Entrevista

Núria Sebastián, psicóloga y pedagoga del Grup de Recerca Neurociència Cognitiva (GRNC), de la Universidad de Barcelona

«Al nacer podemos discriminar algunas lenguas aunque no el significado de las palabras»
Por Jordi Montaner 9 de abril de 2007
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Núria Sebastián es doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona y catedrática de la Facultad de Psicología. Parte de su labor la desempeña en el Grup de Recerca Neurociència Cognitiva (Grupo de Investigación en Neurociencia Cognitiva, GRNC) de la Universidad de Barcelona. Ha participado en diferentes proyectos de investigación relacionados con el aprendizaje del lenguaje. En la actualidad es coeditora de la revista Cognition.

¿Qué es el GRNC?

Es un grupo de investigación del la Universidad de Barcelona adscrito al Parc Científic y al Departamento de Psicología Básica. Su labor actual está orientada hacia la percepción del habla y los procesos implicados en su producción, con especial énfasis en la población bilingüe.

¿Y qué tiene de especial hablar dos lenguas?

Estamos interesados en el estudio de las bases generales del procesamiento del lenguaje y el efecto de la exposición a la lengua materna en el desarrollo de las capacidades lingüísticas. Los análisis comparativos entre monolingües y bilingües (concretamente castellanos y catalanes) permiten investigar a fondo las características intrínsecas del procesamiento lingüístico tanto en individuos bilingües como en personas con diferente grado de exposición a una segunda lengua.

¿Sólo en niños pequeños?

La investigación en nuestro laboratorio abarca desde la infancia hasta la madurez, empleando tanto metodologías basadas en el comportamiento como medidas fisiológicas. Pensamos que la coincidencia de diversos idiomas en las primeras etapas de aprendizaje puede afectar la manera de funcionar del cerebro.

Lo de Babel, entonces, iba en serio.

Al año de nacer, y sin conocer el significado de la mayoría de palabras, el ser humano tiene el cerebro en óptimas condiciones para el aprendizaje del lenguaje

Al nacer los bebés pueden discriminar inmediatamente algunas lenguas (pero no todas) pese a no entender el significado de las palabras. Empleando el método de succión no nutritiva y el paradigma de habituación-deshabituación hemos demostrado como los bebés recién nacidos pueden distinguir los fonemas del francés de los del inglés, los del francés del japonés o los del japonés del inglés; no pueden distinguir, en cambio, el italiano del castellano, el castellano del catalán o el inglés del holandés.

¿Y luego?

A los 4 meses los niños no tienen ningún problema para distinguir el castellano del catalán, pero sólo los monolingües pueden distinguir a esa edad el italiano del castellano. La técnica que hemos utilizado para evidenciar este cambio fueron pruebas de latencia de orientación; los bebés se orientan de forma más rápida hacia los estímulos familiares, tanto acústicos como visuales, prestando escasa atención a los estímulos desconocidos.

¿Cómo?

La economía del cerebro es muy simple: se fija lo usado y se desprecia lo poco usado o por usar. Al año de nacer, y aún sin conocer el significado de la mayoría de palabras, el ser humano tiene el cerebro en óptimas condiciones para el aprendizaje del lenguaje. Hay niños que aprenden a hablar rápido y otros tardan más. En principio, la frontera de la normalidad se sitúa en los cuatro años.

¿Cómo es posible que, sin saber hablar, un niño de cinco meses pueda aprender mejor que un individuo de 50 años?

Los bebés japoneses, por ejemplo, pueden distinguir perfectamente la pronunciación de la letra r de la de la l, pero esta cualidad se pierde hacia el primer año de vida por un fenómeno denominado reorganización perceptiva. Al no usar el sonido de la r, el cerebro del niño japonés simplifica las cosas y lo asimila a una l.

¿Aprendemos más rápido a oír o hablar que a ver?

En cierto modo sí. Los niños ciegos no presentan dificultades especiales en el desarrollo del habla. Unos son precoces en la adquisición del lenguaje, pero los hay que lo hacen muy tardíamente; otros, con lenguaje o no, tienen fallos en la comunicación interpersonal, y los hay que viven recluidos en sí mismos y no se comunican, como en el caso de los niños autistas.

¿Qué papel juega la madre en el lenguaje?

La interacción madre-lactante aparece como el prototipo de todas las formas de intercambio cognitivo. La madre interpreta las señales del niño y las traduce en palabras, lo cual estructura el intercambio. Cuando emite un sonido, el niño reproduce ese mismo sonido. Cuando la madre le enseña un gesto y el niño ciego lo reproduce, por ejemplo, éste empieza a educar su comunicación.

BILINGÜISMO EMPATADO
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Imagen: James Tubbs

¿Es bueno o no que los niños crezcan en un ambiente bilingüe? Sebastián trabaja con su equipo en el estudio de los cambios adaptativos que tienen lugar en el cerebro de niños y niñas que alternan la competencia lingüística en su lengua nativa con la de otra no nativa. Para ello tomó tanto a niños con dominancia del catalán como a niños con dominancia del castellano en sus casas y examinó su capacidad para el aprendizaje fonético y lexical.
El resultado del estudio dejó a ambos grupos en tablas.

Tanto los acostumbrados a hablar catalán como los acostumbrados a hablar castellano mostraron una habilidad similar en la identificación de fonemas castellanos o catalanes y en la comprensión del significado de las palabras propuestas. La especialista concluyó de este experimento que el hecho de que en edades muy precoces haya niños que aprendan un segundo lenguaje en igualdad de competencia con el primero dinamiza su capacidad para incorporar nuevas informaciones en el proceso de aprendizaje. El segundo lenguaje, bien sea el catalán o el castellano, estimula al parecer el interés del niño por aprender nuevos conceptos.

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