La disciplina en los niños es la base de una buena educación y el pilar para que todos los bebés se desarrollen como personas. Esta es la idea defendida por pediatras y especialistas de todo el mundo, que han discutido esta semana pasada en Lisboa las revelaciones científicas y perspectivas actualizadas de los tests ya existentes. El objetivo no es otro que tratar todas las necesidades de los más pequeños, utilizando los conocimientos provenientes de la neurobiología, psicología y psiquiatría. Han estado conducidos por uno de los mayores expertos en pediatría, el norteamericano T. Berry Brazelton.
Es preciso diferenciar entre disciplina y castigo para entender que un niño necesita seguir unas pautas de comportamiento desde sus primeros días que le permitan tener un control sobre sí mismo. «Un niño indisciplinado es un niño infeliz porque no tiene a nadie que se preocupe por él», explica Brazelton, para quien «un niño mimado no tiene límites». Que un niño mienta, robe dinero de la cartera o haga pipí en la cama son problemas previsibles y por eso los padres no deben hacer de ellos una preocupación excesiva y entender que se trata de algo común a la edad del niño. Forman parte del aprendizaje y dejarían de ser algo cotidiano si no son pasajeros.
Cada edad tiene sus desvíos propios y es necesario identificarlos y reconocerlos como señales del desarrollo normal. Según Brazelton, los padres tienden a hipervalorizar cualquier pequeño síntoma para superprotegerlos y lo que consiguen es aumentar la ansiedad de la relación entre padres e hijos. Brazelton aborda estas cuestiones con mucha tranquilidad y no da apenas importancia a que los niños tengan miedo a la oscuridad, se chupen el dedo o tengan dolores de barriga a todas horas. Para él los niños deben aprender a consolarse por sí mismos.
