La exposición al sol y las condiciones de baño incrementan el riesgo de desarrollar infecciones oculares durante el verano

Los oftalmólogos recomiendan utilizar gafas protectoras en deportes como el tenis o el squash
Por EROSKI Consumer 29 de julio de 2002

La exposición al sol y las condiciones de baño en el mar o la piscina hacen que el riesgo de desarrollar infecciones en los ojos aumente en el periodo estival. La conjuntivitis y la queratoconjuntivitis -un poco más severa y que afecta a la córnea- son las dolencias más frecuentes que cada año tratan los servicios de oftalmología por estas fechas, y que están directamente relacionadas con el baño en zonas de agua contaminada o en condiciones que no son todo lo óptimas que debieran.

Los expertos señalan que en verano la posibilidad de trasmisión de enfermedades, tanto bacterianas como virales, es elevada. Por eso, «si nos bañamos en una piscina, el agua debe presentar una cloración y un tratamiento adecuado. En el mar hay que evitar aquellas zonas donde las condiciones de salubridad no sean las adecuadas, y siempre es recomendable después del baño la limpieza de los ojos con agua dulce», afirma Javier Mendicute, jefe de Servicio de Oftalmología del Hospital Donostia de San Sebastián, quien recuerda, no obstante, que hoy en día la legislación es bastante estricta al respecto en los lugares públicos.

En torno a un 10% de las urgencias que registra este hospital durante los meses de verano están directamente relacionadas con este tipo de dolencias. En este sentido, Mendicute añade que el efecto tóxico que puede tener el cloro de una piscina suele ser motivo frecuente de consulta. «Su capacidad depuradora es mayor, pero también su irritación. Evidentemente te previene de infecciones, pero también se pueden dar irritaciones conjuntivales en relación con esa cloración», sostiene.

Fácil propagación

Una conjuntivitis bacteriana se cura en el plazo de cuatro a siete días. Este tiempo se prolonga en dos o tres semanas en caso de infección viral. Las secuelas del llamado adenovirus pueden permanecer en los ojos incluso durante semanas o meses. El oftalmólogo reconoce que «no son graves para el paciente y con el tiempo se recupera», pero sí son realmente incómodas.

Lo cierto es que los contagios por conjuntivitis víricas en verano se propagan con extrema facilidad. Precisamente uno de los focos más contaminantes suelen ser las propias consultas médicas. Horacio Otegui, doctor del servicio de Oftalmología de la Clínica Quirón, reconoce que es algo que sucede por la propia dinámica de funcionamiento de los centros, que quedan infectados cuando el paciente acude a tratar su dolencia. En caso de contagio, el doctor recomienda separar los objetos de la persona afectada, limpiar sus pertenencias con alcohol y lavarse las manos a menudo. «El virus se inactiva muy fácil, con alcohol simplemente, pero el problema es que se disemina también rápidamente», explica.

Los expertos aseguran que se pueden crear auténticas epidemias de adenovirus en grupos de población importantes, dada la facilidad con la que se expande. Además, añaden, el problema es que no hay un tratamiento específico para ello y por eso «la limpieza y el no restregarse son las conductas de actuación más importantes».

Quemaduras corneales

El paulatino deterioro de la capa de ozono está provocando en los últimos años una emisión de rayos ultravioleta más intensa. Enfermedades como las cataratas o la degeneración macular relacionada con la edad -una parte fundamental de la retina- aumentan con la exposición a estas radiaciones.

«La gente que se queda dormida bajo el sol puede que no vea de forma inmediata la posibilidad que tiene de padecer cataratas en un futuro, pero sí son posibles a corto plazo las quemaduras corneales, que son parecidas a las que se producen con una soldadura». Mendicute explica que son cuadros muy dolorosos, pero que, en general, se curan con tratamiento médico en uno o dos días.

Desde Quirón no observan, sin embargo, situaciones urgentes que requieran de su atención por la incidencia directa del sol en los ojos durante el verano. «Los problemas derivados de la exposición a la luz suelen registrarse sobre todo cuando se producen eclipses lunares, por mirar directamente al sol. A veces son lesiones importantes que pueden afectar a la mácula», señala el doctor Otegui.

Así, el facultativo constata que en su consulta se registran más urgencias por rayos ultravioletas en invierno, al regreso de muchos esquiadores que han sufrido desecaciones corneales en un día que aparentemente no hacía sol. «Suele ser típico el lunes en el que aparece algún paciente que ha ido a esquiar y que viene con los ojos dañados por una queraconjuntivitis» señala Otegui. «Desde luego, esto también les puede ocurrir a los que toman ultravioletas en un solarium», apostilla.

Gafas protectoras

Durante el periodo estival también aumenta la práctica de ciertos deportes como squash, tenis o padel en los que existe un relativo riesgo para los ojos, ante la posibilidad de recibir un pelotazo. Para evitar este tipo de situaciones los oftalmólogos recomiendan el empleo de gafas protectoras. «Yo en la época que practicaba squash siempre iba con dos pares de gafas. Unas para mí y otras para la persona que me acompañaba. Todo el mundo piensa que no le va a pasar nada, pero todos los años tenemos algún caso de pelotazo serio con estallido de globo ocular y rotura por planos impensables que es muy difícil de reconstruir. Es mucho más fácil de recuperar, por ejemplo, una herida limpia hecha por un cristal que un estallido por un pelotazo», advierte Mendicute.

Desde el Servicio de Oftalmología del Hospital Donostia -que acaba de ser premiado en Estados Unidos por un nuevo método desarrollado para calcular las lentes intraoculares en la cirugía de cataratas en pacientes operados de miopía con láser- añaden que el periodo estival también trae consigo frecuentemente la visita de ciclistas a sus consultas. Suelen presentar problemas oculares por no haber empleado unas gafas protectoras apropiadas. «Casi siempre son pequeños traumatismos por larvas y moscas que se alojan en la conjuntiva», puntualiza el doctor.

Gafas peligrosas

Por otro lado, los expertos afirman que en muchos casos utilizar unas malas gafas de sol puede resultar más peligroso que no usar ninguna protección. Según el delegado del Colegio Nacional de Ópticos Optometristas en Guipúzcoa, José María San Sebastián, el problema de las gafas de sol es que, a diferencia de lo que opina la gente, no garantizan siempre un grado de protección mayor. «Al contrario, si no ofrecen la suficiente garantía y no impiden el paso de los rayos ultravioleta, pueden provocar el efecto contrario. Es decir, al permitir menos paso de luz, la pupila se dilata y esto permite que entre mayor cantidad de ultravioletas en el ojo», advierte.

Es por ello que los especialistas alertan sobre las gafas que se venden en los mercadillos, cuya calidad no está garantizada. En España existen en torno a 8.000 ópticas. Se calcula que el 80% de las gafas de sol que se venden no pasan por ninguno de estos establecimientos. Es decir, lo hacen al margen del circuito óptico. «Tampoco queremos decir con eso que sean todas malas», señala San Sebastián. En su opinión, los mercadillos no suponen ninguna competencia para ellos ya que «el tipo de público que acude a nosotros tiene la suficiente información como para saber que ese no es un producto de calidad».

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