Es indudable que la llegada de un bebé se vive como uno de los acontecimientos más importantes en la vida que transforma las relaciones de pareja, generando mucha felicidad pero también ansiedad y conflictos que deben ser superados a través del diálogo. Los trastornos del sueño conllevan un cansancio en la pareja hasta el punto de sufrir estados de ansiedad, la alteración de las rutinas impide encontrar tiempo libre para acudir al cine o leer, y las relaciones sexuales son menos frecuentes. La Asociación Nacional de Educación Prenatal (ANEP) aconseja que los progenitores deben estar preparados para superar todos estos inconvenientes y futuros problemas asociados a la llegada de este nuevo ser a la familia.
Reestructuración en la pareja
La llegada de un hijo transforma por completo la cotidianidad, tanto desde el punto de vista individual como desde una perspectiva conyugal. El bebé cambia los hábitos de los progenitores, que deben acondicionar su tiempo, su espacio y sus costumbres a este nuevo miembro de la familia que no entiende de horarios, días festivos ni fines de semana y que revoluciona con su presencia un hogar formado hasta entonces sólo por dos. Esta transformación en la vida de las parejas, que en general produce enorme satisfacción y alegría, también puede traer consigo otros sentimientos menos positivos, incluso generar crisis y conflictos que deben ser tratados a tiempo.
“Otro conflicto puede darse porque no conocemos al bebé. Es un ‘tercero’ con el que tenemos que iniciar un proceso de empatía”, agrega Vizcaíno. “Por ello, es fundamental una buena comunicación, abrir el espacio para el diálogo en la pareja”. La experta asegura que otras cuestiones no deseadas que puede generar el nacimiento de un hijo son los sentimientos negativos como la ansiedad, la culpabilidad y los temores. “Nos preguntamos si lo vamos a hacer bien, si seremos buenos padres. Por esto, es preciso prepararse para la llegada del bebé, revisar nuestro ‘niño interior’, las huellas de nuestra propia infancia”.
Vizcaíno subraya, además, que la decisión de tener hijos debe estar por encima de la pareja, ya que el bebé no es una forma de “salvar” una relación poco sólida. “Hay algunos matrimonios que creen que el bebé puede arreglar un vínculo que no sea armónico y esto es un error. Por ejemplo, si el bebé ‘viene a arreglar algo’ probablemente va a vivir con ese mandato a lo largo de su vida, quizás va a tener un afán de excesiva rigidez. Visto lo visto, es fundamental que la pareja se vincule bien, le hable al bebé como un adulto, y que no le mantengan al margen sino que traten de integrarlo”.
Por esta razón, la preparación para recibir un bebé es muy importante y para ello existen cursos, libros y terapias que pueden favorecer la llegada de un niño al hogar. Desde la Asociación Nacional de Educación Prenatal (ANEP) realizan las siguientes sugerencias ante la llegada del primer bebé:
- La primera sugerencia es realizar un trabajo personal, ya sea con ayuda de un especialista o a partir una introspección, para conocer las huellas de nuestra infancia.
- Una segunda sugerencia es contactar con nuestro yo íntimo, nuestros sentimientos, temores, inseguridades y expectativas.
- La tercera propuesta es aumentar el diálogo en la pareja, favoreciendo la comunicación y la escucha activa.
- En cuarto lugar, es indispensable relajarse, buscar momentos de silencio y estar solo para recibir mejor al bebé.
Ansiedad y temores frecuentes de los futuros padres
La reformulación de los roles de los hombres y las mujeres en nuestra sociedad ha provocado cambios en todos los órdenes de la vida pero fundamentalmente en las relaciones familiares. Si hace unas décadas atrás el cuidado de los niños era responsabilidad exclusiva de las madres, hoy esta función dista de ser únicamente de las mujeres. Por este motivo, ante la llegada de un niño los padres y las madres deben resolver cómo se repartirán el cuidado del bebé, ajustando y adaptando, en la medida de lo posible, sus horarios.
Si bien hasta este momento el número de las solicitudes de bajas paternales es muy inferior a la de las maternales, también es cierto que se nota un cierto incremento en el número de padres que solicitan los permisos. Según datos del Instituto de la Mujer, 239.858 personas pidieron permisos por la llegada de un hijo en 2003 y sólo el 1,54% del total fueron hombres. Pero si se miran los datos en perspectiva, se observa que hubo un incremento respecto a los porcentajes de 2000, año en el que los permisos demandados por los hombres no llegaban al 1% del total.
Las solicitudes de excedencia para dedicarse al cuidado de los niños también tienen rostro femenino, ya que el 96,38% fueron solicitados por las madres, y el abandono del mercado de trabajo por cuestiones familiares se produjo casi en un 94% por parte de las madres, siempre según un estudio del Instituto de la Mujer, basado en datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social. Tanto en los índices de excedencias como en los de abandono del trabajo se registra un leve aumento del porcentaje de hombres que asumen las responsabilidades de la atención de los niños, pero aún continúan siendo sectores muy minoritarios en la sociedad española.
Transformaciones en la vida íntima de la pareja
Junto con los cambios profundos en el estilo de vida de la pareja que conlleva la llegada del bebé, aparecen otras modificaciones en la cotidianidad, como las alteraciones en el sueño, los cambios en los ritmos de las comidas y la frecuencia de las relaciones sexuales.
Según el Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología, la reanudación de las relaciones sexuales puede realizarse, en líneas generales, después de cuatro semanas. De todas formas, cada caso es diferente y la pareja debe consultar al ginecólogo para evitar problemas de salud o de seguridad. En el libro Qué se puede esperar cuando se está esperando, considerado la “Biblia” de las embarazadas porque ha vendido más de veinte millones de ejemplares en todo el mundo, se incluyen una serie de sugerencias al respecto: dejar de lado las tensiones, mantener una buena comunicación y crear un buen ambiente. “Cuando la familia pasa de dos a tres, la pareja ya no puede hacer el amor cuando y donde quiere”, afirman las autores del texto. “En lugar de ello, deberá aprovechar la oportunidad cuando se presente o bien establecer un programa bien planificado”.
Carlos San Martín, pedagogo y terapeuta sexual de la Fundación Sexpol (Sexualidad y política), asegura que “lo corriente y lo deseable es que no se pierda nunca el contacto sexual, incluso antes y después del parto. Se pueden realizar relaciones sexuales masturbatorias, que no concluyan en penetración, o bien juegos eróticos, caricias, charlas”. El especialista explica que todas las transformaciones que conllevan el parto y el cuidado del bebé -trabajos, preocupaciones, actitud de protección- generan un cambio enorme que debe ser conversado entre los padres. “Generalmente, el hombre se va y la mujer se queda al cuidado del niño y esto puede provocar problemas de pareja, pero ello depende de cómo se resuelva la situación. Un hijo puede reforzar la relación en función de cómo se viva su nacimiento”.
San Martín advierte de que en algunas parejas la llegada del hijo provoca el llamado “Síndrome del tercero“, es decir, entre la pareja aparece una tercera persona que puede modificar la relación. Algunos varones sienten que se les desplaza, ciertas mujeres consideran que el varón no se preocupa por el hijo y todos estos sentimientos pueden provocar que se resienta la vida sexual de la pareja.
Para evitar conflictos, el terapeuta recomienda el diálogo: “cada uno tiene que preocuparse de pedirle a la pareja lo que quiera y comunicarse mejor. Lo fundamental es hablar porque con la llegada de un bebé las parejas reaccionan de formas muy diversas según la personalidad de los padres, la historia familiar y la historia de la relación”.