Con el paso de los años, parece que las hemorroides han dejado de ser un problema que se sufre en silencio. Cada vez son más las personas que deciden ponerse en manos de los médicos para atajar de una vez y de manera segura un proceso que, de no tratarse adecuadamente, puede traer complicaciones.
Las hemorroides aparecen cuando se dilatan las venas situadas bajo la mucosa anorectal, creando un relieve parecido al de las varices, que puede ser interno o externo. Lógicamente los externos suelen ser los más doloros, y por tanto son los casos que precisan una intervención quirúrgica. Según el presidente de la Asociación Andaluza de Cirujanos, Gonzalo Carranza, la mayoría de estas intervenciones se realizan en cirugía mayor ambulatoria, es decir, que no es preciso hospitalizar al paciente, «que puede irse a casa el mismo día de la intervención».
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Llevar una vida sedentaria en la que se pasa la mayor parte del tiempo sentado, y los embarazos, fundamentalmente por el peso del vientre, suelen ser las principales causas de la aparición de las hemorroides, aunque también están relacionadas con determinados procesos hepáticos.
En cualquiera de los casos, la recomendación del médico es tajante: acudir a los profesionales en cuando se comprueba que el problema persiste tras un primer tratamiento farmacológico. Y es que muchas veces, tras esos síntomas que hacen pensar en hemorroides puede encontrarse algo más grave como un cáncer de colon.
Variedad de tratamientos
El tratamiento en los casos de hemorroides son variados una vez que se diagnostica que son lo suficientemente graves como para requerir intervención quirúrgica. Este paso se da una vez comprobado que tras el tratamiento farmacológico, con pomadas, fundamentalmente, el problema sigue persistiendo.
En ese momento, el facultativo estudiará el caso y recomendará cuál de las técnicas quirúrgicas que actualmente existen es la más recomendable. Entre ellas destaca la cirugía tradicional, con bisturí, pero se han comenzado a emplear otras más sofisticadas como la técnica de Longo, con una especie de grapadora, el láser o los ultrasonidos. Los cirujanos prefieren no destacar una como la más eficaz, en lo que sí insisten es en la profesionalidad del médico que lleva el caso.
