Trasplante de médula ósea

Los hermanos del enfermo reúnen las mejores condiciones para ser donantes
Por Tatiana Escárraga 1 de marzo de 2004

La única esperanza posible para curar algunas enfermedades de la sangre (leucemia, aplasia medular o mieloma) es un trasplante de médula ósea, ahora más conocido como trasplante de progenitores hematopoyéticos. En 2002, según la Organización Nacional de Trasplantes, se llevaron a cabo 1.983 operaciones de este tipo en España. Sólo un 30% de los pacientes cuenta con un familiar compatible para ser donante. El resto depende de los 49.000 donantes voluntarios inscritos en el país y de los 8,5 millones registrados en el mundo.

Fuente de las células madre

La médula ósea es el lugar donde se produce la sangre. Es un tejido esponjoso que se halla en las cavidades de los huesos y donde nacen las denominadas células madre o progenitores hematopoyéticos, a partir de los cuales se generan las células de la sangre.

Hasta hace unos años, según explica la doctora Pili Olaizola, coordinadora de trasplantes del hospital Aránzazu, en el País Vasco, se creía que la única fuente de células madre era la médula ósea. Hace algún tiempo, sin embargo, se descubrió que las células madre también se hallan en la sangre periférica (sangre que circula por el cuerpo) y en la sangre del cordón umbilical. Por esa razón, se ha dejado de emplear el término trasplante de médula ósea para utilizar el de trasplante de progenitores hematopoyéticos.

Un trasplante hematopoyético es necesario para la curación de determinadas enfermedades de la sangre. Las leucemias agudas (un tipo de cáncer), la leucemia mieloide crónica, la anemia aplásica (desaparición de las células madre de la médula ósea) y algunas enfermedades congénitas requieren este tratamiento. A lo largo de los años el uso del trasplante se ha extendido a otras enfermedades como los linfomas (tumores de los ganglios linfáticos), la enfermedad de Hodgkin (variedad de cáncer del sistema linfático), el mieloma múltiple (cáncer que afecta a las células plasmáticas) y ciertos tumores sólidos, según explican desde la Fundació Internacional Josep Carreras, experta en este ámbito.

Hay dos clases de trasplante hematopoyético de acuerdo con el tipo de donante. Según explica un especialista del hospital Gregorio Marañón de Madrid, el autólogo o autogénico es una especie de autrotrasplante, pues las células madre proceden del mismo paciente, mientras que en el alogénico las células madre proceden de otro sujeto, por lo general un hermano o una persona genéticamente distinta al receptor. Ambos tratamientos, dice este especialista, conllevan peligro de muerte, pero el riesgo es mucho mayor -entre un 20% y un 25%-, en los alogénicos que en los autogénicos, donde el riesgo se sitúa en un 10%. “Por eso los trasplantes se reservan para cuando fallan todas las opciones posibles. Pero cuando el resultado es positivo hay muchas menos posibilidades de recaer con el alogénico”, afirma el especialista.

Las estadísticas disponibles en la Organización Nacional de Trasplantes, organismo técnico del Ministerio de Sanidad y Consumo, indican que en 2002 se llevaron a cabo 1.983 trasplantes hematopoyéticos en España. De esa cantidad 1.446 fueron autólogos y 537 alógenos, 421 de estos últimos ellos se hicieron con donantes familiares y otros 116 con desconocidos.

Cambio de método

Antiguamente, dice la doctora Dorleta Martínez, médico adjunto de hematología del hospital Aránzazu, las células madre se extraían al donante o al paciente directamente de la médula ósea a través de una operación con anestesia general o en algunos casos local. “Se sacaba de los huesos cortos y planos, como por ejemplo de la pelvis”, señala el especialista del Gregorio Marañón. “Ese es el método tradicional”, asegura.

Desde hace algunos años, sin embargo, los científicos descubrieron que también había células madre en el torrente sanguíneo y en la sangre del cordón umbilical. En el caso del torrente sanguíneo, sin embargo, las células allí depositadas no son suficientes. Sin embargo, a través de la administración de una hormona llamada GCSF es posible su estimulación desde la médula ósea para que circulen hasta el torrente. Una vez allí una máquina centrífuga se encarga de extraerlas mediante un proceso llamado aféresis.

“Desde los años 90 el procedimiento se hace a través de esta hormona. Se empezó a emplear casi simultáneamente en Estados Unidos y en Europa. Se trata de una forma moderna, más limpia, que no requiere anestesia y que permite una fácil manipulación de la hormona”, señalan desde el Gregorio Marañón.

En lo que respecta a la sangre del cordón umbilical, dice la doctora Olaizola, la calidad de las células madre allí depositadas “es muy buena”, pero la cantidad es poca. Las condiciones del enfermo son las que van a determinar si los progenitores hematopoyéticos se extraen de una fuente o de otra. Hay muchos factores en juego, como la edad, el peso, etc. En la actualidad, prácticamente la totalidad de los trasplantes autogénicos y más del 70% de los trasplantes alogénicos se efectúa con progenitores de sangre periférica, según la Fundació Josep Carreras.

Hermanos, posibles donantes

El proceso del trasplante de progenitores hematopoyéticos puede tardar un mes. Cuando se ha establecido que la operación se hará con la ayuda de un donante, el primer paso es buscar entre los hermanos del paciente, pues la probabilidad de encontrar un donante compatible es mucho mayor. Los hermanos son los primeros en estudiarse. En caso de que no fueran compatibles se recurre entonces a los padres, pero por lo general las probabilidades disminuyen. Entonces se inicia la búsqueda de donantes no emparentados.

