Educación sexual

Una buena educación sexual favorece que los adolescentes actúen de forma más responsable en sus relaciones sexuales
Por María Landa 20 de octubre de 2004

¿Cuándo se debe empezar a hablar con los hijos sobre temas relacionados con la sexualidad? ¿Qué aspectos se deben tratar y cómo hay que enfocarlos? Son tan numerosas las dudas que asaltan a los padres y madres de adolescentes, que a menudo optan por soslayar el tema, abrumados por las dudas y la incertidumbre de no saber cómo abordarlo. El principal consejo de los psicólogos a los padres es que no tengan miedo de hablar de sexo con sus hijos ni de reconocer, ante una pregunta complicada, sus propias carencias de conocimientos al respecto. Pero, por encima de todo, insisten en una idea: educar no es lo mismo que informar.

¿Qué preocupa a los adolescentes?

En la actualidad la educación sexual que se imparte a los adolescentes se centra básicamente en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados. La psicóloga Agurtzane Ormatza la define como “educación sexual de emergencia”. En su opinión, “es mejor que nada, pero no es ni preventivo ni enriquecedor porque deja a los jóvenes con muchas lagunas sobre el tema”. Esas lagunas, por su experiencia, siguen siendo las mismas que hace 20 años, “porque aunque hay más información, en muchas ocasiones está desvirtuada y desinforma. Además, tiene que quedar claro que educar no es lo mismo que informar”.

La psicóloga Gemma Sainz explica que las preocupaciones de los adolescentes son el reflejo de lo que la sociedad considera problemático, como las conductas de riesgo, aunque a su juicio lo realmente importante es ayudarles a entender su proceso de sexuación. “Deben vivenciar su sexualidad para que hagan lo que les apetezca hacer o no hacer en sus relaciones eróticas, siempre desde el respeto a los demás. Es decir, que desde la sexología no trabajamos sólo lo urgente, sino también las actitudes hacia el sexo o los sexos”, explica.

En la “Asexoría de la sexualidad” que funciona en el del Ayuntamiento de Vitoria han constatado que las chicas acuden más que los chicos en busca de información y la edad media de quienes visitan estas consultas suele rondar los 23 años. “La gente cree erróneamente que la sexualidad sólo tiene que ver con lo genital o con las relaciones sexuales compartidas, y la mayoría viene cuando ya ha empezado a tenerlas”, apunta Ana Ramírez de Ocáriz, la responsable del centro. Las preguntas más habituales que suelen hacer están relacionadas con la masturbación, el embarazo, anticonceptivos, la primera vez, la homosexualidad, la transexualidad, cómo atraer a alguien que les gusta o el miedo a ser rechazado.

Entre los adolescentes existen falsas creencias relacionadas con el coito. “Casi todos piensan que es la relación sexual más importante y todos los temores giran alrededor de este tema. Los chicos, por ejemplo, creen que les van a dar placer seguro a las chicas y que todas van a tener orgasmos. Ellas, a su vez, sufren una gran ignorancia sobre su propio cuerpo, no conocen bien sus genitales ni cómo sentir placer”, comenta Ana Ramírez de Ocáriz.

Entre el 50% y el 60% de los jóvenes se inicia en las relaciones sexuales coitales a partir de los 17 ó 18 años. “Aunque siempre existen jóvenes que a los 25 años todavía no han tenido relaciones y otros que a los 13 años ya se han iniciado”, reconoce Ormatza. En cuanto a la masturbación, el 95% de los chicos empieza alrededor de los 13 años, mientras que la mayoría de las chicas no se masturba hasta los 17 años. Por otro lado, existen otras experiencias sexuales entre los chavales de 13 ó 14 años que ya tienen pareja, como las caricias placenteras que no llevan al coito.

Qué es la educación sexual y cuándo debe empezar

Los contenidos que se incluyen en la educación sexual que ofertan los profesionales son muy amplios: anatomía y fisiología, respuesta sexual humana, conductas de riesgo, aspectos relacionados con la reproducción, anticonceptivos, imagen personal, autoestima, trabajo entre los sexos, relaciones interpersonales y de pareja, identidades y orientaciones sexuales, etc. La psicóloga y sexóloga Gemma Sainz, del Centro Sexológico Emaize, explica que desde la sexología se trabaja en sus tres claves básicas: sexo, sexualidad y erótica. “Se intenta abordar el sexo y reforzar la vivencia de la sexualidad de forma positiva para promover unas relaciones eróticas desde el respeto, el placer y la variedad, entendiendo las peculiaridades de cada uno”.

