Cirugía estética

Un sector que factura más de 1.000 millones de euros al año
Por Yolanda A.C. 11 de febrero de 2003

En España 822 personas se someten cada día a una operación de cirugía estética. Este dato nos sitúa a la cabeza de Europa en número de operaciones, con un crecimiento anual del 15%. Junto a esta práctica también ha aumentado el número de denuncias relacionadas con este tipo de cirugía, no exenta de peligros. Si desea operarse de la nariz, aumentarse el pecho o someterse a cualquier otra intervención, asegúrese de que la clínica es legal y la titulación del equipo está en regla. Más de 6.000 personas ejercen la cirugía estética en España, mientras que sólo 600 cirujanos plásticos disponen de la titulación correcta.

Causas del boom de la cirugía estética

Ni el conocimiento de los riesgos ni los casos que afloran de mala praxis detienen el auge de la cirugía estética en nuestro país, un negocio que crece cada año un 15%. Los avances técnicos en el campo de la cirugía, con nuevas técnicas más seguras y menos agresivas, y con secuelas cada vez menos visibles, han propiciado este boom de la cirugía estética. Pero no ha sido ésta la única causa.

El sociólogo Ernest García i García, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de Valencia, atribuye esta buena acogida por parte de la sociedad a la confluencia de distintos factores: “Es fruto de combinar una tecnología capaz de satisfacer una demanda para mejorar la aceptación por parte de los otros y la satisfacción con uno mismo, con la existencia de una riqueza suficiente para poder pagarla. Otro factor importante es la confianza social que existe en la medicina y la cirugía como algo infalible.”

Ernest García señala también el culto al cuerpo, que sin ser exclusivo de nuestros tiempos, ejerce una mayor presión en la sociedad de la imagen. Y hay otra característica de la sociedad actual que ha contribuido de forma decisiva en la normalización de la cirugía con fines estéticos. “Se trata del acceso al consumo de masas. Ya no se adquiere sólo lo necesario, se piensa lo siguiente: si quiero una cosa y la puedo pagar, entonces la hago.

El recurso a la cirugía se ha normalizado como muchos otros patrones de consumo, es una solución creada desde la oferta y no desde la demanda”, señala el experto. Es evidente que existe un consumo muy importante asociado a la estética: peluquerías, centros de belleza, cosmética, gimnasios, cirugía, etc.

Los medios de comunicación también ejercen una influencia innegable, ya que además de fomentar este consumo, transmiten a diario imágenes y mensajes que identifican el éxito con unos determinados cánones de belleza. Gloria Merí Cucart, del Colegio Oficial de Psicólogos del País Valenciano y experta en psicología clínica, explica que desde los medios de comunicación se deberían fomentar, en lugar de valores de felicidad atribuibles a factores externos (físico, dinero…), valores más acordes con la armonía y el equilibrio personal.

“La felicidad es una sensación interna y se ha de encontrar a través de una armonía consigo mismo, nunca puede venirnos dada desde fuera”, subraya. Pero no todas las personas tienen la misma permeabilidad a estos factores. Si bien no existe un perfil único que describa a las personas que apuestan por la cirugía estética para mejorar su físico, la psicóloga Gloria Merí describe algunos rasgos comunes de personalidad.

“En general son personas inmaduras, con poca capacidad para aceptar la frustración y la realidad, se muestran dependientes de los demás y con escasa estabilidad emocional, enumera la experta.”

Antes de someterse a una operación de cirugía estética

Antes de decidir si es conveniente o no someterse a una intervención quirúrgica para perfeccionar nuestro cuerpo, es preciso realizar un examen personal de la situación. Como ante cualquier cambio en la vida, conviene analizar las ventajas e inconvenientes de la operación desde una perspectiva realista y lo más objetiva posible.

También antes de tomar la decisión es importante informarse en profundidad y de forma rigurosa sobre los riesgos de esa operación, el postoperatorio y los posibles resultados, así como valorar las alternativas existentes a la cirugía y el grado de felicidad real que la intervención nos puede aportar.

