La tartamudez

Ocasiona mucho sufrimiento y puede llevar al aislamiento a quienes la padecen
Por Ignacio Fossati 11 de noviembre de 2003

Actividades cotidianas como llamar por teléfono, ir de compras o a acudir a un restaurante pueden convertirse en una verdadera pesadilla para las personas que tartamudean, el 2% de los de adultos y el 5% de los niños en el mundo. Esto se traduce en aproximadamente 800.000 personas en España. Sin embargo, el 80% de los casos de tartamudeces crónicas que hoy sufren miles de adultos podrían haberse evitado de haber sido tratadas antes de los 6 años de edad.

Diferentes causas

No es una enfermedad. Pero sí una dificultad que ocasiona mucho sufrimiento y puede llevar al aislamiento a las personas que la padecen. La tartamudez surge en la infancia, por lo general entre los 2 y los 5 años, durante el proceso de aprendizaje del idioma. Se presenta como una interrupción o falta de fluidez en el lenguaje; la persona sufre trabas involuntarias al hablar, repite sonidos, sílabas o palabras, o tiene bloqueos mientras dialoga.

Se desconoce a ciencia cierta cuáles son las causas de la tartamudez. Recientes estudios sugieren que se produce como consecuencia de una interrelación entre factores biológicos, psicológicos y sociales. “No es un problema exclusivamente fisiológico, ya que los tartamudos no tartamudean siempre con la misma palabra y, cuando hablan solos o con una mascota, prácticamente no tartamudean”, dice José Antonio García Higuera, doctor en Psicología y autor del libro Terapia Psicológica en el Tartamudeo.

Lo que sí es indudable es la importancia de los componentes psicológicos en la tartamudez. Y dentro de ellos destaca la ansiedad. “Se sabe que la ansiedad influye de manera determinante en el habla y que cuando el tartamudo está nervioso se bloquea mucho más”, señala García Higuera. “El problema se complica cuando el propio tartamudeo se convierte por sí mismo en fuente adicional de ansiedad, ya sea por miedo a la reacción adversa de los demás, o porque se tiene la sensación de haber perdido el control de los propios actos. Entonces se entra en un círculo vicioso en el que se tartamudea porque se está nervioso y se está nervioso porque se tartamudea”, concluye.

Algunas pautas educativas poco correctas también pueden ser causantes de la tartamudez. “Por ejemplo obligarle al niño a que preste mucha atención sobre los errores que comete al hablar, o presionarlo para que hable sin que se ponga nervioso”, señala Alfonso Salgado Ruiz, profesor asociado del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid. “Este tipo de actitudes son perjudiciales para los niños y si se dan otras variables pueden favorecer la aparición de la tartamudez”, agrega.

Diferentes estudios indican que la estructura de los tejidos en una región del hemisferio izquierdo del cerebro es significativamente diferente en los tartamudos. “Esto no quiere decir que tengan un cerebro defectuoso”, asegura Salgado Ruiz. “Pero además, el problema es que no se sabe si esa diferencia en el cerebro es la causa de la tartamudez o una consecuencia”, añade.

Desde hace tiempo – explican los expertos- se sabe que existe una cierta predisposición genética a la tartamudez. Sin embargo, también hay tartamudos que no tienen antecedentes familiares conocidos de este problema. “Es muy frecuente encontrar niños tartamudos cuyos padres, tíos o abuelos han tenido el mismo trastorno”, señala Salgado Ruiz.

Afecta sobre todo a varones

La tartamudez es un problema principalmente masculino. Por cada cuatro hombres, sólo una mujer tiene dificultades con la fluidez del lenguaje. “Esto puede deberse a una cuestión genética. Y también se puede deber, aunque no hay pruebas, a que la sociedad es mucho más exigente con el hombre que con la mujer”, señala García Higuera. Para Alfonso Salgado Ruiz, casi todos los problemas del lenguaje y del habla tienen una cierta relación con el cromosoma. “Todo lo que tiene que ver con las funciones verbales y lingüísticas funciona de una manera mucho más eficaz en el cerebro de las mujeres que en el de los varones”, indica.

La tartamudez es cíclica, ya que aparece y desaparece por períodos de tiempo variables. Además, las personas que tartamudean son tan inteligentes como las que hablan con fluidez. “Auténticos genios como Newton han tenido problemas de tartamudez”, dice García Higuera. “De hecho, lo que suele ocurrir en los tartamudos es que tienen una capacidad verbal increíblemente desarrollada, ya que uno de los trucos que utilizan es sustituir las palabras que les resultan difíciles por otros términos más fáciles para ellos. Aunque no sean capaces de hablar bien, son rápidos de pensamiento, sustituyendo palabras y frases, lo que hace que ciertas capacidades intelectuales las tengan muy desarrolladas”.

