La comunidad científica se divide ante la conveniencia de seguir apostando por una vacuna contra el sida

Algunas voces defienden que los esfuerzos se concentren en la prevención, las pruebas de detección y los antirretrovirales
Por EROSKI Consumer 19 de mayo de 2008

El fracaso, a finales de 2007, de los ensayos con una esperanzadora vacuna antisida tiñó de cierto pesimismo la celebración ayer del Día Mundial de la Vacuna contra el VIH-Sida. Y es que aunque siguen probándose en estos momentos otra treintena de fórmulas para combatir la enfermedad, ahora surge con fuerza la pregunta de si ha llegado la hora de dar esa búsqueda por imposible y concentrarse en áreas que se han demostrado sanitariamente rentables, como la prevención, las pruebas de detección y los tratamientos con antirretrovirales.

Así, una encuesta del diario británico «The Independent» a más de 35 especialistas de EE.UU. y el Reino Unido reflejaba hace un par de semanas que sólo dos se mostraban más optimistas sobre la vacuna que un año antes, y sólo cuatro lo eran más que hace un quinquenio. Casi dos tercios se declaraban convencidos de que tal profilaxis no llegará antes de diez años, y algunos ampliaban el plazo por encima de las dos décadas. Incluso «una minoría sustancial admitía que quizás nunca se desarrollaría». A pesar de ello, hay acuerdo abrumador (80% de los científicos encuestados) en la necesidad de reenfocar las investigaciones de la vacuna, aparcando los grandes y costosos ensayos clínicos para centrarse en la investigación básica que permita entender mejor la biología del virus y sus efectos en el sistema inmune humano.

A favor de la vacuna

Las voces a favor de seguir buscando una vacuna también son numerosas y muy cualificadas. «No intentarlo es como decir ‘nos rendimos’ a los 33 millones de personas infectadas por el virus y a los 2,3 millones que lo contraen cada año», señaló a este respecto el canadiense Alan Bernstein, director de la Iniciativa Mundial para la Vacuna del VIH, quien apeló al humanismo para seguir adelante. «El desarrollo de nuevos fármacos y vacunas siempre lleva tiempo y nunca es un camino recto», apuntó en este sentido. «El fracaso es la regla en el desarrollo de productos farmacéuticos. Por cada 5.000 compuestos químicos investigados, sólo uno se aprueba», afirmó, por su parte, Seth Berkley, presidente de la Iniciativa Internacional por una Vacuna del Sida (IAVI). «Probablemente hemos aprendido más sobre el VIH y el curso de su enfermedad que sobre cualquier otro patógeno en la historia», añadió.

Berkley reconoció que dedicar el dinero de la vacuna a prevención y tratamiento tendría sentido si se pudiera erradicar la pandemia, un «sueño» que sólo lo podrá conseguir una vacuna. EE.UU. sólo está invirtiendo en ese capítulo el 3% de todo su gasto en VIH-sida, recordó Berkley. Los defensores de la vacuna llevan años insistiendo en que se necesitaría al menos duplicar el gasto de investigación para poder acelerar el desarrollo de esa gran esperanza profiláctica. Y esa petición cobra mayor fuerza cuando la IAVI denuncia que las nuevas vacunas «tardan hasta 20 años en llegar» al mundo pobre desde su introducción en los países desarrollados.

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