Entrevista

Maria Rosa Sarrias y Francisco Lozano, biólogos del IDIBAPS, Hospital Clínic de Barcelona

«En el choque séptico no caben ambigüedades; si algo funciona vives y, si no, te mueres»
Por Jordi Montaner 13 de agosto de 2007
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Imagen: Emiliano Ricci

Se llama investigación traslacional. Maria Rosa Sarrias y Francisco Lozano son dos investigadores básicos, biólogos, que han desentrañado la biología molecular de algunos componentes del sistema inmune y han dado con un hallazgo de relevancia clínica: dos scavengers, ‘limpiadores’ del sistema inmune pueden frenar el choque séptico, cuadro inflamatorio severo con fallo multiorgánico producido por toxinas bacterianas y que no responden al tratamiento antibiótico convencional, y salvar muchas vidas.

Francisco Lozano se incorporó al Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) tras un periodo de formación en la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Llevaba tiempo investigando las propiedades de las moléculas CD5 y CD6, catalogadas en principio como inmunoglobulinas pero que luego se ha visto que su papel en el sistema inmune corresponde al de un scavenger, que elimina componentes tóxicos de la sangre por medio de linfocitos y macrófagos. Maria Rosa Sarrias lleva años investigando la inmunidad innata en el Instituto. Ambos han dado con dos moléculas, CD6 y SP-alfa, que consiguen frenar los efectos de la toxina LPS en la sangre. Su investigación, realizada en colaboración con la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid y la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia, aparece publicada en la revista americana Proceedings of the National Academy of Sciences.

Avanzando por distintos caminos se llega a veces a un mismo punto.

(Francisco Lozano, FL): Investigando CD5 y CD6, descubrí que si inyectaba esta última en el peritoneo de un modelo de choque séptico de rata, evitaba que el animal muriese. La molécula CD6 es un receptor de la membrana de los linfocitos de nuestro sistema inmune, y es la primera vez que se demuestra que es capaz de identificar y unirse físicamente y con elevada afinidad a toxinas bacterianas que pueden desencadenar un choque séptico. Por lo tanto, el descubrimiento no se limita a una posible aplicación clínica sino que rompe con la creencia de que el sistema inmunológico innato se encarga en exclusiva de reconocer microorganismos patógenos. Ahora sabemos que los CD6 de los linfocitos, que son células del sistema inmune adaptativo, también pueden ejercer esta función de vigilancia.

(Maria Rosa Sarrias, MRS): Yo investigaba las propiedades de SP-alfa en la inmunidad innata y, aprovechando que tuvimos acceso a modelos de rata con choque séptico, quisimos probar algo idéntico. Comprobamos que estas ratas, que normalmente mueren entre las 24 y 48 horas de tener su sangre infectada, superaban el lance con total normalidad.

¿Cuál de ambas moléculas funciona mejor?

«Falta averiguar qué sucede en sepsis causadas por virus y si CD6 y SP-alfa tienen aplicación en otras enfermedades inflamatorias de origen infeccioso»

(FL) Pensando en una posible aplicación clínica del descubrimiento, puede que SP-alfa resulte más interesante por tratarse de una molécula soluble en estado natural, algo que no ocurre con CD6 y que, por tanto, debería reconfigurarse. En el choque séptico no caben ambigüedades; si algo funciona vives y, si no, te mueres. Este experimento abre un campo de investigación pero sólo hemos dado el primer paso.

El choque séptico, o sepsis, es la principal causa de muerte en las UCI de todo el mundo. Supongo que los médicos intensivistas andarán de enhorabuena.

(FL) Todavía no hemos tenido un contacto formal con ellos puesto que, antes de pasar a comprobar cómo funcionan ambas moléculas en la clínica humana (ensayos en fases I, II y III), debemos trabajar con más modelos de rata en el laboratorio. Hemos comprobado su eficacia en modelos de sepsis bacteriana y por hongos, pero falta averiguar que sucede con sepsis causadas por virus y si, además de combatir el choque séptico, las moléculas podrían tener aplicación ante otras enfermedades inflamatorias de origen infeccioso.

¿Qué ocurre desde la infección hasta el envenenamiento de la sangre con la toxina LPS?

(MRS) Los antibióticos no pueden combatir de manera eficaz un choque séptico, ya que no eliminan la toxina bacteriana de la sangre del paciente ni controlan la respuesta inflamatoria que se desencadena. El choque séptico es un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica causado por una invasión de microbios en el torrente sanguíneo, cuyo metabolismo se salda con la liberación de una toxina muy potente, LPS, que colapsa de inmediato los riñones, el hígado, el intestino, la piel o los pulmones. La muerte es en muchos casos inevitable.

CD6 y SP-alfa van a estar, a partir de ahora, en el punto de mira de muchos laboratorios.

(MRS) A través de la Agencia de Valorización y Comercialización de los Resultados de la Investigación de la Universidad de Barcelona (AVCRI) hemos solicitado una patente para el uso de estas proteínas en el tratamiento del choque séptico y otras posibles indicaciones. En colaboración con la AVCRI, además, hemos puesto en marcha un proyecto que permite desarrollar la prueba de concepto y llegar hasta las fases de ensayo en el ámbito clínico.

DECLARACIÓN DE BARCELONA

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Durante un congreso de la European Society of Intensive Care Medicine celebrado en el 2002 se firmó la Declaración de Barcelona, con el compromiso de reducir en un 25% la mortalidad producida por choque séptico en tan sólo cinco años. A día de hoy este objetivo no se ha conseguido y por eso cobra especial relevancia la investigación llevada a cabo por el equipo de Francisco Lozano y Maria Rosa Sarrias. Se estima que cada día mueren 1.400 personas en el mundo por esta causa, y que el 30% fallece dentro del primer mes siguiente al diagnóstico. La declaración firmada subrayaba que, para reducir la elevada tasa de mortalidad asociada a la septicemia en un 25% durante los cinco años inmediatos, era necesario mejorar el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad.

Para tal fin se proponía un plan de acción con cinco puntos: facilitar el diagnóstico precoz y correcto mediante la adopción de una única definición clara de la septicemia, garantizar el uso de intervenciones adecuadas en el momento oportuno mediante protocolos clínicos consistentes, lograr que se apliquen en todos los países unas directrices de remisión universalmente aceptables, proporcionar el apoyo técnico necesarios a los clínicos para controlar la septicemia y asistencia y consejo a los pacientes septicémicos tras su estancia en la UCI, para garantizar una calidad de asistencia continuada.

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