Si bien la tartamudez surge entre los 2 y los 5 años, existen algunos casos en los que aparece más tarde, en torno a los 12. “Son muy pocos los casos, pero sí que los hay”, asegura Salgado Ruiz. “En estas edades, la causa parece que tiene que ver más con variables de tipo biológico, de problemas con el control motor de los nervios que controlan los músculos que se encargan de coordinar la respiración, la fonación y la articulación. A partir de los 17 años ya no existen casos, salvo que la tartamudez fuera secundaria a otro tipo de lesión, como por ejemplo un daño cerebral a causa de un accidente de tráfico.”

También se sabe que incluso el que sufre el tartamudeo más grave suele recuperar la fluidez cuando canta, cuando habla en coro y cuando se dirige a un animal o a un recién nacido. “La explicación al tema del canto puede estar en que cuando uno canta cambia el patrón respiratorio”, asegura Salgado Ruiz. “En el caso de hablar con mascotas o con recién nacidos, interviene un factor muy importante para un tartamudo, la hipótesis de la confianza. Cuando una persona empieza a tomar conciencia de que es tartamuda, ya no está pendiente únicamente de lo que dice, sino de cómo lo dice y de cómo es la reacción del oyente. Este elemento social de corrección no existe cuando hablan con mascotas o con bebés, por eso la fluidez mejora en esos casos.”

Diagnóstico y tratamientos

La detección temprana de la tartamudez en un niño pequeño es vital para su futuro. Hasta hace unos pocos años, la indicación más escuchada en los consultorios pediátricos era esperar. Se pensaba que ésta era la conducta más adecuada frente a las repeticiones de sonidos o palabras en niños pequeños. No se conocían las diferencias entre los errores normales en la fluidez y aquellos característicos de la tartamudez. Esto ha ido cambiando y la investigación se ha centrado en detectar a tiempo las diferencias para evitar un mal mayor.

“En la actualidad sabemos que los niños tartamudos tienen errores distintos de los errores que cometen los niños que no sufren este problema”, explica Salgado Ruiz. “Suelen repetir más silabas o partes de palabras. Por ejemplo:”Yo me llamo Pe-Pe-Pe Pedro”. En cambio, los niños no tartamudos repiten partes de frases o palabras enteras: “Me llamo-me llamo-me llamo Pedro”. Los tartamudos también suelen tener algunos bloqueos, ponen mucha atención en decir una palabra y se ponen muy tensos. Si un padre identifica este tipo de conductas, conviene consultar con un especialista para que haga un diagnóstico mucho mas preciso”.

Se calcula que las dos terceras partes de los niños con alteraciones en la fluidez al hablar las superarán espontáneamente sin necesidad de tratamiento, pero es indispensable saber si se trata de un niño con riesgo futuro de tartamudez. Si éste es evidente, el tratamiento debe comenzar antes de los 6 años, cuando el lenguaje aún no está consolidado. A esa edad la dificultad se puede revertir totalmente; más tarde sólo de forma parcial.

“La tartamudez en la infancia se puede suprimir perfectamente en el 80% de los casos con un tratamiento logopédico que le da al niño una sensación de control”, explica el experto. “En cambio, la tartamudez que ha llegado hasta la edad adulta no se puede eliminar totalmente. Los factores psicológicos son tan fuertes que sin un tratamiento psicológico no se avanza. Pero se puede conseguir que los atascos se acepten sin ningún problema. De esta forma, la fluidez aumenta de forma espectacular y se produce en el individuo una aceptación de los bloqueos que le ocurren.”

Alfonso Salgado Ruiz insiste en la importancia de la detección temprana del problema. “Cuanto antes se intervenga, las posibilidades de que el niño adquiera un habla normal serán más altas. A medida que los niños se van haciendo más mayores empiezan a tomar conciencia del problema y tienden a intentar evitar esos bloqueos. Esto les genera una gran ansiedad que hace que el propio trastorno vaya empeorando. En estos casos, la remisión completa es más difícil. Y el tratamiento va encaminado no sólo a disminuir los errores de la fluidez, sino también a controlar las situaciones difíciles que se generan como consecuencia de la tartamudez. En la medida en que ellos aprenden a manejar las consecuencias psicológicas de su problema, la propia tartamudez también mejora”.

Los trastornos sociales

Muchas veces objeto de chistes de mal gusto, el tartamudo ve pasar sus días debatiéndose entre hablar o no hablar y pensando con obsesión si podrá decir o no una determinada palabra. “Sin embargo, hay muchas personas con tartamudez que lo aceptan perfectamente y que lo toman como una característica más de su personalidad”, dice García Higuera. “Por el contrario, los que quieren alcanzar la fluidez a toda costa pueden ver afectada su vida social y sufrir muchísimo”, añade.