La psicóloga Gloria Merí señala que esta decisión nunca se debe tomar bajo un impulso ni para eliminar una obsesión, porque tras la operación la persona nunca quedará satisfecha. “Ella debe decidir libre y objetivamente, y para ello es necesario que se encuentre psicológicamente bien.” Y hace hincapié en un aspecto: “El éxito es algo personal, no se debe demostrar a nadie, lo importante es que la persona se guste a sí misma, no a los demás”, apunta.

Si después de analizar honesta y objetivamente su situación personal, los riesgos, ventajas e inconvenientes que conlleva una operación, el interesado decide someterse a una intervención de cirugía estética, debe tomar las siguientes precauciones:

  • Compruebe que la clínica a la que acude está legalizada; vaya a la propia clínica y asegúrese de que disponen de equipo de reanimación y UVI. Nunca se someta a una intervención en peluquerías o habitáculos que no estén en clínica u hospital; las intervenciones deben realizarse siempre en un quirófano bien equipado.

  • Tómese el tiempo necesario para elegir quien le operará. Asegúrese de que el cirujano tiene la titulación reconocida de cirujano plástico y reparador (el SECPRE facilita esta información en el teléfono 915 765 995), cuál es su experiencia y si está colegiado. No se conforme con una única opinión: pida información a diferentes profesionales.

  • Es muy importante que conozca de antemano las graves consecuencias que podría producirle un fracaso en una operación estética. Valore que la publicidad no siempre es tan veraz como debiera, ya que suele minimizar los riesgos y puede resultar engañosa.

  • La cirugía estética es un contrato de resultados, por lo que siempre debe quedar mejor que antes de la intervención. Solicite por escrito los resultados que se conseguirán con la operación, y exija fotografías del “antes” y del “después”.

  • Si le van a realizar un implante o inyección de alguna sustancia, solicite antes de la intervención un documento firmado por el responsable de la clínica o el cirujano, donde figure el nombre de la sustancia que le van a poner, la empresa distribuidora, el número de registro sanitario y de lote.

  • Exija el presupuesto por escrito, desglosado y especificando los materiales que se van a utilizar. Pida factura y copias de los documentos que firme, incluido el consentimiento de la operación.

  • El pago final no debe superar en ningún caso lo presupuestado. No pague nunca con cheque al portador. Si la intervención tiene por objeto tratar una enfermedad o sus secuelas, no debe abonar el IVA. Si se somete a una técnica netamente estética, deberá pagar un IVA reducido del 7%.

Riesgos de la cirugía estética

La cirugía estética practicada por profesionales que tengan la titulación adecuada ofrece mayores garantías, pero no está exenta de riesgos. En el año 2002 el Defensor del Paciente recibió 912 casos relacionados con cirugía estética, un 6% más que el año anterior. Según esta asociación la cirugía estética es la quinta patología más denunciada, a pesar de que las quejas en España no llegan al 25% de las emitidas en otros países.

La mayoría de estas denuncias están relacionadas con intervenciones mal realizadas, sobre todo aumento y disminución de mamas, liposucciones y abdominoplastias. Los riesgos de la cirugía estética se pueden dividir en dos grupos. Por una parte, existen los riesgos de resultados, es decir, que el paciente no obtenga el resultado deseado.

Esto puede ocurrir, según el Dr. Sánchez Nebreda por diversas razones: debido a que las expectativas de la intervención no hayan sido reales, el cirujano no haya explicado de manera correcta lo que se podía conseguir, el paciente no lo haua comprendido bien o el resultado, desde el punto de vista técnico, no haya sido el deseado. Por otra parte, se encuentran los riesgos quirúrgicos: la cirugía estética conlleva los riesgos propios de cualquier operación, como puede ser un accidente anestésico, una hemorragia posquirúrgica, una infección o una mala cicatrización. Según el doctor Nebreda, “todo acto quirúrgico implica un riesgo que hay que asumir e intentar reducir al mínimo.

