Desarrollan un detector de fugas de gas para aumentar la seguridad en el hogar

Reducirá los riesgos de explosiones y de envenenamiento por inhalación
Por EROSKI Consumer 30 de diciembre de 2002

El Centro de Estudios e Investigaciones Técnicas de Guipúzcoa (CEIT) ha desarrollado un microsensor para la detección de monóxido de carbono y de fugas de gas en las viviendas, que permitirá evitar las intoxicaciones y explosiones derivadas de estas deficiencias.

El nuevo equipo, diseñado por la investigadora Gemma García Mandayo, aumentará la seguridad de las instalaciones de gas y reducirá los riesgos de explosiones por escape de metano, así como de envenenamiento por inhalación de monóxido de carbono (CO), señala el CEIT en un comunicado.

Tanto para prevenir los escapes de gas como para evitar la formación de monóxido de carbono, es imprescindible una correcta instalación y un adecuado mantenimiento de los aparatos de gas y que cumplan las normativas existentes al respecto. No obstante, para aumentar la seguridad los sistemas desarrollados reducen notoriamente las posibilidades de riesgo tanto de explosiones por escape de metano -principal componente del gas natural- como de envenenamiento por presencia de monóxido de carbono, gas incoloro e inodoro procedente de combustiones deficientes de cualquier combustible fósil y tóxico incluso en muy bajas concentraciones.

Debido a sus características, es imposible detectar el monóxido de carbono sin la presencia de un sensor. Una correcta ventilación de los lugares donde se producen las combustiones es una medida de carácter preventivo a destacar, a pesar de que siempre existe el riesgo de acumulación de este gas debido a su alta densidad y la ausencia de color y olor en el mismo. El «Journal of the American Medical Association» señala que el monóxido de carbono es la principal causa de muerte accidental en EE.UU.

Los investigadores del centro tecnológico de la Universidad de Navarra en San Sebastián han abordado el diseño del microdispositivo sensor de gas, incorporando la fabricación de un calefactor para poner la película de óxido de estaño a 300º C, temperatura a partir de la cual se detecta el CO.

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