Pero la educación sexual no es sólo lo que enseñan los sexólogos; desde que nacemos recibimos ciertas pautas que nos marcarán toda nuestra vida: aunque los padres muchas veces no sean conscientes, están educando a sus hijos en la sexualidad, incluso con la negación o ausencia de información. Para la responsable de la “Asexoría de sexualidad” del Ayuntamiento de Vitoria, Ana Ramírez de Ocáriz, es imposible no educar sexualmente a los hijos. “La están recibiendo desde que son bebés porque se les transmiten valores que tienen que ver con la sexualidad. Por eso es importante que los padres sean conscientes de que a través de sus gestos, de cómo actúen en determinadas situaciones, estarán educando de una forma u otra”.

La sexualidad es parte de nosotros desde que nacemos hasta que morimos, señala Agurtzane Ormatza, del centro de atención a la pareja Biko-Arloak. Esta psicóloga y sexóloga cree que los padres deben empezar a contestar las preguntas y curiosidades de sus hijos desde el momento en que surjan. “Los niños tienen erecciones desde que están en el útero de la madre y a edades muy tempranas sienten cualquier cambio en su cuerpo. Es algo que ocurre aunque los padres no quieran verlo, por eso es imposible no tocar el tema en la familia. Pero en cada etapa de la vida la sexualidad cambia y tiene unos contenidos y actitudes concretas que se deben trabajar”.

¿Quién debe hacerse cargo de la educación sexual de los adolescentes?

Si se quiere conseguir una formación de calidad debe ser una labor compartida entre la familia, la escuela y los profesionales formados en sexología. Desde que se aprobó la reforma de la Logse, la educación sexual se recoge como una asignatura transversal que debe tratarse en los colegios, pero según Ana Ramírez de Ocáriz, no siempre se hace. “Está muy relacionado con las actitudes y valores de cada persona, y hay parte del profesorado que no se ve capacitado o tiene temor a hablar de ello en clase. También los padres tienen miedo y rehuyen el tema. Nuestra labor como sexólogos debería ser la de formar a los padres y profesores para que puedan educar mejor a los jóvenes”.

¿Cómo deben actuar los padres?

Muchos padres y madres de adolescentes reconocen estar muy perdidos con sus hijos. No saben cómo comportarse ni qué decirles a cerca de la sexualidad. Según los expertos, la comunicación en esta etapa de la vida viene muy marcada por la forma en que se haya tratado el tema desde la infancia. Ramírez de Ocáriz asegura que si desde pequeños se les ha hablado con naturalidad los jóvenes no van a tener tantos reparos a la hora de preguntar.

Por eso aconseja empezar a hablarles sobre las relaciones eróticas en el momento en que los hijos lo pidan. “Cuando muestren interés, cualquier episodio de la vida cotidiana es válido para introducir el tema, pero siempre conviene hacerlo de una forma clara, sencilla y concisa, sin darles más información de la que ellos demanden ni mensajes contradictorios”.

Aunque cada familia es un mundo que se rige por diferentes valores, los profesionales de la sexología señalan varias pautas que todos los padres debieran seguir con sus hijos adolescentes para conseguir una adecuada educación sexual:

  • Deben potenciar una buena comunicación desde que los niños y niñas son muy pequeños y responder a todas sus preguntas.
  • Es imprescindible que estén siempre disponibles cuando sus hijos pregunten sobre sexualidad, para que tengan sensación de apoyo.
  • A la hora de responder lo importante no es tanto el contenido de la respuesta, sino la actitud que se tome.
  • No hay que preocuparse si no se sabe contestar a todas sus preguntas. En caso de duda, es preferible confesar las lagunas a escaquearse de la pregunta.
  • Hay que tratar el tema con normalidad y naturalidad. No se debe frivolizar pero tampoco hablar con excesiva seriedad.
  • Es importante transmitir los valores de cada familia, ya sea conservadora o liberal, pero sin trasladar falsas creencias (por ejemplo, decir que es malo masturbarse).
  • Conviene aceptar como algo natural y habitual las conductas auto eróticas en la adolescencia (masturbación). En la infancia también son muy comunes los juegos sexuales de exploración de genitales.
  • Hay que marcar ciertos límites, pero siempre consensuados.
  • Deviene fundamental hablar con los hijos y decirles qué nos preocupa como padres. No es malo reconocer nuestras lagunas o miedos.
  • Es importante no creer que los hijos ya lo saben todo sobre el tema o incluso que saben más que los padres.
  • Debemos confiar en ellos y educarles en la confianza, la autoestima y el respeto.
  • No hay que tener miedo a dar más información de la que los hijos pidan.
  • No debemos forzarles a que hablen o lo cuenten todo, es lógico que en la adolescencia no quieran hablar de ciertos temas.
  • Ante cualquier duda debemos pedir consejo a profesionales. No hace falta que exista un problema para acudir al sexólogo. La mejor educación que se puede ofrecer es la formación de uno mismo en esa materia.
  • No hay que preocuparse por hablar de un tema concreto a una determinada edad, la información debe ir fluyendo cuando ellos quieran.
  • Los padres con hijos homosexuales deben aceptarlo y tener claro que no es algo que se elige, sino que tiene que ver con su propia identidad.
  • La clave de una buena educación está en abordar el tema desde las emociones y sentimientos de cada uno, y no desde los juicios de valor o los prejuicios.

