El sudor

En España ocho de cada diez personas utiliza desodorante
Por EROSKI Consumer 22 de mayo de 2003

Aparece cuando hacemos ejercicio o sube la temperatura ambiente. Luchamos contra él con duchas y desodorantes. En alguna ocasión nos ha hecho pasar un mal rato porque nos ha restado seguridad y confianza. Pero, ¿qué es realmente el sudor? En este especial descubrimos para qué sirve, los trastornos relacionados con él y cómo combatirlo.

¿Qué es el sudor?

El sudor es un líquido compuesto por agua, sales minerales y toxinas producido por las glándulas sudoríparas, que se encuentran situadas en el tejido subcutáneo, por debajo de la dermis. En algunas ocasiones también está formado por sustancias aromáticas. Tal y como explica José Luis Díaz, presidente de la Academia Española de Dermatología, después de comer ajo o sardinas el sudor puede adquirir este olor.

Existen dos tipos de glándulas sudoríparas, las ecrinas y las apocrinas. Las primeras producen el sudor, y tenemos entre uno y cuatro millones de ellas repartidas por todo el cuerpo, aunque la distribución exacta y la cantidad varían en cada individuo, afirma Montserrat Solanas, de la unidad de fisiología médica de la Universidad Autónoma de Barcelona. Contrariamente a lo que se suele pensar, las zonas con mayor profusión no son las axilas, sino el dorso de la mano y las yemas de los dedos, donde podemos llegar a tener hasta setecientas glándulas por centímetro cuadrado.

Por su parte, las glándulas apocrinas tienen relación con la sudoración producida por causas emocionales como la ansiedad o el estrés. Están situadas en las axilas, las glándulas mamarias y el perineo; y segregan un líquido lechoso que es el responsable del olor corporal de cada persona- manifiesta la especialista- quien también destaca que el sudor no huele y que el mal olor está causado por el contacto entre las sustancias que lo componen y las bacterias benéficas que recubren nuestra piel.

¿Para qué sudamos?

La función del sudor es regular la temperatura corporal, ya que cuando se evapora de nuestra piel reduce el exceso de calor. También interviene en la eliminación de sustancias nocivas para la salud.

Según el profesor de fisiología del deporte de la Universidad del País Vasco, Jon Irazusta, el sudor que se queda depositado sobre nuestra epidermis – el que resulta visible cuando realizamos un esfuerzo o hace mucho calor – no reduce nuestra temperatura, ya que no se ha evaporado.

De acuerdo con este experto, normalmente sudamos algo más de un litro al día en condiciones de reposo, que aumenta hasta un litro por hora si realizamos algún ejercicio. Los deportistas de elite, como los boxeadores o los futbolistas, pueden llegar a los cuatro o cinco litros por hora.

Sin embargo, esta cantidad no es estable a lo largo de la vida, ya que los niños y los ancianos sudan menos que los adultos. La razón hay que hallarla en el grado de madurez de las fibras del sistema nervioso simpático – que regula las funciones automáticas como la sudoración, el pulso, la respiración y la salivación -, que no están suficientemente desarrolladas en la infancia y se van perdiendo a medida que se envejece. Además, factores externos como la temperatura ambiente y la humedad también influyen.

Trastornos relacionados con el sudor

El mayor trastorno es la hiperhidrosis, que se produce cuando se suda en exceso por una zona concreta, hasta el punto de producirse una incapacidad social o laboral, según define Jordi Peiri, jefe del servicio de dermatología del Hospital Bellviege. El doctor Peiri destaca que afecta a una de cada diez mil personas.

José Luis Díaz, presidente de la Academia Española de Dermatología, argumenta que no está claro que se trate de una enfermedad, puesto que la apreciación de lo que es sudar excesivamente varía dependiendo de la cultura y cada individuo.

Un posible miembro de la futura asociación de enfermos de hiperhidrosis explica que este trastorno limita en el ámbito laboral, ya que si afecta a las manos, por ejemplo, no se pueden tocar papeles o realizar tareas de precisión. También influye en las relaciones sociales, ya que limita el contacto al saludar a alguien, utilizar un equipamiento público – tal como las barras del autobús – o conducir.

El portavoz apunta que esta enfermedad puede ser causada por cualquier daño al sistema nervioso autónomo. Entre los posibles destaca la enfermedad del tétanos, la vacuna de la malaria, las heridas mal curadas y las infecciones.

