Detectar el aneurisma cerebral

Descubrir a tiempo la rotura de una arteria cerebral evita la muerte casi segura del paciente
Por Núria Llavina Rubio 12 de abril de 2010
Img aneurisma
Imagen: Wikimedia

Los aneurismas son una dilatación anómala en arterias o venas. Afectan a personas que tienen alrededor de 50 años y, en especial, a mujeres. Se desconoce la causa que los origina, pero se sabe que se desarrollan con la edad y que, a menudo, se asocian a otras enfermedades y a hábitos insanos. Cuando se localizan en las arterias cerebrales y éstas terminan por romperse, un suceso tan inesperado como repentino, causan hemorragias de pronóstico muy grave, con gran impacto económico y social. En estos casos, la actuación inmediata en los 30 minutos siguientes es clave para evitar el fallecimiento del paciente.

Imagen: Wikimedia

Actuar media hora después de la ruptura supone casi siempre una muerte segura. Si bien la mayoría de los dolores de cabeza son inofensivos, en ocasiones pueden esconder patologías subyacentes, como un aneurisma. A menudo, antes de su ruptura no se detectan síntomas, aunque en un 40% de los casos hay señales premonitorias, como dolor intenso detrás del ojo, cefalea, parálisis de algún nervio craneal, náuseas o vómitos.

Detectar e intervenir

Los aneurismas tienen que crecer de tres a diez milímetros antes de causar síntomas. A veces, por casualidad, se detectan en una simple exploración radiológica o con ultrasonido y, si se tratan con anticipación, se puede evitar su ruptura, si bien no es tarea fácil. Cuando esto sucede, con el objetivo de controlar los síntomas y prevenir futuros sangrados (tras una hemorragia inicial, el 30% vuelve a sangrar durante el primer mes), se prescribe un tratamiento con fármacos y cirugía. La finalidad de la intervención quirúrgica es cerrar la base del aneurisma con grapas, suturas u otros materiales para impedir el flujo de sangre a través de la dilatación.

Otra opción menos invasiva, y en la actualidad más utilizada, es la reparación endovascular. En esta intervención, se introducen a través del vaso arterial unas pequeñas espirales o stents que llegan hasta el interior del aneurisma. Esto provoca la formación de un coágulo y previene el sangrado posterior. La punción se realiza en la zona inguinal y el catéter que colocará el stent se guía a través de rayos X.

El consumo de alcohol, la aterosclerosis, fumar, la hipertensión o los traumatismos craneales son algunos de los factores de riesgo

El avance de las intervenciones mínimamente invasivas ha permitido duplicar el número de operaciones a pacientes con síntomas y sin hemorragia. Todas ellas se enmarcan en el campo de la neurorradiología intervencionista, orientada al tratamiento de enfermedades del sistema nervioso central, médula espinal, columna vertebral y región de la cabeza y cuello. Las nuevas técnicas de angiografía cerebral (tomografía computarizada vascular o escáner) o de resonancia magnética también contribuyen a este avance.

Expertos del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, han señalado las bondades de un nuevo angiógrafo biplano de última generación, un aparato de rayos X que permite obtener imágenes en tiempo real de la actividad en el sistema vascular y realizar procedimientos terapéuticos para corregir algunas obstrucciones endovasculares. Es tal su especificidad, que permite explorar las arterias coronarias, cerebrales y de las extremidades inferiores. Antes, para cada sector del sistema vascular se requería un equipo específico.

Variaciones genéticas

Por sus terribles consecuencias, la búsqueda de exámenes diagnósticos que puedan identificar a las personas con alto riesgo de desarrollar síntomas de aneurisma es de vital importancia. Un trabajo internacional reciente, coordinado en la Universidad de Yale (EE.UU.) y publicado en la revista «Nature Genetics», ha descubierto tres factores genéticos que predisponen al desarrollo de aneurisma cerebral. Es el mayor estudio de asociación de genoma completo centrado en la dolencia, llevado a cabo en una cohorte de más de 6.000 pacientes y más de 14.000 personas europeas y de Japón.

Con estas tres nuevas variaciones, son ya cinco las regiones del genoma que se conocen por predisponer a este trastorno, que afecta a 500.000 personas alrededor del mundo cada año. Los científicos han determinado que cuando una persona reúne todas las variaciones descubiertas, tiene de cinco a siete veces más riesgo de sufrir un aneurisma que el resto de la población. Este trabajo se enmarca en el proyecto @neurIST, creado en 2006 e integrado por 12 países con el objetivo de mejorar el tratamiento individual de los aneurismas cerebrales. Los especialistas esperan ponerlo en práctica a corto plazo.

También insisten en que, además de los factores de riesgo genéticos, hay otros adquiridos -y algunos modificables- de gran importancia, como el consumo de alcohol, la aterosclerosis (acumulación de grasa en la pared interna de una arteria), el hábito tabáquico, el consumo de drogas, la hipertensión, los traumatismos craneales o las infecciones.

RELACIÓN CON LA MUERTE SÚBITA

ImgImagen: Elena AntúnezA pesar de que la mayoría de fallecimientos por muerte súbita se deben a un infarto de miocardio (80%-90%), un porcentaje cada vez más elevado tiene su origen en un aneurisma. El término muerte súbita se ha popularizado tras la muerte de un número considerable de deportistas jóvenes (sobre todo futbolistas), en apariencia sanos. Otras causas no cardiovasculares de muerte súbita son, además de las relacionadas con el consumo de sustancias prohibidas (dopaje), los traumatismos en el tórax que afectan al corazón (como un golpe durante el juego), la deshidratación, el asma o los traumatismos craneoencefálicos.

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