Biogerontólogos de EE.UU. emprenden una campaña en contra de los fármacos «antiedad»

Algunas terapias pseudocientíficas ponen en peligro la salud de los pacientes
Por EROSKI Consumer 19 de febrero de 2003

La búsqueda de la eterna juventud, en pleno siglo XXI, ya no es tanto añadir años a la vida, como vivirlos en las mejores condiciones posibles. Esta es la máxima de la medicina antienvejecimiento o «antiaging», una especialidad que en Estados Unidos ha experimentado un gran desarrollo y ha terminado por calar profundamente en Europa.

Las terapias «antiaging» más serias miden, reparan y previenen el deterioro físico con medidas que consisten sobre todo en cambiar los hábitos de vida. Pero junto a tratamientos rigurosos están floreciendo terapias pseudocientíficas que ponen en peligro la salud de los pacientes con falsas promesas. Para frenar esta carrera peligrosa, un grupo de 50 biogerontólogos norteamericanos ha emprendido una campaña a través de diferentes medios de comunicación en Estados Unidos, en contra de los medicamentos «antiedad».

Los biogerontólogos, geriatras que buscan fórmulas para frenar el declive físico, intentan con esta campaña distinguir su propia investigación de actividades cuestionables que se basan en inyecciones hormonales, aguas minerales especiales y otros productos contra la vejez. Sin embargo, su intento por clarificar la situación ha añadido más dudas sobre los verdaderos intereses que existen detrás de estos fármacos. En un artículo de opinión, publicado en la última edición de la revista «The Gerontologist», científicos de la Case Western Reserve University interpretan las razones de la polémica que ha surgido en torno a la medicación antienvejecimiento.

En opinión de los autores, los ataques a los medicamentos contra la vejez están minando la propia legitimidad de investigadores especializados porque crean confusión a la hora de distinguir entre los servicios y productos que ellos denigran y sus propias aspiraciones para desarrollar nuevos tratamientos que retrasen o frenen el envejecimiento.

Suplementos hormonales

Las advertencias hacia algunos medicamentos «antiedad» no son nuevas. Sobre todo, cuando se intenta mantener la juventud con suplementos hormonales como la melatonina, hormona del crecimiento o la DHEA (dehidropiandrosterona), más conocida como «píldora de la juventud». Estos tratamientos no se venden libremente en España como en Estados Unidos, pero son un éxito de ventas en Internet.

Los efectos de la hormona del crecimiento son muy atractivos desde el primer momento: incrementa la masa muscular, reduce las grasas y aumenta la resistencia cardiovascular cuando se combina con testosterona en los hombres. Quienes toman DHEA dicen sentirse mejor; notan más fuerza, agilidad mental, duermen mejor e incluso se ha comprobado un ligero aumento de la líbido, especialmente en las mujeres que empiezan el climaterio.

Su uso para mejorar la sexualidad femenina es una de las aplicaciones que más interés ha despertado porque ofrecería una respuesta a la compleja sexualidad de la mujer. Aunque en los ensayos realizados, hasta el momento, se mantiene siempre la misma duda: ¿merecen la pena los beneficios conseguidos cuando los efectos a largo plazo aún se desconocen?

Ni solas ni en combinación con otro tipo de hormonas de carácter sexual -testosterona para hombres o estrógenos en mujeres- estos tratamientos hormonales han demostrado su seguridad ni a medio ni a largo plazo. Algunos estudios realizados en animales han comprobado que la hormona del crecimiento puede incluso acelerar el envejecimiento, reducir el promedio de vida y favorecer el crecimiento de tumores cancerígenos. En humanos, investigaciones que no han superado los seis meses han comprobado efectos adversos relacionados principalmente con artritis y dolores articulares.

De la dehidropiandrosterona no se conocen las consecuencias más allá de sus efectos inmediatos, y algunos estudios publicados en revistas científicas de prestigio ya han advertido de los riesgos de suministrar esta sustancia indiscriminadamente. En las mujeres menopáusicas -a diferencia del hombre- se ha visto que incrementa la incidencia de enfermedades cardiovasculares por una reducción del HDL (el colesterol protector). Aunque también se ha comprobado que se puede convertir en un riesgo añadido para aquellos pacientes que han sufrido cáncer de ovario, mama o próstata.

Pero uno de los mayores riesgos de tratamientos hormonales, como la DHEA, es que se incluyen dentro del grupo de productos naturales, de venta en herbolarios. Con esta consideración, los fabricantes evitan los controles más exhaustivos que se piden a los fármacos. Además, con la etiqueta de producto natural los consumidores confían en que ningún compuesto de estas características pueda producir reacciones adversas.

Medicina preventiva

Mientras se establece la relación riesgo-beneficio de estos medicamentos, la mayoría de los centros de Medicina Antienvejecimiento en España optan por terapias que huyen de los suplementos hormonales. «Se trata de una medicina preventiva, dirigida a personas sanas o que están perfectamente tratadas a partir de los 35-40 años y que desean tener mejor calidad de vida a medida que pasan los años», explica el doctor Jesús Sierra, director de la Sociedad Española para el Control del Envejecimiento (SECEM).

El tratamiento es multidisciplinar. Se inicia con un examen pormenorizado para conocer el estado general del organismo. Se mide el nivel hormonal, el perfil oxidativo, la presencia de vitaminas, minerales y oligoelementos. Se realizan estudios genéticos, se buscan marcadores tumorales, se calcula el porcentaje de masa ósea y muscular y se estudian también las capacidades cognitivas y físicas. Con estos datos se calcula la edad biológica del paciente y se establecen terapias que se basan principalmente en mejorar la alimentación, fomentar el ejercicio, eliminar el estrés con técnicas de relajación y suministrar complementos nutricionales que ayudan a eliminar los radicales libres.

Y siempre bajo control médico, advierten los expertos. No sólo las hormonas pueden tener consecuencias negativas. «También un exceso de vitaminas puede tener efectos indeseables en la salud», señala el doctor Eduardo Serra Renom, profesor de Cirugía Plástica de la Universidad de Barcelona y director de la Unidad de Antienvejecimiento de la Clínica Quirón, de Barcelona.

Los suplementos vitamínicos ayudan a liberar radicales libres, unas sustancias del organismo que en exceso se relacionan con el envejecimiento y algunas enfermedades degenerativas. Pero se deben tomar bajo vigilancia porque la vitamina C puede producir cálculos renales; la E, aumentar la tensión arterial, y la K no se aconseja en personas que están con tratamientos con anticoagulantes.

Todos los consejos que se ofrecen son medidas paliativas que ayudan a sentirse mejor. «Ninguno de los tratamientos que ofrecemos es milagroso, pero ayudan a afrontar el paso de tiempo en buen estado. Seguimos protocolos utilizando métodos de los que ya se conocen sus virtudes, sin dar fórmulas secretas y con una actuación estrictamente ética», asevera el doctor Serra.

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