La epilepsia afecta a entre cuatro y diez personas de cada mil, según la OMS

En el mundo hay unos 50 millones de epilépticos, principalmente en los países en desarrollo
Por EROSKI Consumer 9 de enero de 2009

La proporción estimada de la población general con epilepsia activa (es decir, ataques continuos o necesidad de tratamiento) en algún momento de su vida oscila entre cuatro y diez personas por cada mil, según datos presentados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, algunos estudios realizados en países en desarrollo indican que esa proporción es de seis a diez personas por cada mil. En el mundo hay aproximadamente 50 millones de pacientes con epilepsia.

En los países desarrollados, los nuevos casos aparecidos en la población general oscilan entre 40 y 70 por cada 100.000. En las naciones en desarrollo, la cifra suele acercarse al doble debido al mayor riesgo de sufrir afecciones que pueden producir daño cerebral permanente. Cerca del 90% de los casos mundiales de epilepsia se registran en regiones en vías de desarrollo, asegura la OMS.

La agencia sanitaria explica que la epilepsia es una enfermedad cerebral crónica que afecta a personas de todos los países. Se caracteriza por ataques recurrentes que son la manifestación física de descargas eléctricas excesivas, súbitas y a menudo breves de grupos de células cerebrales. Estas descargas pueden localizarse en diferentes partes del cerebro. Los ataques pueden ir desde episodios muy breves de inatención o sacudidas musculares, hasta convulsiones intensas y prolongadas. La frecuencia de los episodios es variable, desde menos de uno al año hasta varios al día. El riesgo de muerte prematura es hasta tres veces mayor en pacientes epilépticos que en la población general.

Síntomas y causas

Las características de los ataques son variables y dependen de la zona del cerebro en la que empieza el trastorno, así como de su propagación. Pueden producirse síntomas transitorios, como ausencias o pérdidas de conocimiento, y trastornos del movimiento, de los sentidos (en particular la visión, la audición y el gusto), del humor o de la función mental, apunta la OMS. Los afectados tienden a sufrir más problemas físicos, tales como fracturas y hematomas, mayores tasas de otras enfermedades, o problemas psicosociales.

La epilepsia idiopática, es decir, sin causa conocida, es el tipo más frecuente (seis de cada diez casos). La epilepsia con causas conocidas se denomina secundaria o sintomática. Dichas causas pueden consistir en lesiones cerebrales por traumatismos o asfixia durante el parto, traumatismos craneales graves, accidentes vasculares cerebrales que priven al cerebro de oxígeno, infecciones en el cerebro como la meningitis o tumores. Los antecedentes familiares de epilepsia parecen aumentar la influencia de otros factores de riesgo.

El tratamiento con medicamentos antiepilépticos puede tener éxito hasta en un 70% de los adultos y niños recién diagnosticados, según revelan varios estudios. Tras dos a cinco años de tratamiento exitoso, dichos medicamentos pueden suspenderse en aproximadamente un 70% de los niños y un 60% de los adultos, sin que se produzcan recaídas, apunta la OMS. El tratamiento quirúrgico puede ser beneficioso en pacientes que no responden a los medicamentos.

Estigma

La discriminación y la estigmatización social que rodean a la epilepsia en todo el mundo «suelen ser más difíciles de vencer que los mismos ataques», subraya la organización sanitaria. Los epilépticos pueden ser víctimas de prejuicios y la estigmatización puede hacer que el paciente no busque tratamiento por temor a que se le identifique como afectado por la enfermedad. Por otra parte, la epilepsia tiene importantes repercusiones económicas desde el punto de vista de la necesidad de atención sanitaria, la mortalidad prematura y la pérdida de productividad laboral.

La OMS, la Liga Internacional contra la Epilepsia y la Oficina Internacional para la Epilepsia están llevando a cabo una campaña mundial para mejorar la información y la sensibilización acerca de esta patología y fortalecer las medidas públicas y privadas para optimizar la atención y reducir el impacto de la misma.

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