La disfunción eréctil tiene cura. Esa impotencia -un término «peyorativo» que los médicos quieren dejar definitivamente atrás-, de la que hasta hace poco tiempo apenas se tenían datos, no es una enfermedad como tal, sino un síntoma, y afecta a un elevado porcentaje de la población masculina española. A estas conclusiones han llegado recientemente una docena de entidades científicas unidas por primera vez para abordar la disfunción eréctil, entre las que se cuentan la Asociación Española de Andrología, la de Urología, la de Medicina Familiar y Comunitaria y la Sociedad Española de Psiquiatría.
Su trabajo ha revelado una serie de cifras alarmantes. El 12% de los varones entre 25 y 70 años padece esta disfunción, que en España suponen 2 millones de personas. La gran mayoría, el 85%, no acude al médico.
Abordar el problema de forma multidisciplinar, informar a médicos y ciudadanos y, sobre todo, motivar a quienes lo padecen para que vayan a la consulta constituyen los objetivos con que trabajan estos profesionales. Y es que la disfunción eréctil es, según José Luis Arrondo, andrólogo del Hospital de Navarra, «un síntoma de muchas enfermedades».
Para Juan Ramón Ibarretxe, médico de familia del centro de salud Bombero Etxaniz de Bilbao, el primer paso es contárselo al doctor de cabecera. «Tendría que ser protocolario, que el médico le pregunte. No sólo para detectar el problema en sí, sino para detectar las patologías subyacentes».
Desde una enfermedad cardiaca, una hipertensión, la diabetes, una intervención quirúrgica hasta el tabaquismo o el consumo de alcohol y factores psicológicos y personales -la baja autoestima, el divorcio- pueden generar este síntoma. «Lo que pasa es que por su trascendencia se convierte en una auténtica enfermedad que afecta al que la padece, a la pareja, a los hijos y a todo lo que le rodea. Porque no nos olvidemos que hasta hace poco nos han hecho pensar que vivíamos fundamentalmente para ese miembro», asegura Arrondo.
Todos los médicos coinciden en que los factores psicológicos y los orgánicos de esta patología son indivisibles. Según Facund Fora, psiquiatra del Centro Médico Teknon de Barcelona, «es un cuadro muy mixto. Digamos que casi en el 70% de los casos un problema psicológico, si lo investigamos, esconde factores orgánicos».
Soluciones sencillas
El tratamiento de la erección abarca desde el menos invasivo con medicamentos orales, hasta la cirugía, pasando por la inyección intracavernosa. La mayoría de los casos se resuelve de la forma más sencilla. Una simple consulta al médico de cabecera puede evitar los problemas psicológicos generados por la disfunción y la propia atrofia del miembro, a veces con medidas como cambiar un medicamento que se está consumiendo, reconducir los hábitos o recetar fármacos como Viagra.
El psiquiatra advierte que «la falta de autoestima del hombre, las interpretaciones de la mujer, que piensa que su pareja está con otra o que es homosexual, y la ruptura de muchas parejas que llega con la disfunción eréctil se puede solucionar con uno de estos tratamientos sencillos».
Y el andrólogo habla de las consecuencias que la patología puede generar en el organismo: «Una persona que lleva seis meses sin funcionar bien por un problema psiquiátrico va a tener un problema de erección. Si en todos los miembros del cuerpo lo que no se usa se atrofia, en el pene esto es excepcionalmente claro». «La actividad sexual es la mejor forma de prevención. Hay que hacer más el amor», resume el doctor Ibarretxe.
La falta de comunicación en la pareja y los condicionamientos culturales conforman, según los médicos, dos escollos fundamentales. Todos admiten que la educación social avanza a la zaga de la ciencia. «El problema es que sufrimos una información muy rígida», concluye Fora. «Las personas tenemos parámetros fisiológicos muy variables, llevamos vidas diferentes y en cambio a la hora de tener relaciones sexuales parece que todos tenemos que cumplir el mismo patrón».