La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) se ha planteado el reto de incrementar la edad media de los donantes de órganos, que ahora ronda los 55 años. El 34% de las personas que regalan sus órganos tiene más de 60 años, circunstancia que reduce la disponibilidad de órganos por donante. Según se puso de manifiesto en la I Reunión Nacional de Coordinadores de Trasplantes y Profesionales de la Información, este hecho ha dado lugar a que se descarten algunas donaciones, y que disminuya la tasa de 34 donaciones por millón de habitantes a la cifra de 30, una vez que se prescinde de los órganos defectuosos.
Durante el encuentro, la coordinadora de la ONT, Blanca Miranda, aseveró que en la actualidad la edad media de los donantes de órganos alcanza los 55 años. El envejecimiento del donante tiene su traducción en la actividad trasplantadora. No en vano, aunque la funcionalidad del órgano está garantizada con independencia de la edad del donante, lo cierto es que la supervivencia del órgano se reduce en algunos casos si el injerto es longevo.
A la vista de esta situación, una de las apuestas de la ONT estriba en incrementar el número de órganos disponibles a través de los donantes vivos, la consecución de injertos procedentes de pacientes fallecidos en parada cardiorrespiratoria y las técnicas de partición de órganos, como se hace con los hígados. Según explicó Miranda, frente a Estados Unidos, donde el 40% de los órganos proceden de donantes vivos, en España las cifras son modestas. Si bien los implantes de riñón de este tipo casi se han duplicado, al pasar de 34 en el año 2002 a 60 en 2003, esta modalidad plantea en España expectativas no exploradas lo suficiente.
Una de las ventajas de los trasplantes originarios de donante vivo es que la supervivencia del injerto es mayor que si procediera de un cadáver. Para los enfermos jóvenes, la donación de donante vivo es muy prometedora, por cuanto es más difícil encontrar un órgano idóneo en estos casos. Con todo, hay un inconveniente: el donante tiene que someterse a un seguimiento médico estricto a lo largo de toda su vida.
La actividad trasplantadora arroja algunos claroscuros. Así, las listas de espera no se han rebajado en cuatro años. Los pacientes a la espera de un riñón son 3.920, seguidos por los que necesitan un injerto hepático (629), pulmonar (128), cardiaco (112), pancreático (77) e intestinal (7). La buena noticia es que los enfermos españoles permanecen en la antesala del quirófano una media de entre cuatro y cinco meses, mientras que en Estados Unidos el tiempo de espera se eleva a los 300 días y en el peor de los casos supera los 1.000 días.