Diferentes modelos de educación sexual

En la actualidad no existe un solo modelo de educación sexual. En algunos países, como Estados Unidos, se apuesta más por la prohibición y un alto grado de represión en todo lo que tiene que ver con la sexualidad. Esta postura, muy extendida en algunos estados de este país aunque también muy denostada en sus grandes capitales, defiende la castidad como valor y aboga por la virginidad hasta el matrimonio, normalmente para seguir unos postulados religiosos. En el lado opuesto se sitúan los países nórdicos, donde, desde los años 70, aplican el ‘modelo escandinavo’ de educación sexual: defienden una postura mucho más progresista y tratan el tema de la prevención potenciando el conocimiento del propio cuerpo desde la infancia y promoviendo el uso de anticonceptivos.

En España se ha pasado de una época en la que todo estaba prohibido a una total permisividad, y ahora se está volviendo al principio y nos acercamos al modelo estadounidense, según auguran algunos expertos. Agurtzane Ormatza cree que ninguno de los modelos funciona. “Los dos acarrean consecuencias más o menos explicitas, como un aumento de enfermedades de transmisión sexual o lagunas informativas, y por otro lado un mayor cultivo de muchos miedos y represión”.

Esta sexóloga propone un modelo que integre los dos ya conocidos y que apueste por un cultivo de la sexualidad. “Esto no quiere decir que cada uno haga lo que le quiera ni que prohibamos todo. Existe una ciencia de la sexología con muchos conceptos científicos que se han de transmitir. Hace falta un modelo educativo que cultive, no que permita o prohíba. Por tanto, no se puede imponer a los jóvenes el uso del preservativo ni decirles que no lo usen y que lleguen virgen al matrimonio. Lo más fácil del mundo es ponerse un preservativo, pero lo realmente difícil es cómo llega un adolescente a querer ponérselo o no, y ese es el camino que se debe trabajar. Hay que conseguir que cada persona elija con libertad, pero sabiendo qué y cómo lo quiere hacer, sin decidir nosotros por él”.

La experiencia demuestra que los adolescentes que reciben una buena educación antes de ser sexualmente activos viven su sexualidad de forma más responsable, enriquecedora y placentera, e incluso se potencia la abstinencia o que se protejan en caso de tener relaciones compartidas. Asimismo, señalan que los problemas sexuales que aparecen en la edad adulta podrían prevenirse si desde pequeños se abordara el tema con naturalidad, porque esto ayudaría a enfrentarse mejor a los miedos y vergüenzas.

En la Asexoría de Vitoria intentan transmitir a los jóvenes un modelo que les permita conocerse y reconocerse, para que sean conscientes de su propio deseo y no de lo que marca la norma. “La educación les da armas y recursos suficientes para que puedan decir sí o no en cada momento, además de tener clara su identidad sexual y no avergonzarse”, afirma Ramírez de Ocáriz.

Todas las profesionales consultadas coinciden en que aún queda mucho por hacer en este tema y demandan una mayor implicación de las instituciones para poder ofrecer más recursos a toda la población en general, y más formación a los padres y profesores. Actualmente la educación sexual se ofrece desde entidades privadas de sexólogos que proponen y promueven con gran esfuerzo proyectos específicos que se presentan en cada colegio. Pero en muchos centros esa formación se limita a una charla durante todo el año.

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