Entrevista

«Utilizamos actividades como el senderismo o la marcha nórdica para el tratamiento de personas con fibromialgia»

Mayte Serrat, fisioterapeuta y psicóloga en el Hospital Universitario Vall d’Hebron
Por María Huidobro González 10 de abril de 2021
Mayte Serrat fisioterapeuta psicóloga

El dolor crónico, sobre todo en los músculos y articulaciones, es el síntoma más característico de la fibromialgia, una enfermedad que afecta a cerca del 2 % de la población –en su mayoría mujeres – y que tiene un fuerte impacto en las actividades de la vida diaria. Y es que no solo es un dolor que varía en relación con la hora del día, el nivel de actividad, los cambios climáticos, la falta de sueño o el estrés. La fibromialgia, de la que aún se desconoce la causa, ocasiona muchos otros síntomas, como explican desde la Sociedad Española de Reumatología (SER): cansancio, trastornos del sueño, ansiedad, depresión, mala tolerancia al esfuerzo, sensación de rigidez generalizada, sensación de inflamación mal delimitada en manos y pies, hormigueos, jaquecas, dolores en la menstruación, colon irritable, sequedad en la boca y los ojos. Por eso, el tratamiento solo farmacológico no está resultando. El Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona), gracias al estudio ‘FIBROWALK‘ que ha publicado en el Journal of Clinical Medicine, ha podido demostrar la efectividad de un tratamiento multicomponente para los pacientes con fibromialgia. Hablamos con su investigadora principal, Mayte Serrat, que es la fisioterapeuta y psicóloga de la Unidad de Experiencia en Síndromes de Sensibilización Central de este servicio.

La fibromialgia es una enfermedad caracterizada por el dolor crónico. Habitualmente, ¿cómo se trata ese dolor?

El tratamiento es muy farmacológico, pero ya sabemos que no es la solución. Durante años se ha tratado a estas personas con muchos fármacos, y no mejoran.

¿También para la fatiga, trastornos del sueño y otros síntomas típicos de la fibromialgia?

La fibromialgia no es solo dolor. También son característicos los trastornos del sueño, conlleva ansiedad, rigidez matutina… Tiene otros muchos síntomas asociados. Por eso abogamos por un tratamiento multidisciplinar y multidimensional, donde se deben tener en cuenta muchos factores, no solo el dolor.

¿En qué se fundamenta este tratamiento multidisciplinar?

Se mantiene la medicación del paciente. Pero, además, el tratamiento incluye educación en neurociencia del dolor, terapia cognitivo conductual, mindfulness y ejercicio terapéutico.

¿En qué consiste la educación en neurociencia del dolor?

Con este tipo de educación se pretende hacer entender que el dolor lo percibe y genera el cerebro, y no por ello es psicológico. Así, por ejemplo, si te haces un corte en un dedo, el que determina si te genera dolor o no es tu cerebro. Y una vez que entiendes que el dolor no es igual a daño y que el daño no es igual a dolor (te puedes romper un brazo y te puede no doler, pues en ese momento tu cerebro está volcado en otras tareas, como la supervivencia), puedes entender que puedes tener dolor sin daño, que es lo que puede ocurrir en personas con fibromialgia. Es decir, puede que no haya nada en mis tejidos, pero eso no significa que el dolor no sea real. Siempre lo es. No se lo imaginan, ni se lo inventan. No es psicógeno.

¿Qué se aborda en la terapia cognitivo conductual?

El cambio de pensamiento, la gestión de las emociones… Pero no porque la enfermedad sea emocional, sino porque después de 5, 10 o 40 años de dolor, la persona con fibromialgia no está como debería estar. Es normal que con tanto sufrimiento e incomprensión social, familiar o médica se den otros factores asociados, como la ansiedad. Y en el tratamiento damos las herramientas necesarias para aprender a gestionarla mejor. Pero valdrían para cualquier persona. Porque la realidad es la que es, pero se puede pensar, sentir y vivir de forma diferente, se tenga fibromialgia o no. También en esta parte del tratamiento se dan pautas de sueño.

¿Cómo se integra el mindfulness en este tratamiento?

Este tipo de meditación no tiene ninguna connotación ni religiosa ni espiritual. Es una forma de entrenar la mente a estar consciente en el momento presente. Con ella se trata de parar pensamientos repulsivos del tipo ‘qué mal estoy’, ‘siempre será igual’, ‘no saldré adelante’, ‘me ha fastidiado la vida’… y crear climas o contextos de seguridad. El mindfulness ayuda a aceptar como parte de nuestra vida las emociones tanto positivas como negativas. Así, intentaremos potenciar al máximo las positivas y en cuanto a las negativas las gestionaremos para que nos dañen lo menos posible.

