¿Te irías de vacaciones para ver al médico?

El turismo de salud gana adeptos dentro y fuera de España, pero también tiene sus peligros
Por Eva San Martín 7 de febrero de 2019

El mercado del turismo de salud crece en todo el planeta. La Organización Mundial del Turismo estima que este sector genera más de 10.500 millones de euros al año, y que solo para España supondrá unos ingresos de 1.000 millones de euros en 2020. En la actualidad, unos 10.000 españoles viajan cada año a Turquía para hacerse implantes capilares. Y es que mientras que en nuestro país ponerse pelo cuesta unos 8.000 euros, en Estambul, solo 2.000. Pero ¿es seguro el turismo sanitario? En este reportaje ahondamos en las ventajas y los riesgos y apuntamos en qué hay que fijarse antes de desplazarse al extranjero para someterse a una intervención médica.

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Viajar para recuperar el cabello

Turquía se ha convertido en uno de los líderes mundiales -el segundo después de EE.UU.- en esta disciplina de la cirugía estética: en 2018, más de 65.000 extranjeros acudieron a sus clínicas para injertarse pelo. La mayoría de ellos procede de países árabes, pero cada vez son más los europeos que van a este país a resolver su calvicie, en especial italianos y españoles. De hecho, unos 10.000 españoles viajan cada año a Estambul para ponerse pelo.

Una de las razones de estos viajes es la especialización de los médicos y técnicos capilares en Turquía. «Un técnico especializado realiza hasta 20 trasplantes al día en Estambul, mientras que uno español hace 20 al mes», afirma Roberto Capomazza, director de Microfue, una empresa que organiza viajes a Turquía para ponerse pelo. Y la otra es el precio. Hay paquetes de «todo incluido» desde 1.000 o 2.000 euros, entre tres y cuatro veces menos de lo que cuesta en España.

El turismo de salud, dice Capomazza, «permite realizarse un tratamiento de salud con una calidad al menos igual de alta que en España, pero por un coste mucho más económico». No es casualidad que las clínicas turcas hayan abierto oficinas en Madrid, Barcelona, Tenerife y otras ciudades españolas. Pero aún hay más: el paquete del viajero sanitario incluye el alojamiento durante dos días en un hotel, y los hay que incluso alargan la estancia para poder visitar la metrópolis turca.

Y mientras que Turquía atrae a turistas en busca de pelo, las clínicas rusas se ha especializado en la cirugía ocular, Irán en la rinoplastia (operaciones estéticas de nariz), Emiratos puja por convertirse en la capital de la asistencia médica internacional y países como Colombia y Argentina son punteros en cirugías plásticas de estética. Y todo ello, a precios low cost.

Pero ¿merecen la pena los riesgos?

Jesús Benito Ruiz, presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP), recomienda a los viajeros de salud centrarse en la operación, y olvidarse de hacer turismo. «Hay muchas cosas en las que pensar, y si alguien viaja a otro país para tratarse un problema de salud o someterse a una intervención, no debería hacer turismo: si va a tratarse, este es el objetivo y la única prioridad», dice Benito.

El llamado turismo de salud, afirman los expertos, es seguro siempre que el especialista y las instalaciones del centro receptor lo sean. El problema es saber cuándo esto es así y cuándo no.

Una pauta es asegurarse de que el país cuenta con una estricta normativa sanitaria. «La normativa de los países europeos es un garante de que los estándares son seguros», señala Benito. Pero esto no siempre es así. El problema, reconoce el doctor, «está en los centros situados en otros países, como en aquellos de Sudamérica o del Norte de África, donde la legislación suele ser más laxa». Y aquí es, destaca el experto, cuando hay que estar más vigilante.

Por eso, hay que pensar si el ahorro económico que supone un viaje de salud compensa el riesgo en caso de que las cosas se tuerzan. «A veces lo barato sale caro porque se ahorra de sitios imposibles, como de la anestesia», argumenta la cirujana Ainhoa Placer, de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética. Placer alerta de que a falta de una legislación rígida, hay riesgo de encontrarse con profesionales que trabajan sin licencia y con falta de garantías. «Incluso hay implantes de pelo que lo realizan enfermeras en lugar de cirujanos», apunta.

Diez claves antes de hacer la maleta por salud

1. Los expertos recomiendan no mirar solo la variable del precio. Las clínicas deben contar con las condiciones higiénicas adecuadas, y la intervención debe ser realizada por médicos, enfermeros o técnicos con la preparación adecuada. En otras palabras: debe pensar si el ahorro económico que supone compensa el riesgo en caso de que las cosas se tuerzan.

2. Antes de desplazarse al extranjero para someterse a una intervención médica hay que asesorarse muy bien. «Hay que tratar de recabar al máximo de información del centro al que se acude», advierte Jesús Benito Ruiz, cirujano plástico y presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica. Para ello, hay que consultar la información disponible en Internet, pero también preguntar en los organismos oficiales y buscar opiniones. «Hay que contactar las veces que sean con el especialista hasta que quede suficientemente aclaradas todas las dudas», añade Benito.

Además, «el médico que realice o supervise el tratamiento o intervención debe ser conocido y pertenecer a una asociación profesional reconocida y relevante», apunta Roberto Capomazza, director de Microfue. Hay que cerciorarse de que el especialista forma parte de una sociedad médica, odontológica o de cirugía plástica nacional e investigar dónde opera. En otras palabras: hay que buscar toda la información posible y, si no se encuentra, cancelar el viaje.

3. Mirar bien el sitio de la operación. Los expertos recuerdan que es más seguro operarse en un quirófano que esté integrado o asociado a un hospital o universidad, antes que escoger una clínica que no cuente con este servicio. También hay que asegurarse de que la clínica tiene un servicio de urgencias, en caso de que algo salga mal.

4. No todas las cirugías son iguales. Benito no recomienda viajar a otro país en caso de cirugías muy complejas, como una abdominoplastia, cirugía que elimina grasa y piel sobrante del abdomen.

5. Además, los expertos dicen que hay que estar dispuesto a quedarse el tiempo suficiente hasta que el periodo de complicaciones inmediatas tras una operación -unos 15 días, en caso de intervenciones de cirugía plástica estética- haya pasado. También se deben tener los recursos económicos suficientes para poder hacer frente a gastos imprevistos que puedan surgir.

6. No irse muy lejos. Tras la intervención, es posible que se necesiten revisiones médicas. Este control puede ser sencillo si se escoge un destino que esté a una distancia de entre tres y seis horas de vuelo, pero puede complicarse en caso de distancias mayores.

7. El hecho de que haya una empresa en España que represente a la clínica extranjera también ofrece garantías. «De esta forma es más fácil exigir responsabilidades y reclamar en caso de que algo vaya mal», añade Capomazza.

8. Asimismo, antes de viajar para operarse hay que asegurarse de que la clínica a la que se va, o con la que se viaja, tiene todos los permisos.

9. Y conviene hacerse un seguro: no solo una póliza de viaje, sino también un seguro que cubra las posibles complicaciones de la cirugía. Además, debe contar con cobertura de anulación. Si al llegar a la clínica o lugar de la intervención o tratamiento, este no convence, el paciente tiene que ser capaz de anular la cirugía.

10. Antes de viajar también conviene consultar el sitio web del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, y confirmar que el destino es seguro.

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