Medicamentos genéricos: ahorro con total garantía

Son especialidades farmacéuticas que contiene los mismos principios activos e igual composición cualitativa y cuantitativa en sustancias medicinales a un precio inferior que las de marca
Por EROSKI Consumer 8 de diciembre de 2005

Casi el 80% de los facultativos aseguran que los pacientes no saben con exactitud qué es un medicamento genérico. Pese a ello, los enfermos aceptan fácilmente el cambio de un medicamento de marca por un genérico.

El progresivo envejecimiento de la población en España ha elevado las cantidades invertidas por los ciudadanos en medicinas. Pero existe otro factor que igualmente favorece el crecimiento desproporcionado del gasto en salud, como es, el predominio de las marcas que contribuye a la irracionalidad en el uso de los medicamentos. La producción y comercialización de medicamentos configura hoy en día uno de los mercados globales más poderosos.

Por ello, el panorama farmacéutico propone la utilización de medicamentos genéricos como solución para frenar el gasto en medicinas. Pero, ¿qué es un medicamento genérico?

Como concepto general, se trata de una especialidad farmacéutica que contiene el mismo principio activo, igual composición cualitativa y cuantitativa en sustancias medicinales, las mismas características cinéticas, dinámicas y técnicas que un medicamento cuya patente ha caducado y que es utilizado como referencia legal técnica. Básicamente, es el equivalente químico de un medicamento de marca a un precio inferior.

Estos productos pueden comercializarse únicamente cuando la patente de un medicamento de marca ha expirado, y por tanto, haya finalizado el tiempo de investigación del laboratorio investigador. De cualquier forma, antes de comercializar un medicamento de este tipo ha de demostrarse la equivalencia terapéutica con el preparado original que le sirve de referencia mediante la realización de una prueba de bioequivalencia.

Los medicamentos genéricos se suelen identificar por aparecer en su envase la Denominación Oficial Española (DOE) o, en su defecto, por la Denominación Común Internacional (DCI) seguida del nombre, marca del titular o fabricante. Detrás de estas denominaciones, los genéricos se reconocen por llevar las siglas EFG (Especialidad Farmacéutica Genérica) en el envase y etiquetado general, incluso en el cupón precinto de la Seguridad Social.

La aparición de la letras EFG en el cartonaje del medicamento tiene una gran importancia puesto que garantiza que el medicamento ha sido aprobado por las autoridades sanitarias por reunir las condiciones de calidad, seguridad y eficacia exigidas. Por consiguiente, si una especialidad farmacéutica se denomina con el nombre del principio activo y del fabricante pero no se identifica con las letras EFG no se considera un genérico a efectos legales.

Así, los clientes deben saber que si en la receta prescrita por el médico aparecen estas siglas el farmacéutico esta obligado a vender el medicamento genérico. No obstante, los farmacéuticos tienen la obligación de informar al público de todas las especialidades medicinales que contengan el mismo principio activo que el recetado y los distintos precios de los mismos para que el consumidor pueda optar por alguno de ellos. En el caso que el usuario solicite un fármaco con receta que pueda ser sustituido por otro y cuyo valor exceda del precio de referencia marcado por el Ministerio de Sanidad para ese producto el farmacéutico está obligado a ofrecer al cliente un medicamento más barato.

En ocasiones, algunos medicamentos genéricos tienen un aspecto diferente a la versión de marca. Esto es normal, ya que las marcas registradas no permiten que los genéricos luzcan exactamente como el medicamento de la marca de fábrica. Sin embargo, aunque el recubrimiento, color o forma de las medicinas pueda ser distinto al original, el ingrediente activo es el mismo y por tanto, igualmente efectivo.

Además de la calidad, efectividad y seguridad demostrada de estos productos, la principal ventaja que en ellos encontramos es el ahorro. Los genéricos son más económicos que sus correspondientes medicamentos originales de marca porque los fabricantes no tienen que invertir dinero en la investigación ni en el desarrollo del producto desde el inicio. Por otro lado, tampoco tienen gasto en publicidad y promoción comercial, puesto que estos productos se conocen por su nombre genérico. La denominación por el nombre genérico también constituye un beneficio para el paciente, así sabe realmente lo que está tomando.

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