La Fundación RACC se creó en 1994 con una meta: reducir el número de accidentes de tráfico y de vidas perdidas en la carretera. Ésta es, al menos, la filosofía que comparten más de un millón de personas asociadas y con la que trabaja cada día Alfonso Perona (Barcelona, 1956), secretario ejecutivo de la entidad. Las armas para conseguirlo son la defensa de los intereses colectivos y las estrategias a largo plazo. En opinión de Perona, sólo de esta manera se logrará crear una nueva cultura de la movilidad que acabe con su actual visión gremialista. “Si cada uno lucha desde su trinchera -advierte-, no avanzaremos hacia el objetivo común”. Respecto a las cifras, califica de “alarmantes” las referidas a la mortalidad infantil y juvenil. “Una epidemia silenciosa que no debemos tolerar”. Defiende la prevención, las campañas de concienciación y la educación desde la infancia como posibles soluciones, y, sin restar mérito al permiso por puntos, cree que éste debe ser sólo “el inicio de una reforma en profundidad del sistema sancionador”.
La Fundación ha actuado desde su creación como altavoz de las demandas de los socios del RACC, más de un millón de personas en toda España, en los temas de movilidad de las personas, siendo este objetivo nuestra guía en el trabajo. No podemos olvidar que todo ello afecta a la reducción del número de accidentes y de vidas perdidas en nuestras carreteras. Dedicamos nuestros esfuerzos a mejorar aspectos de la seguridad viaria que afecten a las infraestructuras, a las personas y al automóvil. Nosotros queremos ser referente en nuestros estudios y ponerlos al servicio de las administraciones para mejorar aspectos de la movilidad y la seguridad vial, que contribuyan a salvar vidas.
Perseguimos que todas nuestras actuaciones estén impregnadas de valores como la independencia, la defensa de los intereses de los usuarios de la carretera, el rigor y la profesionalidad, porque es la única manera de tener credibilidad. Si sólo se defienden posturas individuales y no los intereses colectivos, no avanzaremos en una mejora de la seguridad vial. En demasiadas ocasiones, las medidas se toman muy a corto plazo, obviando que se debe actuar con estrategias más amplias y a largo plazo. Nosotros, el RACC y su Fundación, no somos una entidad de varios colectivos, sino de uno: el usuario de la carretera. Como dice nuestro presidente, Sebastián Salvadó, queremos ser “el sindicato de los buenos conductores”.
Debemos avanzar más en lo colectivo y en crear una nueva cultura de la movilidad. Los temas de seguridad, la congestión de las carreteras o la convivencia en las ciudades hacen que los parámetros de los años 70 y 80 se deban cambiar. Ante todo, todos somos personas que tenemos la necesidad vital y social de movernos y tenemos que tener la libertad de poder elegir diferentes alternativas de desplazamiento, pero cuidando siempre los aspectos de seguridad y control de contaminación. Es necesario invertir en más formación. En los últimos años se observan avances muy importantes, pero sigue existiendo un concepto muy gremialista de la movilidad y seguridad vial, que es necesario cambiar. Si cada uno lucha desde su trinchera, no avanzaremos hacia el objetivo común, que debe ser más seguridad vial, movilidad accesible y más sostenible.
“El urbanismo debe ir absolutamente ligado a la movilidad de las personas y debe partir de la planificación y no de la especulación”
En movilidad, se ha de tener en cuenta primero en las personas y después en los otros elementos de transporte, como automovilistas, ciclistas o motoristas. Pensar primero en el bien colectivo y después en el individual. Ante los nuevos diseños urbanos o las modificaciones de los ya existentes, se deben priorizar aspectos de movilidad y desplazamiento, no apostar únicamente por el desplazamiento en coche privado. Por ello, es imprescindible planificar el transporte público desde el inicio y diseñar pensando en las personas y en la mejora de la convivencia. En definitiva, el urbanismo debe ir absolutamente ligado a la movilidad de las personas y debe partir de la planificación y no de la especulación.
Los peatones y los ciudadanos en general debemos entender que nuestro entorno cambia y todos nos debemos adaptar a las modificaciones y a las nuevas estructuras viales. Todos en un momento determinado de nuestro día a día somos peatones. El peatón es una persona que se desplaza con diferentes modos y, generalmente, anda, pero puede ir en coche, autobús o bicicleta. Es la persona que se mueve, no se trata de crear clases de ciudadanía. La prudencia debe prevalecer siempre.