Tratamiento de la hiperhidrosis El doctor Díaz diferencia varios tipos de tratamientos, que incluyen la psicoterapia, los antitranspirantes y la iontoforesis, que consiste en tratar la zona afectada con descargas eléctricas que inhiben la acción de las glándulas sudoríparas durante unos días. El miembro de la asociación denuncia que este tratamiento es caro y no está cubierto por la Seguridad Social.

En casos más graves se puede emplear la toxina botulímica – conocida como botox – que detiene la función de las glándulas sudoríparas durante seis meses. El presidente de la Academia Española de Dermatología se lamenta de que este medicamento sea ilegal en España, ya que funciona muy bien en personas afectadas de hiperhidrosis en las axilas.

Por último, se puede recurrir a la cirugía para seccionar los ganglios nerviosos que regulan las glándulas sudoríparas. El doctor Díaz destaca el riesgo que entraña esta intervención – pues hay que mover los pulmones para poder llegar a los nervios que hay que cortar -, por lo que sólo puede ser realizada por especialistas.

El portavoz de la asociación de enfermos afectados por hiperhidrosis incide en los efectos secundarios de esta intervención, de los que asegura que quienes se someten a ella no siempre son informados. Entre las posibles consecuencias resalta que la zona anteriormente afectada queda muy reseca, ya que se inhibe totalmente el sudor, y que ese sudor se compensa en el resto del cuerpo, especialmente por la espalda, el abdomen y las piernas.

Los desodorantes

El ser humano siempre se ha preocupado de combatir la sensación de humedad y el olor asociado al sudor. En la antigua Roma, por ejemplo, los hombres se aplicaban unas almohadillas aromáticas en las axilas. Sin embargo, el uso de los desodorantes – que se inventaron a finales del siglo XIX – no comenzó a generalizarse hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Existen dos tipos básicos de desodorantes, los compuestos fundamentalmente de alcohol y perfumes, y los antitranspirantes. Los primeros encubren el olor controlando la acción de las bacterias presentes en la axila, y su eficacia dura hasta que desaparece el perfume. Son los menos implantados en el mercado, ya que han sido prácticamente sustituidos por los antitranspirantes.

Éstos emplean bases de aluminio para taponar la primera capa de los poros y evitar así la emisión de líquido. En condiciones normales son eficaces durante 24 horas, aunque si aumenta la sudoración, la humedad puede arrastrar las partículas. Su acción no resulta nociva, ya que sudamos por todo el cuerpo y no sólo por las axilas, pero pueden producir irritaciones en determinadas pieles.

Diferentes aplicaciones

“Todos los desodorantes tienen la misma eficacia, por lo que la preferencia por una forma de aplicación u otra viene dada por las características de la misma. Los aerosoles, por ejemplo, dejan una sensación de frescor y permiten su uso también como perfume, ya que se pueden aplicar por otras partes del cuerpo”, explican desde AC Nielsen. Este sistema es el más popular en España, según datos de AC Nielsen. En los meses de enero y febrero, ocho de cada diez desodorantes comprados fueron aerosoles. Las personas alérgicas al gas pueden emplear vaporizadores, que tienen las mismas ventajas que éstos.

Por su parte, el roll-on – el segundo tipo de aplicación más vendido, con 1.300 unidades en los dos primeros meses del año – es un producto de uso individual, que se asocia con el cuidado de la piel y deja una sensación húmeda. Los sticks también se aplican directamente y no suelen compartirse, pero dejan residuos secos en la piel, y esto desagrada a algunas personas. El gel comparte las propiedades de los dos anteriores.

Por último, las toallitas pueden ser empleadas en casos de emergencia.

Perfiles de los consumidores

Según Esther Cañibano, jefa de producto de Nivea desodorante, en España utilizan este producto contra el mal olor ocho de cada diez personas, mientras que en los países del norte de Europa sólo lo utiliza el 60% de la población. Además, los españoles preferimos fragancias más suaves, mientras que en Europa del Este y en Sudamérica eligen olores más fuertes al usarlo para perfumarse.

Por edades, los jóvenes prefieren los aerosoles y fragancias más intensas. A partir de los veinte años se comienza a utilizar el roll-on, los sticks, las cremas y los geles, y el abanico de marcas se amplía mucho.

La tendencia es a seguir empleando la misma aplicación a medida que se envejece, aunque se suele cambiar de marca en ocasiones.

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