Telemedicina

Se utiliza principalmente en radiología, oftalmología, dermatología, psiquiatría, geriatría y atención domiciliaria
Por Tatiana Escárraga 27 de enero de 2005

Conocimiento médico y avances tecnológicos al servicio de los pacientes. Si se unen estos dos conceptos el resultado es la telemedicina, un revolucionario sistema que aplica desde la telefonía convencional, pasando por la videoconferencia y las comunicaciones por satélite, hasta la telefonía móvil en la atención sanitaria. Más que una tecnología médica específica, la telemedicina es una nueva forma organizativa que ofrece ventajas tanto para los médicos como para los pacientes. Aunque no es un país puntero, en España esta técnica ya es una realidad y varios hospitales, tanto públicos como privados, la han puesto en marcha.

Aplicaciones diversas

Fue a partir de los años 80 cuando se empezó a notar el espectacular avance de la telemedicina. Ello se debió, según explica Juan Carlos Naranjo, del grupo de Telemedicina de la Universidad Politécnica de Valencia, al rápido desarrollo de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones así como a la evolución de Internet.

En términos sencillos, según explica José Luis Monteagudo Peña, Jefe del Área de Investigación en Telemedicina y Sociedad de la Información del Instituto de Salud Carlos III, este sistema “consiste en la provisión de servicios sanitarios a distancia usando tecnologías informáticas y de telecomunicación”. Además de utilizar telefonía móvil, Internet, videoconferencia y comunicaciones por satélite, los sistemas de telemedicina utilizan, según explica Monteagudo, estaciones de trabajo especializadas y dispositivos biomédicos para la adquisición, procesado y visualización de datos e imágenes médicas. La Unión Europea difunde el concepto de e-salud, en el que también se incluye la telemedicina y otras aplicaciones de las tecnologías de la información y de las redes digitales.

Las aplicaciones de la telemedicina son diversas. Por un lado, se utiliza para facilitar la asistencia a personas o profesionales en lugares aislados o muy alejados de centros sanitarios e inclusive en barcos. Se utiliza también ante situaciones de emergencia o catástrofes y en misiones militares en el extranjero así como en la investigación espacial. En los últimos años la telemedicina ha empezado a aplicarse en otras áreas como la asistencia domiciliaria a personas mayores y pacientes crónicos, grupos vulnerables, como por ejemplo embarazadas; reconocimientos médicos a distancia y conexiones entre la atención primaria y la especializada, según explica el especialista Monteagudo. En síntesis, la telemedicina se utiliza, sobre todo, en radiología, oftalmología, dermatología, psiquiatría, geriatría y atención domiciliaría.

“La telemedicina tiene muchísima utilidad. Una de las áreas de más auge es la atención de los astronautas para el diagnóstico a distancia. También ha habido casos de expediciones remotas donde ha sido fundamental, lo mismo que en dermatología, porque se puede dar el caso de que un médico general pueda tomar una foto a un paciente a través de una cámara web y enviarla a un especialista para que éste emita un diagnóstico de la piel lesionada. En las cárceles de Estados Unidos, por ejemplo, ya es usual la telepsiquiatría, pues los especialistas atienden a sus pacientes a través de cámaras web o video conferencia”, señala Manuel Castillo, catedrático de fisiología de la Universidad de Granada e investigador de las aplicaciones de la telemedicina en los pacientes con diabetes.

Atención por videoconferencia

En el uso de la telemedicina existen dos modalidades de trabajo, una a tiempo real y otra en diferido. Como ejemplos de medicina a tiempo real se citan las videoconferencias a través de las cuales se comunican el médico y su paciente, como ocurre en la teleconsulta de pacientes de la red Evisand en Andalucía o la Red de telemedicina de la sanidad militar. En este segmento también sobresale la experiencia del hospital Severo Ochoa, en la Comunidad de Madrid.

Este centro puso en marcha el programa de telemedicina hace un año en el área de diálisis para insuficiencia renal. La experiencia piloto comenzó con un estudio con siete pacientes que luego ha aumentado a diecisiete. La idea era analizar la posibilidad de que se pudieran sustituir las visitas al médico sin afectar la calida y la relación coste-beneficio. De momento, la experiencia prospera y queda todavía un año más de estudio. El hospital cuenta con el apoyo económico del fondo de investigación de la Seguridad Social y los equipos los suministra una empresa privada que también se encarga de la instalación de los aparatos. El paciente recibe en su casa un equipo de videoconferencia, una especie de videoconsola que se pone encima de la tele y que lleva incorporado un zoom. El encendido es sencillo. En el hospital, mientras, hay un ordenador con un software que permite el control a distancia. La recepción de datos se hace a través de tres líneas RDSI.

Con la “televisiva“, explica la doctora Paloma Gallar, facultativa especialista del área de nefrología del Hospital Severo Ochoa, se ahorra un tiempo de consulta de aproximadamente diez minutos y se ahorra, también, en desplazamiento, transporte sanitario y espacio físico en el hospital. Por lo general, el paciente concierta una cita con la doctora Gallar y en el día y la hora señaladas la persona se conecta. “Es muy similar a una visita convencional”, dice esta especialista. A través del sistema el paciente también puede suministrar los datos de la diálisis para que sean analizados en el centro. El perfil de las personas que utilizan este servicio -por el cual no tienen que pagar nada-, es de pacientes con un promedio de edad de 37 años y que trabajan. El coste del equipo, dice la doctora Gallar sin precisar cifras, es alto, pero el mismo material se puede utilizar en otro paciente cuando el anterior ha recibido un transplante. El gasto mensual de la telemedicina en lo que respecta a las líneas de teléfono es de 1,5 euros, afirma la especialista.

