Frente al sol, mejor poco hecho que al punto

El 75% de las arrugas y el 90% de los casos de cáncer de piel están relacionados con la exposición al sol
Por Arantza González Arratibel, Asociación Contra el Cáncer – Sede Bizkaia 19 de julio de 2016
group of smiling people having fun on the beach
Imagen: lev dolgachov

El sol tiene una gran importancia para la salud. Según las características de la persona y del tiempo de exposición a sus radiaciones, produce sobre el organismo una serie de repercusiones que pueden ser positivas o negativas. Entre los efectos positivos destaca la producción de vitamina D. Y entre los negativos, trastornos en la piel que van desde quemaduras y engrosamiento, hasta alteraciones de la pigmentación y cáncer. El siguiente artículo profundiza en estos riesgos y explica cómo protegerse del sol para evitarlos.

Los riesgos de la exposición excesiva al sol

El sol desempeña un papel muy importante y positivo en la prevención de ciertas avitaminosis (falta o disminución de vitaminas). Las radiaciones solares favorecen la generación de vitamina D, necesaria para metabolizar el calcio y evitar el raquitismo, una enfermedad caracterizada por la deformación de los huesos, que afecta sobre todo a los niños.

Sin embargo, es preciso conocer los aspectos negativos. La exposición solar inadecuada produce trastornos en la piel que pueden manifestarse a corto o a largo plazo, entre los que destacan:

  • Quemaduras solares, caracterizadas según su intensidad por eritema (enrojecimiento de la piel), inflamación e incluso por la formación de vesículas o ampollas.
  • Bronceado, originado por la acción de las radiaciones solares sobre los melanocitos que producen un pigmento denominado melanina (pigmento que da color a la piel).
  • Hiperqueratosis o engrosamiento de la piel.
  • Fotoenvejecimiento o envejecimiento prematuro de la piel por la acción del sol. Se caracteriza por una piel áspera, sin elasticidad, líneas de las arrugas gruesas (surcos), manchas e incluso pequeños derrames capilares (vasos sanguíneos extremadamente finos que recorren la piel). Se estima que el 75% de las arrugas son producidas por la exposición solar.
  • Alteraciones de la pigmentación, sobre todo aparecen hipercromías (aumento de la pigmentación) entre las que se encuentran las pecas (frecuentes en las personas pelirrojas), los lunares (también denominados nevus) y los melasmas (manchas oscuras de bordes poco definidos, de aparición frecuente durante el embarazo).
  • Cáncer de piel, relacionado con la exposición al sol en el 90% de los casos. Hoy día se sabe que el número, frecuencia e intensidad de las exposiciones solares durante la infancia y la adolescencia es proporcional al riesgo de aparición de cáncer de piel.

Por tanto, una exposición inadecuada al sol puede causar alteraciones en la piel y ocasionar graves enfermedades. Por eso es tan importante protegerse de las radiaciones solares, no solo en playas y piscinas ni solo durante el verano, también el resto del año.

Cómo protegerse frente a las radiaciones solares

La fotoprotección es la protección frente a las radiaciones solares. Existen varios tipos de fotoprotección:

  • Fotoprotección física. Son todos los elementos que actúan como barreras entre el sol y la persona. Es el caso de la ropa, los sombreros y las gafas que no dejan que las radiaciones lleguen al individuo. La capa de ozono también funciona como un fotoprotector físico, ya que impide el paso de parte de las radiaciones ultravioleta B (UVB), responsables de las quemaduras solares y los cánceres cutáneos.
  • Fotoprotección biológica. Son las defensas que genera la propia persona frente al sol, como el bronceado, que se produce al activarse la producción de melanina (pigmento natural que da color a la piel) por la acción del sol y que en cierta medida protege la piel frente a las quemaduras solares y el cáncer.
  • Fotoprotección química. Consiste en la utilización de productos denominados fotoprotectores que, aplicados sobre la piel, la protegen de los efectos perjudiciales de las radiaciones ultravioleta.

Los fotoprotectores son productos (crema, gel, leche…) que se dan sobre la piel con el fin de protegerla de los efectos perjudiciales de las radiaciones ultravioleta A (UVA) o ultravioleta B (UVB). Esto es posible porque en su composición llevan unas sustancias denominadas filtros, capaces de frenar la acción de uno u otro tipo de radiación.

  • Las radiaciones UVA actúan oxidando la melanina (pigmento que da color a la piel) ya existente en la piel, lo que provoca un «bronceado directo», que tiene la característica de desaparecer muy rápido.
  • Las radiaciones UVB intervienen sobre las células productoras de melanina (melanocitos), activando su producción y oxidándola, lo que deriva en el denominado «bronceado indirecto o duradero».

El grado de protección frente a las radiaciones UVB viene determinado por el índice FPS (factor de protección solar) o también llamado IPS (índice de protección solar). Indica el número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural de la piel frente al eritema (enrojecimiento).

En función del Factor de Protección Solar, los fotoprotectores se clasifican en:

  • Bajo: 2, 4, 6.
  • Medio: 8, 10, 12.
  • Alto: 15, 20, 25.
  • Muy alto: 30, 40, 50, 50+.

El grado de protección frente a las radiaciones UVA viene determinado por el índice PPD (capacidad de producir pigmentación duradera). En función de su valor se clasifican en:

  • Bajo: 2.
  • Medio: 4.
  • Alto: 8.
  • Muy alto: 14.

Cuanto más clara es la piel de la persona, mayor es el factor de protector que debe utilizar.

¿Cómo utilizar del modo correcto los fotoprotectores?

Para que los fotoprotectores solares sean efectivos deben seguirse las siguientes pautas:

  • Usar protectores solares adecuados a las características físicas (fototipo) y que contengan filtros frente a los rayos UVA y UVB.
  • Utilizar la cantidad suficiente, cubriendo toda la superficie corporal. No hay que olvidarse de zonas como las orejas o el cuero cabelludo en el caso de los niños pequeños y calvicie.
  • Aplicar los productos siempre con la piel seca. Si la piel esta mojada, las gotas funcionan como una lupa y aumentan el riesgo de que se produzcan quemaduras.
  • Realizar la primera aplicación al menos 30 minutos antes de exponerse al sol.
  • Durante la exposición solar, reponer el fotoprotector después de cada baño prolongado (más de 20 minutos) o cada dos horas.
  • Emplear fotoprotectores resistentes al agua y reponerlos después de cada baño superior a los 20 minutos.
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