes formas: contaminación bacteriológica, con presencia en el agua de microorganismos patógenos como bacterias, virus o parásitos, procedentes de residuos urbanos, aguas residuales y escorrentías, navegación a vela o turismo de tipo crucero; contaminación química presente en el suelo, aire o ambientes acuáticos. En la actualidad hay más de 100.000 sustancias químicas catalogadas que incluyen metales pesados, hidrocarburos, residuos de medicamentos, pesticidas o fertilizantes”, advierten los firmantes del manifiesto.

Según esta organización, solo el 38 % de las aguas superficiales (ríos, lagos y aguas de transición y costeras) se clasifican en buen estado químico en Europa, dato que contrasta con el 84,7 % de las zonas de baño de calidad excelente del que habla el informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).

Los puntos negros de la costa española

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Imagen: Eroski Consumer

También el ‘Informe Banderas Negras‘, que cada año publica la ONG Ecologistas en Acción, señala las deficiencias en la gestión y vigilancia de la contaminación en el litoral. Otorgan 48 “banderas negras” —dos por provincia o ciudad autónoma: Bandera Negra a la Mala Gestión Ambiental y Bandera Negra por contaminación— , después de la supervisión anual de más de 8.000 kilómetros de costa.

“El ‘Informe Banderas Negras’ no se limita a analizar la calidad del agua de baño, sino problemas relacionados con la industria, la sobreexplotación urbanística de zonas protegidas o masificación turística debidos a una mala o inexistente planificación”, plantea Cristóbal López, coordinador del informe y portavoz de Ecologistas en Acción.

Y añade: “Hay una serie de playas que pueden tener vertidos por deficiencias en las infraestructuras de depuración —porque en verano la zona multiplica por dos o tres su población— y las depuradoras colapsan y vierten directamente al mar. La oxidación de las heces demanda mucho oxígeno, roba oxígeno en una zona de agua, ahoga a los peces, lo mata todo, más allá de que evidentemente nadie se quiere bañar en una playa llena de residuos fecales. El reclamo natural que ofreces, tus propios recursos naturales los destruyes por una mala gestión y eso es lo que se encuentra el turista, que no querrá volver. Es un problema no solo medioambiental, sino también económico”.

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