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“Doctor, no sé lo que me pasa, pero estoy siempre agotado, no puedo con la vida”. Aparentemente no hay una razón detrás de este cansancio extremo, pero cada vez es más común escuchar en las consultas a pacientes que solicitan a su médico una analítica completa en busca del motivo que les hace sentirse tan apagados.
Según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), una fatiga inespecífica, de la que no se puede a priori identificar la causa, es el séptimo motivo de consulta en Atención Primaria. Son personas que acuden en busca de un diagnóstico porque sospechan que algo les ocurre. A pesar de tener un aspecto saludable, dormir bien, no estar embarazadas, no realizar ejercicio físico extremo, ser relativamente jóvenes y no haber pasado recientemente por ningún proceso infeccioso, están continuamente exhaustas. Se quejan de que les cuesta horrores hacer sus tareas cotidianas, de que han visto disminuida su capacidad para trabajar y hasta de pensar o memorizar. Básicamente, se levantan y se acuestan cansados.
En la fatiga crónica el descanso no funciona
Pero buscar el origen de este estado de agotamiento permanente no es sencillo, ya que la fatiga es algo muy subjetivo y puede deberse a infinitas causas. Por ello, tanto los facultativos como los mismos pacientes, no le suelen dar a este problema la prioridad que se merece.
La recomendación de los especialistas es rotunda: si la fatiga persiste en el tiempo hay que acudir a consulta en busca del motivo que se esconde tras ese cansancio, ya que cabe la posibilidad de que esté ocultando enfermedades como el síndrome de fatiga crónica o una fibromialgia, patologías crónicas que solo van a mejorar o poder controlarse si se tratan cuanto antes.
El hecho de que cada persona tenga su propio umbral del cansancio ha hecho que sea muy complicado definir el término. No en vano, ha originado numerosas controversias a lo largo de los años entre los investigadores y expertos encargados de clasificar este síntoma.
Antonio del Arco, coordinador del grupo de trabajo de fibromialgia y dolor centralizado de la Sociedad Española del Dolor (SED), explica que “la fatiga se puede manifestar como una dificultad e incapacidad para iniciar una actividad o una reducción de la capacidad de seguir manteniendo esa actividad”. Esto último es lo que se conoce como la fatigabilidad, el cansancio físico y mental —la dificultad para concentrarse o memorizar— tras la realización de cualquier tipo de trabajo.
Ejercicio físico intenso, no dormir bien, comer algo rápido y poco nutritivo, atravesar una época de estrés o de elevada carga de trabajo… Son infinitas las causas que pueden provocar esa falta de energía que nos impide tirar del cuerpo. Normalmente cuando esto ocurre, tras el merecido y reparador descanso, el organismo se recupera, aunque es cierto también que unas personas necesitarán más tiempo que otras.
Cuándo acudir al médico por cansancio
Sin embargo, hay ocasiones en los que esta fatiga no desaparece. “Debemos sospechar cuando el cansancio que sentimos no es proporcional a la actividad realizada, lo que los médicos denominamos fatiga no adaptativa, sobre todo cuando uno no se recupera al descansar. Es decir, cuando la fatiga que se siente no está relacionada con la actividad que acabamos de realizar”, señala Miriam Almirall, reumatóloga del Hospital Universitario Vall d’Hebron y secretaria del Grupo de estudio de fibromialgia de la Sociedad Española de Reumatología (GEFISER).
La duda de muchas personas que sufren estos episodios es si esos síntomas son suficientes para acudir a consulta. “Detrás de un estado de cansancio que se alarga en el tiempo es necesario un estudio por parte del médico, sobre todo si ese cansancio conlleva una disminución sustancial del ritmo de las actividades diarias, se siente una fatiga agobiante acompañada de alteraciones del sueño, dificultad para pensar con claridad, de memoria o inclusos mareos. Y cuando, además, estos síntomas se intensifican al realizar alguna actividad por suave y pequeña que sea”, aconseja la especialista.
➡️ La pregunta clave: ¿desde cuándo hay cansancio?
Se necesita tiempo para indagar cuáles son las causas de la fatiga. Además de ser muy subjetiva, tiene infinidad de sinónimos o términos similares. Los pacientes llegan a consulta aludiendo que sienten cansancio, debilidad, agotamiento, falta de energía, desánimo o decaimiento y es precisamente dar con la correcta definición de lo que le sucede a esa persona el primer trabajo al que se tiene que enfrentar el médico.
Lo primero que hay que preguntar es cuánto tiempo se lleva sintiendo ese cansancio. “Hay varios tipos de fatiga: dos de ellas son agudas, que suelen durar entre un mes o menos o entre dos y seis meses y otra crónica, que es la que dura más de seis meses”, explica Antonio del Arco.
Causas de la fatiga crónica
Detrás de una sensación de fatiga que dura más de seis meses puede haber muchas enfermedades o procesos infecciosos, como una infección de orina recurrente, la tuberculosis, una hepatitis, el VIH o algunas enfermedades venéreas (ETS). El cuerpo termina exhausto porque tiene que dedicar toda su energía en luchar contra el virus o bacteria que origina la infección.
