Medicamentos caducados

En los hogares españoles se acumulan gran cantidad de medicamentos, algunos de ellos relacionados con tratamientos que ni siquiera se han empezado
Por Teresa Romanillos 10 de febrero de 2012
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Imagen: Niels Timmer

En la mayoría de los hogares se cuenta con el consabido botiquín o cajón de medicamentos donde, además de aspirinas y vitaminas, se guardan muchos restos de medicinas que, por desgracia para el sistema de salud español, corresponden a tratamientos que ni siquiera se han empezado. Por si fuera poco, una buena parte están caducados, si bien una vez que rebasan la fecha de vencimiento la mayoría de las preparaciones farmacéuticas pierden parte de su eficacia y algunas pueden desarrollar un perfil de reacción diferente y adversa en el organismo. A pesar de que si se consumieran estos fármacos lo más probable es que no ocurriera nada, es poco aconsejable hacerlo.

España es un gran consumidor de fármacos. En 2010, en el sistema público de salud se habían extendido más de 1.000 millones de recetas, una media de 21 recetas por persona y año. Según un informe del Gobierno británico, en el que se analizó el consumo de medicamentos en 14 países del Primer mundo, España es el segundo país que más consume, por detrás de EE.UU. y seguido de Francia.

La importancia de reciclar medicamentos

Los medicamentos nunca deben tirarse a la basura o al inodoro, ya que son contaminantes tanto para las personas como para los animales y el medio ambiente. Otro motivo de contaminación tiene su origen en la orina de los consumidores de fármacos. Las depuradoras no consiguen filtrar estas sustancias y contaminan las aguas. De esta manera, los ríos españoles se han convertido en un vertedero del botiquín, donde se almacenan todo tipo de sustancias: desde antidepresivos a antibióticos, antiinflamatorios y analgésicos.

Entre los fármacos que más se detectan destacan los hipolipemiantes (para tratar hipercolesterolemias), los analgésicos, los antiinflamatorios y los antiepilépticos. También abundan los antibióticos, algo que resulta preocupante por su capacidad de provocar bacterias resistentes. En cuanto a la repercusión, se han detectado daños hepáticos y renales en los peces, así como feminización en los machos como consecuencia de las píldoras anticonceptivas y otros tratamientos hormonales.

Durante 2010, se recogieron una media de 74,4 kilos de medicamentos por cada 1.000 habitantes, un 30% no se había abierto

Esta nueva contaminación farmacológica amenaza sobre todo al medio ambiente, pero podría llegar a afectar también a la salud de las personas. Preocupan en especial los efectos de las hormonas por su potencial repercusión en mujeres embarazadas o su implicación en problemas de infertilidad masculina.

Con la finalidad de efectuar esta tarea de reciclado y eliminado, se ha implantado el SIGRE (Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases), constituido por Farmaindustria, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y la Federación de Distribuidores Farmacéuticos. La misión de SIGRE consiste en promover y facilitar la recogida de medicamentos para su correcto tratamiento medioambiental.

La recogida se efectúa en los centros de salud y en las farmacias a través de contenedores especiales donde se depositan las medicinas usadas o caducadas. Una vez recogidos, pasan por un proceso de selección para, en primer lugar, separarse según el material del envase (cartón, plástico o vidrio). Estos materiales se someten a un proceso de reciclaje, mientras que los restos de medicamentos se eliminan según la normativa para este tipo de residuos.

Reutilizar medicamentos

La legislación vigente no permite reutilizar los medicamentos que no se han consumido. No importa que la caja esté todavía por abrir y que no haya caducado. Sin embargo, son posibles las donaciones humanitarias, si bien la experiencia ha puesto en evidencia que cuando se realizan de manera inapropiada, pueden generar más quebraderos de cabeza que beneficios. En Bosnia y Herzegovina, se calcula que entre 1992 y 1996 se acumularon 17.000 toneladas de medicinas no utilizables, cuyo coste de eliminación se elevó a 34 millones de dólares norteamericanos.

Para paliar estos problemas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró una normativa para la donación humanitaria de medicamentos con destino a otros países. La Agencia Española de Medicamentos ha efectuado una adaptación de esta. La normativa exige que sean fármacos cuya comercialización esté autorizada en España y que no sean estupefacientes, psicótropos o hemoderivados. La fecha de caducidad deberá ser superior a un año a partir del momento en que se efectúe la donación y el envase no se debe haber abierto.

También se pide que sean fármacos necesarios en el lugar donde se envían y que no precisen condiciones especiales de conservación y/o transporte. Todos los envíos de donaciones requieren una autorización y no podrán tener en ningún caso finalidad comercial.

REDUCIR MEDICAMENTOS

Reducir los medicamentos es, sin discusión, uno de los puntos clave hacia donde deben dirigirse todos los esfuerzos. Los botiquines domésticos están llenos y es preciso desarrollar medidas para prevenir tal acumulación. Según los datos de SIGRE, durante 2010 se recogieron una media de 74,4 kilos de medicinas por cada 1.000 habitantes, un total de 3.496 toneladas. De estas, hasta un 30% eran envases que no se habían abierto. Es probable que esto solo sea la punta del iceberg, ya que no se computan los medicamentos que se tiran sin optar al reciclaje ni otros que llenan los botiquines de todas las casas. Esto significa que se invierten millones de euros en fabricar y financiar fármacos que, en el mejor de los casos, acaban en la planta de reciclaje.

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