En toda anestesia hay un riesgo pero si tenemos un buen equipo de anestesistas y la intervención se lleva a cabo en unas instalaciones autorizadas y dotadas adecuadamente, el riesgo se minimiza.” El presidente de la SECPRE asegura que los riesgos de la cirugía estética son menores que en otras prácticas quirúrgicas, debido a que los pacientes suelen estar sanos, la mayoría de ellos tiene una edad entre los 18 y 50 años, y la mayor parte de las intervenciones se practica en planos superficiales.

No obstante se pueden producir daños físicos y psicológicos, en ocasiones irreversibles. Las consecuencias derivadas de una mala praxis en este tipo de cirugía van desde una asimetría o un excesivo incremento de pecho (que puede dañar la columna vertebral), hasta la lesión de alguna parte del sistema nervioso o las graves complicaciones tras una liposucción, que han causado algunas muertes en nuestro país. Carmen Flores explica que los daños se producen por dos razones: “Es la especialidad con mayor intrusismo profesional y, por tanto, la mala práctica aflora. Por desgracia los pacientes no se informan debidamente de los posibles efectos secundarios ni de si la clínica, cirujano o anestesista están en condiciones para efectuar la operación.”

Vacío legal e intrusismo

Aunque la legislación española reconoce el término de cirugía estética, no regula qué especialidad médica es la competente para su ejercicio. En el Decreto 127/1984, que regula la formación MIR (Médico Interno Residente), la cirugía estética no figura entre las especialidades médicas existentes. En el plano académico el único plan de estudios que recoge los conocimientos y procedimientos necesarios para ejercer la cirugía estética es el que corresponde a la titulación de Cirugía Plástica y Reparadora.

De ahí que para la mayoría de los expertos sea el cirujano plástico y reparador quien de manera legítima deba efectuar este tipo de operaciones. Para obtener la titulación de cirujano plástico es necesario ser licenciado en medicina y realizar, tras el MIR, una especialidad de cinco años en Cirugía Plástica en un hospital general con capacidad docente.

En España sólo unos 600 cirujanos plásticos reúnen estos requisitos, pero son diez veces más las personas que practican actualmente este tipo de operaciones. Esta situación plantea un debate jurídico en el seno de la medicina. El Dr. Manuel Sánchez Nebreda, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, declara: “El intrusismo sólo sobrevive por la existencia de un vacío legal en cuanto a la antigua titulación de Licenciado en Medicina y Cirugía, título que no daba formación para realizar intervenciones quirúrgicas y que desde hace unos años ha pasado a llamarse Licenciado en Medicina.

Los cirujanos estéticos que se anuncian como tales son intrusos, porque esta titulación no existe como tal, sólo la de cirujano plástico y reparador.” La postura de la Sociedad Española de Medicina Estética es contraria a esta argumentación: “Un Licenciado en Medicina tiene pleno derecho a ejercer la Medicina Estética con tal, en principio, de no llamarse Médico Especialista”.

Las soluciones o medidas que se apuntan también divergen. Por una parte, la Unión Profesional de Médicos y Cirujanos Estéticos y la Sociedad Española de Cirugía Estética (SECE) piden que la formación en esta disciplina constituya una especialidad reglada a través de la vía MIR, pero cursada en escuelas privadas.

Sin embargo, la SECPRE reclama que la especialidad de Cirugía Plástica y Reparadora incluya también la palabra Estética, y su presidente, el doctor Sánchez Nebreda, demanda una regulación urgente. “Es muy importante que la Administración delimite de una vez por todas los campos de actuación, debido a que un médico que no haya realizado una formación quirúrgica y no la acredite de manera correcta no puede ni debe efectuar una intervención quirúrgica. Cuanto más se tarde en solucionar este problema, más difícil será devolver el prestigio a esta especialidad, explica.”

A la falta de concreción legal y el elevado grado de intrusismo, se suma el aumento de clínicas ilegales o que no reúnen las mínimas condiciones sanitarias exigidas. Según la Asociación Defensora del Paciente (ADEPA) representan el 60% de los centros de cirugía estética.