El cansancio también es un síntoma de innumerables enfermedades crónicas. Por ejemplo, la fatiga está presente en el 95 % de las personas que tienen enfermedad renal crónica, sobre todo porque el cuerpo tiene que hacer un sobresfuerzo al acumular toxinas y desechos que el riñón no puede eliminar con la rapidez que lo haría si estuviera sano, pero también por la anemia que va vinculada normalmente a esta enfermedad.
Con las enfermedades del corazón ocurre algo parecido. Las personas con insuficiencia cardiaca suelen estar siempre cansadas y muestran dificultad para hacer tareas tan sencillas y cotidianas como andar, subir escaleras o cargar la compra. Esta situación se produce porque ante la menor capacidad de bombeo de su corazón les está llegando menos sangre a sus músculos y tejidos.
Con la diabetes se puede producir una fatiga repentina, aguda, que aparece cuando las células no obtienen suficiente glucosa. Una situación que lleva al organismo al extremo, a vivir de sus reservas.
Pero también puede causar una fatiga crónica de más de seis meses causada por un desequilibrio en la enfermedad cuando no se tiene controlada.
🔶 Enfermedades autoinmunes
La artritis reumatoide, la enfermedad de Crohn o el lupus —presente entre el 52 % y el 92 % de los pacientes— son patologías que están muy vinculadas a episodios de cansancio extremo y persistente porque son enfermedades autoinmunes en las que el sistema inmune de la persona afectada está sobreactivado.
Cuando tenemos una gripe, por ejemplo, el sistema inmune se activa para combatir el virus, destinando toda la energía del organismo para acabar con él y dejando al cerebro en modo ahorro de energía, lo que hace que nos deje física y mentalmente fatigados. Con las enfermedades autoinmunes, al estar el sistema inmunitario siempre activado y en exceso, este proceso perdura en el tiempo, al contrario que con una gripe, cuya fatiga desaparece con el virus. De ahí el estado de persistente fatiga que pueden sufrir quienes padecen estas enfermedades.
🔶 Fibromialgia y síndrome de fatiga crónica
Pero también se puede deber a casos de fibromialgia o de síndrome de fatiga crónica. Estas enfermedades tienen en común una fatiga persistente de más de seis meses, pero tienen unos criterios distintos.
“En el síndrome de fatiga crónica, también conocido como encefalomelitis miálgica, a parte del cansancio, hay otros síntomas específicos, como problemas para dormir, sensación de mareo o dolor de cabeza, muscular o articular, entre otros. Si sospechamos que un paciente tiene síndrome de fatiga crónica, lo primero que vamos a hacer es descartar otras enfermedades que causen agotamiento, por ello siempre les hacemos un interrogatorio exhaustivo, una exploración física y una analítica completa, además de exploraciones complementarias si son necesarias”, enumera la reumatóloga Miriam Almirall.
“El síndrome de fatiga crónica y la fibromialgia son dos enfermedades crónicas complejas con una importante comorbilidad entre ellas, es decir, que muchas veces concurren en el mismo paciente y en el mismo momento, con síntomas superpuestos y que afectan a múltiples sistemas y órganos a lo largo del tiempo”, añade Del Arco.
▶️ Diferencias en los síntomas
La similitud de los síntomas entre estos trastornos hace que muchas veces se diagnostiquen erróneamente y que su coexistencia en una misma persona no llegue nunca a reconocerse. Como relata el especialista de la SED:
- El síndrome de fatiga crónica es una enfermedad que se caracteriza por un profundo malestar tras un esfuerzo mental o físico que ocurre en pacientes que ya sufren una fatiga constante.
- Por otro lado, el dolor y la alodinia, que es una condición que causa dolor por algo que no suele ser doloroso —como sentir dolor ante cualquier cambio leve de temperatura, que la tela de la ropa roce la piel o que alguien te toque sin querer un hombro— son las características clínicas centrales de la fibromialgia.
El síndrome de fatiga crónica no incluye la presencia de dolor musculoesquelético generalizado como sí que aparece en la fibromialgia (es posible tener algo de dolor, pero no es generalizado). Aquí está la principal diferencia. “Tampoco hay que confundirla con una artritis u otra enfermedad reumática. En la fibromialgia no hay dolor articular ni inflamación, sino que se produce un dolor generalizado, duele todo el cuerpo. Para que nos hagamos una idea, si el cuerpo se divide en cinco zonas, para diagnosticar fibromialgia tiene que haber dolor en cuatro como mínimo”, describe Antonio del Arco.
▶️ ¿A quién afectan más?
Tanto el síndrome de fatiga crónica como la fibromialgia están consideradas enfermedades de género, ya que, según algunos estudios realizados en Atención Primaria, afecta entre 10 y 20 veces más a mujeres que a hombres. “Aunque no se sabe al 100 % qué causa estas enfermedades, se cree que se debe a una alteración del funcionamiento del sistema nervioso central y periférico, un sistema que funciona diferente en hombres y en mujeres. Por otro lado, también hay investigaciones recientes que han demostrado que se produce por unas alteraciones del sistema inmune, y en este sentido las enfermedades autoinmunes igualmente son más comunes en mujeres”, relata Miriam Almirall.
Tanto la fibromialgia como el síndrome de fatiga crónica son enfermedades que están predispuestas genéticamente. “Cuando una persona tiene fibromialgia no quiere decir que sus hijos la vayan a desarrollar, pero sí que van a tener más probabilidad”, concluye Del Arco.