“Yo creo que la telemedicina tiene futuro porque la tecnología puede mejorar y simplificarse. Estamos en los inicios de la aplicación de este sistema. De momento se ha demostrado su funcionamiento en la parte clínica y también en la relación coste-beneficio”, opina la doctora Gallar. Y añade: “la parte técnica no va a hacer más que mejorar”.

Otra experiencia con telemedicina es la que se da en el San Rafael, un hospital concertado de Madrid. Allí se lleva a cabo un programa de teleasistencia desde hace cuatro años implantado por una empresa privada. Lo que se hace, explica la doctora Carmen Rodríguez, de la Unidad Central de Control de este centro, es un “seguimiento de pacientes crónicos a distancia”. De momento se ha empezado con la diabetes pero intentan extender la experiencia hacia otras patologías como por ejemplo el asma.

La modalidad que se aplica en el hospital San Rafael es a través de la telefonía móvil. Al paciente se le entrega un teléfono con una opción especial que le permite enviar sus datos sobre los niveles de glucosa a una unidad de apoyo permanente las 24 horas. Si lo desea, y siempre con todas las garantías de protección de datos, los miembros del equipo médico pueden tener acceso a su historia clínica mediante una clave especial.

Cuando el paciente tiene muy altos los niveles de glucosa salta una alarma y automáticamente se produce desde el centro una llamada en la que los facultativos se interesan por la situación. Para utilizar este servicio es necesario acudir a la empresa que lo ha puesto en marcha. El interesado deberá pagar una cuota de 35 euros al mes. De momento en el hospital hay 500 pacientes que utilizan esta forma de asistencia sanitaria. Para la doctora Carmen Rodríguez este sistema no tiene ninguna desventaja. “Esto es un complemento al seguimiento del paciente crónico, pero no evita que los pacientes vayan a consulta. Lo que si disminuye son las visitas al médico”.

Sistema reciente

La telemedicina en España, según explica el especialista Monteagudo, es relativamente joven y su desarrollo está ligado a la penetración en la sociedad de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Hasta hace unos años, dice, la mayoría de proyectos estaban soportados por programas de investigación nacionales y de la Unión Europea.

En algunas comunidades autónomas ya hace algún tiempo que se puso en funcionamiento la telemedicina, como por ejemplo en los servicios de salud de Galicia, Canarias y Andalucía. A estas comunidades se han sumado Extremadura, Castilla La Mancha, Castilla León y Baleares, que han potenciado el sistema tras el proceso de transferencia de las competencias en materia sanitaria.

En Castilla La Mancha, por ejemplo, está en funcionamiento el proyecto IKONOS de teleradiología digital en el Servicio de Salud de esa comunidad. El Instituto de Salud Carlos III y la Fundación Vodafone han puesto en marcha el proyecto AIRMED para pacientes hipertensos, con insuficiencia cardíaca, terapia con anticoagulantes orales, asma, deshabituación del tabaco o diagnóstico de apneas del sueño. “La telemedicina tiene aplicación en prácticamente todas las especialidades médicas, aunque las que cuentan con mayor desarrollo son radiología y cardiología”, dice Monteagudo.

En el Hospital La Fe, de Valencia, también se están adelantando proyectos de telemedicina desde 2001. De momento se ha superado la fase de aceptación por parte del colectivo médico y, según afirma Juan Carlos Naranjo, de la Universidad Politécnica (que trabaja en el proyecto con el hospital), “miles de pacientes ya se han beneficiado de sus ventaja”. Muchos de los enfermos que se atienden con este sistema en La Fe son de carácter crónico, algunos en fase terminal y a los que mediante un seguimiento en sus propios domicilios se les trata de mejorar su calidad de vida.

Entre las cuestiones a tener en cuenta en lo que respecta a la telemedicina el especialista Monteagudo señala: el coste de instalación y operación, la garantía de protección de datos y de intimidad de los pacientes, el cambio en los procesos sanitarios y en la cultura de trabajo de los profesionales y de relación con los pacientes, los aspectos legales relacionados con la responsabilidad médica ante posibles demandas, las garantías de funcionamiento sin problemas en las infraestructuras tecnológicas y las posibles causas de diferencias creadas por las desigualdades de acceso a las nuevas tecnologías. El mayor problema, dice Monteagudo, “es la resistencia al cambio en un sistema tan complejo y sensible como el sector sanitario”.

Desde la Universidad Politécnica de Valencia, Juan Carlos Naranjo señala como desventajas, entre otras, la frialdad, el desconocimiento del procedimiento, la desconfianza, la falta de formación y el coste de inversión inicial. Todo ello desde el punto de vista del paciente. Y desde la perspectiva del médico: adaptación al sistema, pérdida de trato directo, cambios en las estructuras y necesidad de reciclaje por parte del profesional. En lo que respecta a los hospitales, como desventajas se señalan los cambios en las infraestructuras y en la educación, la inversión económica, la formación personal y el mantenimiento.

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