El 35% de las mujeres que deja de fumar en el embarazo recae tras dar a luz, según un estudio

Los bebés expuestos al tabaquismo pasivo ven aumentar sus probabilidades de sufrir otras enfermedades
Por EROSKI Consumer 27 de junio de 2003

La adicción al tabaco va en aumento, sobre todo en las mujeres jóvenes. El problema se plantea cuando llega el embarazo, donde los médicos recomiendan dejar el hábito. Pero, aún así, sólo el 45% declara su abandono total durante la gestación y de ellas, el 35% regresa al cigarrillo en los tres meses siguientes al parto, según un estudio realizado por el Hospital Materno Infantil de Málaga y coordinado por el doctor Salvador Oña, jefe de sección de Medicina Preventiva.

No obstante, hay algunas mujeres que ni siquiera esperan a abandonar el hospital para volver al tabaco. «Un 16% recae tras dar a luz en las 48 horas que están ingresadas en el hospital», detalla el doctor Oña.

Pero la etapa crítica no sólo es el embarazo. Los recién nacidos expuestos al tabaquismo pasivo ven aumentar sus probabilidades de padecer otras enfermedades. «Las patologías respiratorias como el asma, son más frecuentes en estos niños y el riesgo de padecer meningitis meningocócica es cinco veces mayor», afirma el ginecólogo del centro malagueño Fermín Criado.

Reducir el consumo

El abandono total del tabaco durante la gestación se da en un 92% de los casos en el primer trimestre, aunque la mayoría no lo deja en los nueve meses. «Aún así, sí reducen el consumo y de 20 o 25 cigarrillos se pasa a unos ocho diarios, que aún sigue siendo una cifra bastante importante», destaca Salvador Oña.

Para ayudar a las embarazadas que quieren dejar de fumar, doce centros de salud de Málaga han impulsado un programa anti-tabaco pionero, que une los recursos de la atención primaria y la hospitalaria.

«En un primer momento se les da información y un vídeo sobre las consecuencias negativas del tabaco. Si esto no tiene efecto, se pasa a las sesiones de grupos específicos de autoayuda multicomponentes, que en muchos casos incluye un psicólogo», explica el doctor Aranda, responsable del programa anti-tabaco en la Atención Primaria.

Las embarazadas de alto riesgo se pueden adherir también al programa pero a través de la atención hospitalaria, «ya que necesitan unos tratamientos más intensos», recalca Oña. En estos casos, el tratamiento consiste en una reducción de la nicotina con apoyo psicológico. «Esta terapia es más exigente y dura alrededor de doce meses, puesto que se realiza un seguimiento tras el embarazo», indica el especialista.

En el tiempo que lleva funcionando esta terapia, los resultados son muy positivos. El 7% de las mujeres abandona inmediatamente el hábito tras las recomendaciones de su médico, mientras que un 40% lo deja tras las sesiones de autoayuda con las matronas y los psicólogos.

Repercusiones negativas

Y es que los efectos del tabaco en el feto son inmediatos. «Sólo con que la madre fume un cigarrillo, el niño acelera su ritmo cardiaco durante 30 minutos», apunta el doctor Criado. Junto a esto, el tabaco incide en que la placenta esté más baja, lo que puede originar sangrados en el primer y segundo trimestre.

Además, fomenta las contracciones uterinas y los partos pretérminos (menos de 37 semanas), «por lo que incrementa el número de niños prematuros al ser el feto más pequeño por la placenta, además de que son más frecuentes las cesáreas por la situación del feto», argumenta el ginecólogo.

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