La ciudad californiana de Santa Mónica prohíbe fumar a lo largo de sus cuatro kilómetros de playa

Tampoco se puede encender un cigarrillo en las paradas de autobús ni en un perímetro de seis metros de la entrada a un edificio gubernamental
Por EROSKI Consumer 30 de marzo de 2004

Por motivos de «salud, seguridad y polución», el Ayuntamiento de Santa Mónica, en el Estado de California (EE.UU.), ha prohibido encender un cigarrillo a lo largo de sus cuatro kilómetros de playa y su histórico puerto.

En la última década del siglo XX, empezó a extenderse por California una cruzada imparable contra el tabaco. Santa Mónica fue quien dio el banderazo de salida a esta cruzada al decretar, en enero de 1999, bares, restaurantes, organismos estatales e instituciones zonas libres de humos. La prohibición de fumar se extendió con posterioridad a los parques, una medida a la que se sumaron Pasadena y Beverly Hills.

Con la nueva medida adoptada, Santa Mónica se une a Solana Beach y San Clemente, dos localidades al norte de San Diego que también han clavado la señal de «no cigarrillos» en sus playas. Además, Jack Weiss, concejal del Ayuntamiento de Los Ángeles, ya ha mostrado su intención de extender la ley de Santa Mónica a los 16 kilómetros de arenales que dependen de la ciudad.

En la franja este del país, en la localidad de Ocean City, estado de Nueva Jersey, nadie está autorizado a encender un cigarrillo a lo largo del paseo marítimo de madera que bordea el Atlántico. Pero las directrices no son todavía tan estrictas como en Santa Mónica, donde la prohibición de encender un puro o un cigarrillo se extiende a las paradas de autobús y hasta un perímetro de seis metros de la entrada a cualquier edifico gubernamental. La multa para los infractores es de 250 dólares.

Por su parte, Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, dio a conocer ayer los primeros datos sobre el impacto de la decisión adoptada hace un año de prohibir el tabaco en todo tipo de locales. En contra de lo vaticinado por fumadores y pesimistas, bares y restaurantes han prosperado tanto en número de empleados, licencias para vender licores e impuestos de actividad. Según datos del Departamento de Finanzas de la ciudad, desde abril del año pasado a enero de este año las tasas pagadas por bares y restaurantes ascendieron a 17,3 millones de dólares, 1,4 millones más que en el periodo anterior.

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