¿Y el ejercicio terapéutico?

Está implícito en la educación en neurociencia del dolor, porque, aunque se tenga fatiga crónica o fibromialgia, se puede hacer ejercicio. No se trata de caminar tres días a la semana cinco kilómetros; a veces, ese ejercicio terapéutico no es más que unos ligeros movimientos o estiramientos estando en cama. El ejercicio terapéutico siempre se pauta, gradúa y personaliza en función de cómo está el paciente físicamente. Y siempre, en todo caso, hay una exposición gradual: se empieza con un mínimo que no suponga un perjuicio de los síntomas y, a partir de ahí, se establece un programa con el fisioterapeuta para ir aumentando la actividad poco a poco y de manera muy lenta tanto en duración como en intensidad. Se debe hacer de forma muy suave y muy progresiva para no activar la alerta del cerebro y que, al pensar que estás en peligro, genere síntomas para frenarte.

¿Este multitratamiento introduce algún cambio en la alimentación?

Las pautas que damos en la Unidad son las de la dieta mediterránea.

¿Y hay alguna terapia en grupo?

Todo es grupal. Ahora, por la pandemia, lo hacemos de forma virtual y más individual. Pero, aun así, nos organizamos por grupos para comentar las dudas. Pero cuando es presencial, trabajamos con cinco grupos de unas 20-25 personas durante dos horas a la semana a lo largo de tres meses.

Llama la atención que este tratamiento se lleve a cabo en la naturaleza.

Al principio hicimos la terapia dentro del hospital, pero después pasamos a desarrollarla íntegramente al aire libre en un parque cercano, algo que en cuanto se pueda recuperar la presencialidad volveré a hacer. Y añadimos emplear la naturaleza para hacer una intervención psicológica. Es decir, utilizamos actividades como el senderismo o la marcha nórdica para trabajar objetivos concretos de personas con fibromialgia.

¿Marcha nórdica con fibromialgia?

La marcha nórdica que al inicio hace una persona con fibromialgia es caminar 10 pasos con los bastones y dura 30 segundos. Más tarde ya se establece la progresión. Desde el primer día no vamos a caminar dos horas. Se empieza con un mínimo y poco a poco se va aumentando.

El estudio ‘FIBROWALK’ ha evidenciado la efectividad de este tratamiento. ¿Cuáles son las conclusiones?

Estudiamos a 272 personas, la mayoría mujeres de entre 40 y 60 años. De forma general, los datos reflejan que el 70 % mejora más de un 30 % en todas las variables: dolor, fatiga, ansiedad, depresión, kinesiofobia (miedo al movimiento) y calidad de vida. Además, un 8 % llegó a mejorar más de un 70 %. Y dentro del segundo estudio virtual que se publicará pronto recogemos el seguimiento que hicimos a casi 200 personas a los nueve meses de acabar la terapia, donde las mejorías empeoraban un poco, pero los resultados de todas las variables seguían siendo clínicamente significativos.

¿Es un modelo de tratamiento exportable a otras zonas y entornos?

Está activo en cuatro centros de atención primaria de la zona y nuestra idea es ampliarlo a todos. Somos unidad hospitalaria, pero creemos que este tipo de abordaje se debería hacer en atención primaria, como primer paso de intervención y para que todo el mundo pudiera acceder. También estamos diseñando la estrategia para poderlo implementar en centros de atención primaria referencia de zona y salir de ella para quien pudiera estar interesado.

¿Qué profesionales sanitarios son necesarios para llevar adelante este tratamiento para la fibromialgia?

Para hacer esta terapia se necesitan conocimientos de fisioterapia y de psicología. La ventaja es que yo soy el equipo multidisciplinar de la terapia multicomponente, pues soy fisioterapeuta y psicóloga. Pero en la Unidad está la reumatóloga, que hace el seguimiento farmacológico y el diagnóstico de la fibromialgia; el médico de medicina interna, que hace el diagnóstico de fatiga crónica; la enfermera; y la psicóloga que hace terapia de forma individual. En el estudio hacemos referencia a esta limitación. Es decir, faltaría ver los resultados y si continúa teniendo la misma efectividad, si la terapia la llevaran dos personas diferentes.

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