Entrevista

Carlos Aparicio, presidente de la Sociedad Española de Odontología Mínimamente Invasiva (SEOMI)

El objetivo de la odontología mínimamente invasiva es preservar el tejido original lo máximo posible
Por Clara Bassi 14 de abril de 2009
Img carlos aparicio
Imagen: CONSUMER EROSKI

“No hacer, más que hacer”. Aunque suene raro, ésta es la nueva filosofía de trabajo de los dentistas, contenida en la expresión “odontología mínimamente invasiva”. Este concepto se refiere a una forma de trabajar más conservadora, consistente en aplicar tratamientos lo menos agresivos posibles para las enfermedades dentales, periodontales y, en general, de la boca. Gracias a ella, se han producido cambios revolucionarios. Ahora, por ejemplo, un tratamiento de implantes se puede realizar en un día, mientras que antes era muy agresivo y se tardaba un año en completarlo, explica en esta entrevista Carlos Aparicio, presidente de la Sociedad Española de Odontología Mínimamente Invasiva (SEOMI).

¿Qué es la odontología mínimamente invasiva?

La esencia de la odontología mínimamente invasiva es preservar el tejido original lo máximo posible. Abarca muchos aspectos, procedimientos de tratamiento en odontología y diagnóstico precoz o prevención, y puede y debe ser utilizada en todas las enfermedades, como la caries, la enfermedad periodontal, el desgaste de piezas dentales, las reconstrucciones dentales, las prótesis dentales o la colocación de implantes; se puede aplicar a todos los procedimientos. En realidad se trata de una filosofía de trabajo que pretende más “no hacer” que “hacer”, siempre que no hacer no implique no tratar.

¿Podría poner un ejemplo?

Lo cierto es que más que un ejemplo, habría múltiples ejemplos. Imagínese un caso tradicional, un puente. Para hacerlo habría que reparar una pieza anterior y otra posterior al hueco con unas fundas, lo que debilitaría los dientes; en la parte abierta se podrían formar caries u otros problemas, de forma que, en lugar de dos piezas, con el tiempo se perderían tres. En vez de esto, se puede colocar un implante y no tocar esas piezas dentales. En EE.UU., por ejemplo, donde hay seguros privados, se está favoreciendo que se coloque un implante, así se pierde una sola pieza, frente al sistema tradicional. Otro ejemplo es el de la caries.

Hábleme de la caries.

En la caries incipiente podríamos remineralizar el tejido con flúor en vez de empastarlo. Al actuar así estaríamos aplicando un procedimiento más conservador y la podríamos controlar en vez de dejarla, hasta tener que empastarla, como haríamos de forma clásica. Al remineralizar el tejido, podríamos recuperar el mineral perdido y mantener la pieza.

Pero ¿qué ventajas, en general, diría que tiene para el paciente la odontología mínimamente invasiva?

Con esta técnica, en la caries incipiente se remineraliza el tejido con flúor en vez de empastarlo

Estamos siguiendo el principio médico de “primus non nocere” (primero no hacer daño), según el cual lo mejor que se puede hacer es no hacer, que en el terreno oral consiste en conservar el estado de la boca y los dientes lo más parecidos a como la naturaleza nos los preserva. Tendemos a ser observadores de la naturaleza, pero no somos un observador que deja pasar los hechos, sino que estamos atentos para ver en qué momento debemos intervenir, en ocasiones con tratamientos más agresivos y otras menos agresivos y reversibles.

Póngame un ejemplo.

Si a un diente le añadimos una capa con una sustancia acrílica y lo camuflamos con color, sin tocar el diente, será reversible. En cambio, si aplicamos esta capa, que queda muy bonita, pero tenemos que tocar el diente, será irreversible. El tercer grado de agresividad sería colocar una funda en el diente. Por tanto, siempre podemos aplicar tratamientos con un mayor o menor grado de agresividad que depende de determinados pacientes y de acuerdo a un parámetro muy importante, que es la edad.

¿Quiere decir con ello que esta filosofía de trabajo tiene más ventajas en niños que en adultos?

