Colectivos contrarios a la eutanasia solicitan una legislación que ponga fin al «turismo suicida»

La polémica arrecia de nuevo tras conocerse el caso de un matrimonio que se desplazó a Suiza para suicidarse
Por EROSKI Consumer 20 de abril de 2003

Diversos países europeos vuelven a tratar el polémico asunto de la eutanasia tras conocerse esta semana el caso de un matrimonio británico que viajó hasta Zurich (Suiza) con el propósito de someterse a un suicidio asistido en la clínica Dignitas. Una dosis letal de barbitúricos fue suficiente para que Robert Stokes, un hombre de 59 años, y su esposa Jennifer, de 53, llevaran a cabo sus propósitos. El caso resulta todavía más delicado cuando se conocen las dolencias que aquejaban a esta pareja: el sufría epilepsia, mientras que ella tenía diabetes y problemas de espalda. En definitiva, unas males que bajo ningún concepto podrían calificarse como graves. Este caso ha resucitado la inquietud que puede generar el conocido como «turismo suicida».

La Asociación Derecho a Morir Dignamente, en boca de su presidente, el pensador Salvador Pániker, ha sido una de las primeras en valorar de nuevo este asunto. Pániker ha efectuado un llamamiento a los gobiernos de la Unión Europea para que unifiquen la legislación sobre eutanasia, que pondría fin entre otras cosas al «turismo suicida».

Ese matrimonio británico acudió a Dignitas para morir, ya que Suiza es el único país de Europa donde el suicidio asistido no está penalizado, según afirma Pániker. Por este motivo, y ante la incapacidad de los gobiernos europeos para legislar sobre la eutanasia, surgen grupos como Dignitas, que se dedican a facilitar la muerte a los enfermos que no desean seguir viviendo, añade. Pániker piensa que una legislación europea evitaría el «turismo suicida», un fenómeno que comparó a los viajes que hace años se realizaban a Londres con el fin de abortar.

Después de manifestar que no cree que el Gobierno español tenga entre sus prioridades la regulación de la eutanasia activa y voluntaria, el presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente destacó la necesidad de «no mezclar» el suicidio asistido, practicado en Zurich a la pareja británica, con la eutanasia, un proceso medicalizado en el que existe una enfermedad terminal.

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