La civeta, un pequeño mamífero comestible, pudo contagiar al hombre el virus del SARS

Aunque desaconseja su consumo, la OMS ha recibido con cautela el anuncio
Por EROSKI Consumer 24 de mayo de 2003

Solitario, arborícola y noctámbulo en libertad, la civeta de palmera enmascarada, un pequeño mamífero carnívoro emparentado con los gatos y de aspecto similar a la mangosta, es un plato popular de la cocina cantonesa. Y si las investigaciones de un equipo de microbiólogos de la Universidad de Hong Kong son correctas, este tipo de civeta fue la especie que transmitió a los humanos el nuevo coronavirus que ha provocado más de 8.000 casos del síndrome respiratorio agudo y severo (SARS) y 689 fallecimientos.

Este descubrimiento fue adelantado ayer por el investigador Yuen Kwok-yun, jefe del Departamento de Microbiología de la citada Universidad, aunque todavía no ha sido publicado en una revista científica ni confirmado por otros equipos, lo que explica el cauteloso recibimiento de la Organización Mundial de la Salud a este anuncio científico. Pero si finalmente es verificado por otros equipos, los científicos habrían dado un paso muy importante para atajar la reaparición de esta nueva enfermedad infecciosa.

El profesor Yuen Kwok-yun, un respetado especialista en nuevos agentes infecciosos, detalló ayer que un virus muy similar desde el punto de vista genético al coronavirus humano del SARS fue aislado en grandes cantidades de las secreciones respiratorias y las heces de cuatro civetas de palmera enmascarada, capturadas en la provincia china de Cantón (Guandgong), donde aparecieron los primeros casos de neunomía atípica en noviembre. En colaboración con investigadores chinos, el equipo de Hong Kong analizó diversas especies de animales exóticos que habitualmente son capturados en las húmedas selvas asiáticas y posteriormente vendidos en mercados populares o directamente servidos en restaurantes. Tras descubrir un coronavirus en la civeta de palmera, los científicos analizaron su genoma y comprobaron algunas diferencias genéticas con el que infecta a los seres humanos. Sin embargo, el grado de semejanza, muy alto, parece indicar que esa es la especie que transmitió el agente infeccioso a los humanos.

La hipótesis de Yuen Kwok-yun y sus colaboradores es que este tipo de civeta es el reservorio natural del coronavirus implicado en la epidemia de SARS, aunque no pueden descartar aún que sea sólo un eslabón en la cadena de transmisión del virus. Este animal, que se alimenta fundamentalmente de fruta en los árboles de los bosques existentes entre el Himalaya e Indonesia, ha formado durante siglos parte de la gastronomía del sur de China. Los científicos de Hong Kong creen que el consumo de su carne no entraña riesgo si es cocinada adecuadamente, pero sospechan que el virus pudo haber saltado a la especie humana durante el proceso de sacrificio y su preparación como alimento, a través de diversos utensilios o en contacto con su sangre.

Pese a tener grandes cantidades del virus, las cuatro civetas analizadas no mostraban síntomas de enfermedad. Por ese motivo, los microbiólogos de Hong Kong piensan que el virus, habitual en esta especie, saltó accidentalmente a la nuestra, donde encontró un medio favorable para su propagación. Cuándo ocurrió ese salto y por qué se desconoce, pero podría estar relacionado con la amenaza de extinción que sufre la civeta de palmera a causa de la deforestación del sureste asiático. Como es sabido, la destrucción de los hábitat es una de las causas por las que muchos virus «deciden» pasar de una especie en peligro a otras que ofrecen mayores garantías de supervivencia.

El equipo científico de la Universidad de Hong Kong propuso ayer un estrecho control de los lugares donde estos animales son almacenados, ya que sería una herramienta fundamental para erradicar la nueva enfermedad infecciosa. El profesor Yuen reconoció que será muy difícil convencer a los habitantes de Cantón de que conviene alejar esa especie de sus cocinas, sobre todo porque en la cultura del sur de China está muy arraigada la reputación de consumir «todo lo que tenga cuatro patas, excepto una mesa».

Las sospechas de que el coronavirus causante de la neumonía procede de un animal surgieron tras descifrar su genoma. Entonces se comprobó que era diferente a los tres grupos de coronavirus conocidos, que infectan a humanos, ratas, pollos y cerdos. La búsqueda de la especie implicada en la transmisión se presumió complicada porque hasta ahora sólo se habían buscado y descubierto coronavirus en animales domésticos, aunque podrían existir en casi todos los mamíferos y aves. Una pista fue precisamente la venta de animales exóticos en los mercados de Cantón para consumo humano. De hecho, uno de los primeros casos allí afectó a un cocinero, cuya especialidad es la preparación de platos con la carne de esos animales salvajes. La OMS recomendó ayer no comer ese tipo de civeta y otros dos pequeños mamíferos carnívoros, un tejón chino y una especie de perro salvaje, donde también hay trazas del coronavirus.

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