La primera tarea en caso de encontrarnos un accidente es asegurar el lugar y las víctimas, tal y como se describe en el primer artículo de esta serie. Una vez estemos en disposición de atender a los heridos, comenzaremos por valorar sus funciones vitales para saber cómo funciona el cerebro (consciencia), los pulmones (respiración) y el corazón (pulso):
–El herido está consciente si reacciona a estímulos externos, como nuestra voz, al tocarlo o estimularle, por ejemplo, con un pellizco.
–Para comprobar si respira debemos acercarnos a su nariz y boca. La respiración se puede ver, oír y sentir.
–Para determinar la posibilidad de una parada cardiaca, hay que comprobar, si se sabe hacerlo, el pulso carótideo, presionando suavemente en el lateral del cuello, a la altura de la nuez, aproximadamente.
Una de las técnica básicas de primeros auxilios es la respiración boca a boca. Hay que ponerla en práctica cuando el accidentado no respira espontáneamente, se encuentra inconsciente pero mantiene el pulso. La respiración artificial le hará llegar aire a los pulmones. Los pasos son los siguientes:
–Colocar una mano sobre la frente, tapando su nariz con los dedos índice y pulgar. La otra mano, sujetando el mentón y tirando de él hacia arriba.
–Tomar aire, poner la boca alrededor de los labios del accidentado e introducir el aire en dos veces seguidas, dejando que salga aire entre ambas.
–Si no reacciona, insistir. Hay que repetir la operación doce veces por minuto, es decir, una respiración cada cinco segundos.
Varias instituciones como Cruz Roja y la DYA imparten cursillos de primeros auxilios en carretera. Las pocas horas invertidas en esta formación básica estarán bien recompensadas si un día nos encontramos ante cualquier siniestro con heridos.