Siguiendo ese camino puede desencadenarse un trastorno por evitación experiencial, según señala el experto. Por ejemplo, el tartamudo puede inhibir su actividad social, puede evitar relacionarse con personas sexualmente atractivas para él, puede sentirse inferior por tener un problema que los demás no tienen y dejar de fijarse metas que si no tartamudeara trataría de alcanzar.

De esta forma, muchas veces abandonan una carrera o unos estudios por miedo a hablar en clase, tal como explica Mila Alcojor, de 37 años, que es tartamuda y coordina un grupo de autoayuda de la Fundación Española de la Tartamudez. “La gente más joven que tiene este problema suele encontrar muchas dificultades para hacer amigos, encontrar pareja, conseguir trabajo o para todo lo que implique hablar en público”, cuenta Mila. “Incluso eligen la carrera que estudiarán en función de lo mucho que se hable en el desempeño de las labores profesionales correspondientes. También hay quien tiene estudios universitarios, ronda los treinta años de edad y aún no ha podido conseguir su primer trabajo por este problema.”

Mila asegura que en su caso lo peor fue la época en la que iba a la escuela. “Tenía miedo a hablar, la gente no lo entendía o se reía, y me veía distinta. En cambio, laboralmente he tenido mucha suerte porque trabajo de administrativa en la misma empresa desde hace 15 años y nunca tuve problemas. Pero lo normal es que los tartamudos lo pasen muy mal para conseguir trabajo y ni siquiera lleguen a superar la primera entrevista. Hay tartamudos que cuando están en público piden, por ejemplo, una taza de té en vez de una de café porque la palabra es más corta, y así se evitan problemas”, concluye.

El sufrimiento de los niños con tartamudez muchas veces empieza en la escuela, donde pueden ser objeto de risas o burlas por parte de sus compañeros. “Esto afecta muchísimo a los niños, les cambia el carácter y hace que se vuelvan más solitarios”, asegura Claudia Patricia Groesman, secretaria general de la Fundación Española de la Tartamudez.

Pero es especialmente en el acceso a la Universidad donde este colectivo denuncia la desigualdad de oportunidades que existe. “Es injusto que les evalúen a través de un examen oral, como al resto de sus compañeros, cuando en este aspecto se encuentran en clara desventaja”, asegura Groesman. “Por eso estamos luchando para que los tartamudos puedan elegir entre examinarse de forma oral o por escrito”, concluye.

Consejos

El sufrimiento de los tartamudos puede llegar a ser muy grande. Por eso es importante que se conozca la experiencia que supone intentar decir algo y no poder. La Fundación Española de la Tartamudez recomienda seguir los siguientes consejos a la hora de hablar con una persona tartamuda.

  • Evite hacer comentarios tales como “habla más despacio”, “no te pongas nervioso” “respira profundo”, “relájate”. Estos comentarios, en vez de ayudar a la persona que tartamudea, hacen que la situación de habla se torne más tensa y desagradable.
  • Sea paciente. No intente ayudar a la persona que tartamudea completándole la frase.
  • Mantenga el contacto visual y no se avergüence, burle o ría de la situación.
  • Intente transmitir a la persona que lo importante es lo que dice y no cómo lo dice.
  • Cuando usted hable, utilice un ritmo pausado y tranquilo, sin que parezca poco natural o exagerado. El hablar así crea una buena atmósfera para la comunicación.
  • Cuando la persona que tartamudea salga del bloqueo o hable fluidamente, no le diga frases como “lo hiciste bien”, “te felicito”, “estás hablando mucho mejor”. Esto hace que se sienta evaluado cada vez que habla.
  • Cuando hable con una persona que tartamudea, trate en todo momento de comportarse igual que lo haría con otra persona.
  • Sepa que una persona con dificultades en su habla tendrá más dificultad en controlarse hablando por teléfono. Sea extremadamente paciente.

Los padres de los niños que tartamudean también deben tener en cuenta algunos consejos para hablar con sus hijos:

  • Proporcione una atmósfera relajada en el hogar y que brinde amplias oportunidades para que el niño hable.
  • Escuche atentamente al niño.
  • Espere a que el niño diga las palabras sin decirlas por él.
  • Hable lentamente y de forma relajada, lo que puede animar al niño a hablar de la misma manera.
  • Evite criticar, castigar o pedir que el niño repita las palabras correctamente.
  • Hable abiertamente sobre la tartamudez si el niño saca el tema.
  • Evite pedir que el niño hable para otros.
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