El asma, única enfermedad tratable cuyo índice de mortalidad está creciendo

Los neumólogos sostienen que la colaboración del paciente es imprescindible para garantizar una buena calidad de vida
Por EROSKI Consumer 28 de marzo de 2006

Unos 2,5 millones de españoles padecen asma, la única enfermedad tratable cuyo índice de mortalidad está creciendo en el mundo desarrollado hoy día, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). En España se estima que fallecen anualmente unas 1.200 personas por esta causa, y que alrededor de un tercio de los asmáticos requiere atención hospitalaria al menos una vez al año.

No obstante, el dramatismo de estos datos «no se debe tanto a la enfermedad propiamente dicha, que es perfectamente controlable con los tratamientos actuales, como a la falta de implicación de los propios afectados a la hora de poner en práctica las terapias», señala José Antonio Castillo, miembro del área de asma de la SEPAR.

Castillo insiste en que la patología «es perfectamente compatible con una buena calidad de vida, salvo en casos muy excepcionales, a condición de que los afectados sepan reconocer su mal y hagan de su control una cuestión personal, o mejor familiar, ya que la mayoría de los asmáticos son niños que necesitan la tutela y el apoyo de sus padres».

A juicio de este especialista, si se diera esa colaboración por parte del paciente la mayoría de las hospitalizaciones y otras situaciones de urgencia no llegarían a producirse, «toda vez que los tratamientos actuales tienden a garantizar cada vez mejor que los afectados recuperen una función pulmonar normal, lo que se traduce en la desaparición de los síntomas crónicos diurnos y nocturnos y en que las crisis sean mínimas o hasta inexistentes».

Nuevo concepto

En los últimos años, los progresos médicos en cuanto al tratamiento del asma han sido muy notables gracias a una nueva concepción de la enfermedad que pone el acento más en la inflamación bronquial que en sus consecuencias o síntomas (sensación de ahogo, eventual dolor torácico, etc.). Fruto de esa nueva definición del problema es que hoy los especialistas consideran del todo injustificado el uso continuo y exclusivo de fármacos broncodilatadores, con los que ciertamente se consigue relajar los músculos contraídos durante los ataques de asma y abrir las vías respiratorias durante las crisis, pero que no modifican la verdadera base fisiopatológica de la enfermedad.

«El empleo sistemático de broncodilatodores se considera hoy incluso peligroso para la salud», precisa Castillo, para quien «el buen tratamiento deber perseguir no sólo controlar los síntomas cuando éstos aparecen, sino también recuperar una actividad pulmonar lo más plena posible para que tales efectos no vuelvan a producirse o lo hagan con una intensidad menor». Por ello, dice que esta dolencia tiene que ser considerada como una enfermedad crónica inflamatoria que exige un tratamiento de base en lugar de centrarse únicamente en una medicación específica dirigida a combatir los síntomas. «Si esto lo entienden así el especialista y el propio paciente, el recurso a las urgencias o las eventuales hospitalizaciones se reduciría hasta representar un porcentaje anecdótico sobre el total de población afectada», concluye el doctor.

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