El reciente caso descubierto en Lanzarote, en que personas sin titulación inyectaban en peluquerías un derivado de la silicona no apto para usos estéticos, muestra un claro exponente de la necesidad de regulación y control que padece la cirugía estética en nuestro país. Carmen Flores, presidenta de ADEPA, critica la actuación de la Administración en este sentido. “No se tiene en cuenta el personal sanitario que trabaja en estas clínicas y cuando se hace una inspección se les avisa con una semana de antelación, lo que pone de manifiesto el descontrol en este tema por parte de las autoridades sanitarias”, aclara.

Las cifras de un negocio en auge

Con 300.000 intervenciones al año España es el país de la Unión Europea donde más operaciones de cirugía estética se practican, y ocupa los primeros puestos del ranking mundial, superada sólo por Brasil, Venezuela y Estados Unidos. En la última década la cirugía estética se ha convertido en un sector muy importante en nuestro país, con un crecimiento superior al 150% y una facturación que en 2002 ha alcanzado cerca de 1.100 millones de euros.

La proliferación de clínicas en los últimos años dificulta el recuento de centros médicos donde se practica este tipo de cirugía; un recuento que la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) está realizando en la actualidad. Aunque un dato puede servir de referencia: se calcula que sólo en la Comunidad de Madrid existen 600 clínicas.

Se trata, por supuesto, de clínicas privadas, ya que la Seguridad Social no cubre las operaciones con fines meramente estéticos, sino sólo las de cirugía reparadora (aplicable ante accidentes o malformaciones) y aquéllas que los pacientes precisan por motivos psicológicos o por problemas que disminuyen su calidad de vida: por ejemplo, una reducción mamaria para evitar lesiones en la columna vertebral o una cirugía correctora de la nariz por dificultades respiratorias.

Lo que hace unas décadas se contemplaba como un lujo, sólo accesible a ricos y famosos, se ha convertido en una práctica al alcance de la clase media, no tanto por su coste -que apenas ha aumentado en los últimos años- como por las facilidades de financiación que la mayoría de clínicas ofrecen.

Aunque los precios varían de unas ciudades a otras y no todos los cirujanos plásticos tienen los mismos honorarios, éste es el coste orientativo de las intervenciones estéticas más comunes: mientras que la liposucción, la rinoplastia y la cirugía de párpados pueden costar entre 2.500 y 3.500 euros, el aumento de pechos oscila entre los 3.500 y 4.500 ?, y un lifting facial puede alcanzar de 4.000 a 6.000 ?.

La mayoría de pacientes son mujeres, aunque cada vez son más los hombres que se someten a intervenciones estéticas, en concreto un 15% de hombres se operan. La SEPRE asegura que la diferencia entre sexos se va reduciendo y que disminuirá todavía más en los próximos años.

Las operaciones más demandadas por las mujeres españolas son las de aumento de pecho mediante implante de silicona, seguidas de la corrección de nariz, la liposucción, la cirugía de los párpados y la reducción mamaria; mientras que los hombres se inclinan más por la cirugía contra la calvicie y la liposucción del abdomen, aunque últimamente la cirugía de la nariz, los párpados y las orejas son operaciones muy demandadas por este sector.

Pero, ¿cuántos especialistas atienden esta creciente demanda? Según la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), “en España pueden existir no menos de 6.000 personas dedicadas a esta especialidad, de los cuales se estima que al menos un millar no tiene la titulación ni preparación necesaria”.

Sin embargo, la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, que reúne a la práctica totalidad de médicos que poseen la titulación de Especialista en Cirugía Plástica y Reparadora en nuestro país asegura que en nuestra Sociedad hay 652 miembros numerarios, de los cuales casi sesenta se encuentran en período de formación y son aspirantes. Esta aparente disparidad de cifras encuentra su explicación en el vacío legal existente en torno a esta materia.

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