Entre el 2% y 4% de la población mundial padece fibromialgia, según datos del American College of Rheumathology, aunque otras fuentes hablan ya de entre el 3% y el 6%. En España son cerca de millón y medio las personas que sufren esta enfermedad, que hoy celebra su Día Mundial.
La fibromialgia, que fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1992, es difícil de detectar, por lo que el nivel de infradiagnóstico es elevado. Afecta sobre todo a mujeres, y en mayor medida a las personas en edades comprendidas entre los 20 y 50 años.
El origen de esta patología es todavía desconocido, pero se observa a menudo que varias situaciones favorecen su aparición en personas probablemente predispuestas, como sufrir enfermedades inflamatorias crónicas, traumatismos, cargas físicas o emocionales severas, y determinados procesos infecciosos víricos, según informa la Fundación para la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica.
Como no existen pruebas que permitan precisar su diagnóstico, desde las primeras manifestaciones de la enfermedad hasta que se detecta pueden transcurrir meses. Entre sus síntomas se cuentan el dolor muscular generalizado, cansancio o agotamiento, rigidez matutina, trastornos del sueño, hormigueo en las manos o en las piernas, dolor de cabeza, dificultad de concentración y memoria a corto plazo, alteración del estado de ánimo, o síntomas de sequedad ocular o bucal, entre otros.
La evolución de la fibromialgia es variable. La fundación de afectados señala que algunas personas tienen síntomas leves, de corta duración y carácter intermitente, mientras que otras padecen un dolor significativo y prolongado. «Un gran porcentaje de pacientes, tras conocer su diagnóstico y efectuar un tratamiento adecuado, presentan una mejora significativa de los síntomas a largo plazo», afirma.
Como no existen pruebas que permitan precisar su diagnóstico, desde las primeras manifestaciones de la enfermedad hasta que se detecta pueden transcurrir meses
El tratamiento de la fibromialgia debe ser individualizado en cada caso, y dependerá de la presencia de varios síntomas que se padezcan, de su gravedad y de las consecuencias que provoquen. Los expertos recomiendan realizar ejercicio físico de forma regular y la administración de algunos fármacos, como amitriptilina o ciclobenzaprina.
La electroacupuntura en las zonas dolorosas también resulta eficaz y las estrategias de afrontamiento (conductuales y ocupacionales). En cambio, los antiinflamatorios y sedantes no son demasiado eficaces. Los especialistas precisan que en las formas más severas de fibromialgia hace falta un abordaje multidisciplinar (médico, físico, psicológico y ocupacional).
Pacto social
Con motivo del Día Mundial de la Fibromialgia y del Síndrome de Fatiga Crónica, los afectados por estas patologías proponen un pacto social «a partir de la problemática general del colectivo, del específico en cada comunidad autónoma y encuadrado en el entorno social en el que se sitúan los problemas de las personas enfermas».
A su juicio, este pacto social debe basarse en el derecho universal a la salud y en la atención eficaz a la problemática general de las enfermedades y de los enfermos y familiares. Respecto a esto último, apuntan que ni la fibromialgia ni el síndrome de fatiga crónica son enfermedades reconocidas plenamente como tales en el sistema sanitario español. Además, a nivel profesional dicen que falta formación y recursos para el abordaje eficaz de estos males.
Para solventar estas deficiencias, los enfermos proponen «un pacto que establezca las responsabilidades de todos y cada uno para que, de una vez por todas, estas enfermedades estén plenamente normalizadas en el Sistema Sanitario Público y Social y en la propia sociedad».