La Fundació Internacional Josep Carreras, (www.fcarreras.org) creó en 1991 el Registro de Donantes de Médula Ósea, REDMO, que en la actualidad cuenta con 49.000 donantes voluntarios y tiene acceso a los 8,5 millones de donantes registrados en el mundo. Cuando una persona quiere ser donante de progenitores hematopoyéticos debe dirigirse a su centro de referencia de la Comunidad donde reside. Cualquier individuo sano entre 18 y 55 años que no padezca ninguna enfermedad que pueda transmitir al receptor puede ser donante.

El donante recibirá información en el centro de su comunidad y tendrá que firmar un consentimiento firmado. Después se le citará para realizarle un análisis de sangre del que se sacará información relevante que luego se remitirá al REDMO. Este registro es el encargado de buscar a un donante compatible para un paciente que lo requiera. Lo que se busca, explica el especialista del Gregorio Marañón, es la compatibilidad de los antígenos, en inglés HLA. “Los antígenos son como nuestra cara, lo que define a nuestro sistema inmune. Cada uno de nosotros tiene uno”, explica el médico. Lo que se hace es comparar, a través de muestras de sangre, los antígenos HLA más parecidos y más compatibles con el receptor.

Las donaciones son voluntarias, gratuitas y anónimas. Si, por ejemplo, el donante que necesitamos vive en otro extremo del planeta, el hospital donde se hará el trasplante se encarga de enviar a alguien para que vaya a buscar la muestra.

El número de búsquedas de donantes para enfermos españoles a través de REDMO asciende a 2.375. Hasta junio de 2003, este registro ha localizado a 1.350 donantes para pacientes de este país. En 1994 se llevó a cabo por primera vez la donación de médula ósea desde España para una paciente en Australia. A finales de junio de 2003 eran 125 los españoles que habían donado progenitores hematopoyéticos a nacionales y extranjeros.

La filosofía del trasplante es no dañar al donante. Sobre todo porque se trata de un paciente sano. Como en la mayoría de los casos, el método a utilizar consiste en sacar las células madre del torrente sanguíneo, al donante escogido se le tiene que suministrar a través de inyecciones subcutáneas la hormona que estimula la expulsión de las células hacia el torrente. Es un proceso de cuatro o cinco días que, por lo general, no requiere hospitalización. Se supone que al quinto día del tratamiento ya es posible extraer los progenitores a través del procedimiento de aféresis.

Mientras, al paciente receptor se le tiene que preparar para el trasplante. Se le aplica un tratamiento con quimioterapia que destruirá las células dañadas y también las sanas y se le recluirá en una unidad especial donde estará aislado, pues sus defensas en ese momento son muy bajas.

Una vez concluida la extracción y la preparación del paciente se procede al trasplante. Éste se lleva a cabo a través de un catéter que se coloca en el cuello o en la zona de la clavícula. Es una especie de transfusión sanguínea que puede durar entre 30 minutos y una hora durante los cuales se vigilan las constantes vitales del paciente y la aparición de efectos secundarios. Entre las posibles complicaciones la doctora Martínez señala el nemotórax o entrada de aire en el pulmón. La infusión de células madre puede ocasionar, entre otras cosas, molestias como fiebre y escalofríos, náuseas, vómitos y orinas oscuras.

Los efectos secundarios que tienen que ver con el acondicionamiento previo al trasplante son náuseas y vómitos, mucositis oral (inflamación de la mucosa de la boca), diarrea, parotiditis (paperas) y alopecia (caída del cabello), entre otros.

Una de las complicaciones directamente relacionada con el trasplante alogénico es la enfermedad del injerto contra el huésped. El huésped, en este caso, es quien aloja las células madre, es decir, el paciente. “Cuando se empiezan a producir las células notan que están en un cuerpo raro, pueden verlo como un extraño y atacarlo”, dicen desde el hospital Gregorio marañón.

Los pacientes deben saber que un trasplante de progenitores hematopoyéticos no asegura la erradicación de su enfermedad. También deben tener presente que se pueden producir recaídas en los primeros dos años postrasplantes. Un enfermo necesitará de un tiempo considerable (entre seis y doce meses) para volver a su estado físico previo a la enfermedad y al trasplante.

Controles médicos para el donante

Cuando se comenzó a utilizar la hormona GCSF para inducir la expulsión de células madre al torrente sanguíneo, los médicos temieron por los efectos secundarios que pudieran generarse en los donantes. Con el paso de los años se ha llegado a la conclusión de que los riesgos son mínimos, pero, pese a ello, siempre es recomendable hacer un seguimiento.

Por esa razón se creó en España un registro nacional donde se recibe información sobre las personas que han donado progenitores hematopoyéticos. La coordinación de este registro está a cargo del doctor Javier De la Rubia, del hospital de la Fe, en Valencia. El registro nació en febrero de 1998 y depende del Grupo Español de Trasplantes, un ente no estatal conformado por especialistas en trasplantes.

A las cuatro o cinco semanas del tratamiento se hace el primer control a los donantes. Y al año se hace un completo análisis de sangre. Todo se lleva a cabo en el hospital donde se produjo el trasplante. No hace falta que el donante se traslade hasta Valencia. Pertenecer a este registro, dice el doctor De la Rubia, no es obligatorio. Pero sí recomendable. Desde su creación hay 1.245 donantes inscritos.

“La incertidumbre por la sustancia que se suministra a un paciente sano nos hizo pensar en la necesidad de seguimiento, pero al cabo de unos años hemos visto que no ha habido ninguna complicación. A lo mejor de aquí a un tiempo consideramos que no es necesario continuar con el registro”, señala este especialista.

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