Es necesario recuperar los valores de civismo y respeto a los demás, y conocer conceptos nuevos de seguridad en general. Las sociedades que avanzan y se superan tecnológicamente deben aprender también a convivir con más riesgos. En la escuela, pero también en la familia, se debe educar en valores sobre la prevención. Por lo tanto, es vital para formadores, padres y madres, disponer de información de los riesgos y de las soluciones o prevenciones de estos riesgos.
El concepto de riesgo viario es complejo y las personas tienen una tendencia a resistirse a la idea de estar en peligro. Nos creemos infalibles y no tenemos en cuenta que la circulación es algo cotidiano pero todos podemos sufrir un accidente. Nuestra sociedad todavía considera el accidente de tráfico como una cuestión del azar, cuando en realidad es el fruto de un conjunto de factores, muchas veces evitables. Sólo hay que comprobar que, a través del factor humano, se pueden explicar la mayoría de accidentes de tráfico que se producen. Como el tema es complejo y de alcance social, no se debe trasladar esta responsabilidad sólo a los colegios, sino que se debe partir de un compromiso político y social.
“Nos creemos infalibles y no tenemos en cuenta que la circulación es algo cotidiano y que el accidente nos puede llegar a todos”
Los accidentes de tráfico de los jóvenes suponen un coste agregado de cerca de 4.200 millones de euros al año en España, con este dato creo que podemos valorar lo importante que es invertir en seguridad vial y en especial en el sector joven, de 15 a 29 años. Más allá de las cifras, la pérdida de una vida humana comporta un drama familiar incalculable y con secuelas de por vida. Para la accidentalidad de los jóvenes no hay una solución única, se debe actuar en múltiples frentes y, como bien pregunta, las soluciones pasan por realizar campañas de concienciación dirigidas específicamente a este colectivo, educar desde la infancia en seguridad y estudiar la posibilidad de introducir la conducción acompañada, con lo que se incrementa la experiencia. Se debe modificar, y urgentemente, el sistema de examen para obtener la licencia para conducir ciclomotores. Los requisitos deben ser los mismos que el permiso de conducir para así aumentar el sentido de la responsabilidad. También creemos que puede ayudar fijar una tasa de alcohol cero para los conductores noveles y ampliar la oferta de transporte público, sobre todo, en zonas de ocio.
“Nos creemos infalibles y no tenemos en cuenta que la circulación es algo cotidiano y el accidente nos puede llegar a todos”
La situación es alarmante. Los accidentes de tráfico son la primera causa de muerte entre los jóvenes en España, por delante de las drogas y el sida. Cada año mueren en España cerca de 1.400 jóvenes -cuatro jóvenes cada día- y más de 8.000 resultan heridos. La probabilidad de que un joven muera en España en accidente de tráfico es el doble que en Suecia o en Holanda. Se trata de una epidemia silenciosa que no debemos tolerar. Estos datos son suficientes para analizar el problema desde una visión pluridisciplinar y proponer actuaciones. Otros países han conseguido reducir la accidentalidad de los jóvenes a niveles más bajos, ¿por qué no podemos conseguirlo nosotros también?
El carné o permiso de conducir por puntos es una iniciativa que afecta a todo el colectivo de conductores, no es sólo un tema de los más jóvenes. Con el sistema de puntos se pretende reforzar la sanción al conductor reincidente, que en definitiva es el que ocasiona más accidentes y, afortunadamente, se trata de un grupo reducido de personas. Con el permiso por puntos se penaliza a los infractores reincidentes y se actúa contundentemente sobre el colectivo, minoritario, responsable de la mayoría de accidentes, además tiene un concepto reeducador que no se tenía hasta el momento. Pero el permiso por puntos debe ser el inicio de una reforma en profundidad del sistema sancionador y hay que adaptarlo a la realidad social del siglo XXI.
“El permiso por puntos debe ser el inicio de una reforma en profundidad del sistema sancionador y hay que adaptarlo a la realidad social del siglo XXI”
Todo en esta vida puede ser mejor y, sobre todo, cuando hablamos de muertes de personas. Pero el descenso interanual del 14% es una cifra importante y buena. Las campañas de comunicación en torno al permiso por puntos ayudaron a crear unas buenas expectativas y un cambio de hábitos en muchos conductores. Se deben seguir tomando medidas, como mejorar la agilidad del sistema para que no se pierdan los efectos positivos del sistema. Sin ello, la credibilidad del sistema se puede ver cuestionada.