Correcto. Como profesionales tenemos que tener en cuenta que los tratamientos no duran toda la vida. Además, el 100% de éxito no existe ni en la medicina en general ni en ninguna profesión. Los tratamientos son buenos cuando pasan de cinco años y hay algunos con un buen pronóstico a diez años. Esto significa que, cuando se tenga que realizar un tratamiento agresivo, se hará sobre lo que ya se había hecho antes. De ahí la importancia de la edad. Si se realiza un tratamiento muy agresivo a un niño o joven y se tienen que hacer cambios en ese tratamiento al cabo de diez años, o cuando tenga 35 años, habrá que aplicarle otro tratamiento aún mucho más agresivo. Por lo tanto, en niños se deberían realizar tratamientos reversibles e ir aumentando, de manera progresiva, el grado de agresividad.

¿Todo esto significa que cada vez habrá menos personas que hayan perdido todos sus dientes o que deban usar dentadura postiza?

Por lógica, al ser más conservadores y hacer un seguimiento más natural de los dientes, esta situación se dará el futuro. Ahora estamos en el comienzo de la odontología mínimamente invasiva, haciendo prevención y detección de la caries o del cáncer oral, insistiendo mucho a los pacientes en que una vez al año se debe hacer esta detección precoz del cáncer oral, que realizamos con los métodos de siempre y otros que utilizamos como coadyuvantes. Si prevenimos todos estos problemas, es más fácil que la enfermedad no se desarrolle y que podamos aplicar tratamientos poco agresivos. El efecto final de esta filosofía conservadora es que usted tendrá mejor su boca.

¿Desde cuándo se aplica esta filosofía de trabajo en España y cuál es su grado de implantación entre los odontólogos españoles?

Poco a poco nos hemos ido dando cuenta de que ésta es una filosofía de trabajo buena. Consiste en responder a la pregunta “¿tú qué te harías a ti mismo?”. Estoy seguro de que no he sido ni el primero ni el último en aplicarla, aunque sí, como presidente fundador de SEOMI.

¿Cuáles son los objetivos de SEOMI?

SEOMI es una sociedad sin ánimo de lucro qe no llega a los 200 dentistas. Y, aunque vamos creciendo, ya estamos pensando en nuestro tercer congreso anual, ya que uno de nuestros objetivos es ayudar a aprender de la experiencia de otros mediante el método de ensayo-error. Hay que tener en cuenta que la odontología mínimamente invasiva es muy amplia, cubre muchos temas. Otro ejemplo muy típico en el día a día es el de la “boca con poco hueso”.

CON POCO HUESO
Img adulto
Imagen: Carolyn Schweitzer

El tratamiento de las “bocas con poco hueso” ha experimentado un cambio revolucionario gracias a la aplicación de la filosofía de trabajo de la odontología mínimamente invasiva, según Carlos Aparicio. Este especialista explica que, cuando se pierden los dientes, el hueso se atrofia y es insuficiente para anclar unos implantes dentales. Por esta razón, tradicionalmente había que operar al paciente para extraerle un trozo de masa ósea -un injerto de hueso- de la cadera, la cresta ilíaca o del cráneo, y se le implantaba en el maxilar atrófico.

Esta intervención se practicaba bajo anestesia general y requería la hospitalización del paciente. Además, éste cojeaba durante un mes -debido a la operación de la cadera-, debía permanecer seis semanas sin dentadura, esperar seis meses más para someterse a la colocación de los implantes dentales y después dejar transcurrir un tiempo hasta que se soldaran. El resultado de todo ello es que una persona con “una boca de poco hueso” iniciaba un periplo terapéutico que duraba entre 9 y 12 meses, además de someterse a dos o tres operaciones, entre otras incomodidades.

Ahora, ese tiempo se ha reducido a una única intervención y los implantes se pueden colocar al día siguiente. Este cambio radical ha sido posible utilizando el hueso del pómulo -cigomático- que no queda afectado por la pérdida de dientes ni se encoge, sino que se mantiene. Además, para el implante es un hueso duro y resistente por lo que, ahora, en las bocas con poco hueso, los implantes se anclan en éste. “Ha sido un cambio revolucionario gracias a este concepto de odontología mínimamente invasiva, ya que nos evita tocarle la cadera al paciente y que esté un mes y medio sin dientes. Esta técnica se conoce como rehabilitación con implantes cigomáticos”.

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