Los edificios españoles carecen de programas para prevenir la propagación de la legionella

Un informe en 5.000 centros concluye que los hoteles y hospitales son los que más incumplen
Por EROSKI Consumer 18 de abril de 2002

La mayoría de los edificios públicos y privados y, sobre todo, las empresas, carecen de programas y medios para prevenir la propagación de la legionella, una bacteria que ha provocado varios brotes de gran alarma social en España. El sondeo, realizado entre cinco mil centros de todo tipo en España por la multinacional suiza de la consultoría SGS Prevención y Medio Ambiente, destaca las carencias de centros hospitalarios y turísticos, precisamente el tipo de instalación en la que se han registrado los peores brotes.

En unos y otros se han intensificado los controles en las torres de refrigeración, el principal foco, pero «otros puntos de riesgo siguen sin controlarse», insiste el informe. Mientras los centros médicos no disponen de «programas de control de legionella a gran escala», veintidós cadenas hoteleras (controlan el 65% de la oferta nacional de camas) admiten que no hay programas de control en el 50% de sus establecimientos.

Según datos del Instituto de Salud Carlos III, entre 1989 y 2000 se han notificado a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica 54 brotes de legionelosis, con 864 casos confirmados y, al menos, 53 defunciones. Otros datos del Centro Nacional de Epidemiología recuerdan que los casos con presencia de alguna variedad de legionella se han duplicado en cuatro años (de 333 en 1998 a 694 en 2001). El más grave registrado en Europa tuvo lugar en el hospital Morales Meseguer de Murcia en julio de 2001 con 801 enfermos investigados, de los que al menos se confirmó la bacteria en 315 y en el que se registraron tres defunciones. Como en la mayoría de crisis, los expertos diagnosticaron que la bacteria se transmitió por las torres de refrigeración del hospital, verdaderas «autopistas» por las que circula la legionella.

Registro

Los expertos en prevención y los sindicatos no se muestran sorprendidos por estos datos. «Si cuando una persona se cae del andamio no hay denuncias, en estos casos en los que la relación causa-efecto es a más largo plazo, menos todavía. Sólo cabe la prevención», explica el responsable de Higiene y Salud Laboral en Comisiones Obreras (CC.OO.), Mariano Arranz.

El jefe de Investigación de SGS en España, Paulino Pastor, insiste en la escasa labor inspectora de las administraciones. «Las empresas aún no han asumido que es rentable implantar programas de control y seguimiento y las administraciones asumen la inspección pero carecen de medios», resume. Pastor pone el ejemplo de los ascensores. «En España hay muchos millones de ascensores y apenas hay accidentes. Esto es porque hay muchas empresas homologadas para certificar su uso».

Edificio enfermo

Y es que España, uno de los países que más brotes ha sufrido de legionella en Europa, se ha acostumbrado a legislar después de que ocurren las desgracias, afirma Paulino Pastor. «La primera normativa para prevenir la enfermedad fue la de la Comunidad de Madrid, tras un caso en el hospital de Alcalá; Valencia reguló tras otra crisis en su capital; Cataluña tras el caso en la Barceloneta. Esta ha sido la dinámica hasta ahora», recuerda el jefe de investigación de la consultora.

Una dinámica que se vio superada por elevación con el real decreto 909/2001 de 27 de julio de 2001 que estableció los criterios higiénico-sanitarios para la prevención. Un texto que fija las condiciones de las instalaciones de riesgo y las medidas preventivas. Normas que empiezan a ser de obligado cumplimiento para instalaciones nuevas pero que dan amplios plazos legales para todo lo ya existente.

La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica calcula que cada año 200.000 españoles sufren neumonía y que un 15% se diagnostican tras procesos derivados de la presencia de la legionella. Es, según los expertos, una de las enfermedades más graves del llamado «síndrome del edificio enfermo». Aluminosis, campos electromagnéticos y otros elementos inherentes a la construcción de inmuebles provocan efectos nocivos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que un edificio está «enfermo» cuando el 20% de sus ocupantes sufren irritaciones, problemas respiratorios, picores o cefaleas cuando están dentro.

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